El lunes de la semana pasada llegó a Lanzarote, procedente de Marruecos, y hoy parte de regreso a Madrid a días de la constitución de las Cortes Generales de la XV legislatura. Pedro Sánchez ha hecho las maletas al cabo de una nueva estancia en el palacio de La Mareta. Esta vez no se ha prodigado en actos sociales. El sábado se le vio, discretamente, por algunos rincones de la Isla de Los Volcanes.
Vestido con una camisa de estampado, boina y gafas de sol, en el municipio de Haría se dejó fotografiar con vecinos y turistas. En el mercadillo de artesanía, el presidente del Gobierno en funciones y su esposa, Begoña Gómez, coincidieron con el presentador de televisión Jesús Calleja y, según varias fuentes, pasaron la velada en el restaurante Tacande, en la plaza del pueblo norteño, con un grupo reducido a puerta cerrada.
Al final, no hubo ningún acto institucional de carácter informal. Con ocasión de otras visitas a Lanzarote, Pedro Sánchez se citó con el entonces jefe del Ejecutivo regional y secretario general del PSOE canario, Ángel Víctor Torres, al igual que con la anterior presidenta del Cabildo y ahora diputada en el Congreso por Las Palmas, Dolores Corujo.
Desde que en 2018 fue investido, Pedro Sánchez ha elegido repetidamente la residencia de La Mareta, en Costa Teguise, para disfrutar de sus vacaciones; la precedente a esta última, en el mes de abril, durante la Semana Santa. El edificio donde se ha alojado es un complejo construido para el rey Huseín de Jordania, que nunca se hospedó allí y que se lo regaló en los años ochenta al rey Juan Carlos. Más adelante, la Casa del Rey lo puso a disposición de Patrimonio Nacional. Por ahí han pasado jefes de Estado o de Gobierno como los cancilleres alemanes Helmut Kohl y Gerhard Schröder, el expresidente de la URSS Mijaíl Gorbachov, el presidente checo Václav Havel y los presidentes españoles José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, que se ha comprado una villa muy cerca, en la urbanización Famara (Teguise).
Cuando el personal de La Mareta lo esperaba y los medios de comunicación lo daban por hecho, a Pedro Sánchez y Begoña Gómez se los localizó por sorpresa en la plaza de Jemaa el Fna, de Marrakech. Se habían trasladado en un vuelo de línea comercial “costeado íntegramente”, a la ida y a la vuelta, por la familia. Aunque se estuvo especulando, Sánchez no se encontró con Mohamed VI. La circunstancia de que Sánchez escogiera Marruecos se interpretó como “prueba de normalización de las relaciones”, no sin críticas desde España y por parte del Frente Polisario.
