tribuna

Inmigrantes

En El Hierro desembarcan 1.200 inmigrantes en dos días. Esto significa que, si las cosas continúan al mismo ritmo, en 20 días la población de la isla se multiplicaría por dos. Cuando en 1977 cayó en la isla el Orión norteamericano se llegó a hablar de una invasión del archipiélago por su parte más débil. Fue la famosa Operación Manuel que descubrió la Guardia Civil al leer un libro medio chamuscado que decía: Manual Operating. La cosa estaba muy soliviantada y se complicó al interceptar un telegrama de una ferretería de Valverde pidiendo repuestos a un proveedor de Madrid, que tuvo en jaque al departamento de claves del Ministerio de Defensa durante una semana. Nadie ha escrito este episodio, digno de Berlanga, con un cabo y un número de la Benemérita que recuerdan a los que, según un relato humorístico de Álvaro de Laiglesia, son enviados al Himalaya para dar con el paradero del Yeti. Cuando por fin lo localizan le preguntan: “¿Es usted el abominable hombre de las nieves?” Y el otro les contesta: “El abominable lo será el pajolero de su padre”. En realidad, se trataba de un bandolero de Andalucía al que le seguía la pista la incansable pareja caminera desde las sierras de Albarracín. Esta España que se ríe de sí misma es mi preferida, pero lo de los 1.200 inmigrantes en dos días no es para tomárselo a risa, ni para hacer símiles dramáticos con Lampedusa. Mientras pasan estas cosas leo un artículo sobre implantes de culos y tetas. Se me ocurre mezclarlo con la inteligencia artificial y me veo en manos de un robot lleno de silicona. Menos mal que ya no tengo edad para que me seduzcan, porque si no, estaría a merced de cualquier falsificación con mierdifalda y el cerebro trasplantado del de Jorge Javier Vázquez; o con el propio Jorge Javier vestido de Boris Izaguirre. Ya no andamos seguros por el mundo sin arriesgarnos a ser víctimas del fraude. Hace falta que alguien venga a oxigenar a esta sociedad decadente. Esta fue una de las intenciones del presidente del Cabildo de El Hierro, Castañeda, para paliar un principio de endogamia cuando propuso que todos los soldados del remplazo fueran de la península. Pero desengañémonos, estas no son las causas de los desembarcos masivos actuales. El Hierro sufre una tendencia a la invasión cada cinco años, cuando bajan a la virgen y los tambores y los pitos se vuelven como locos en las rayas. Entonces van de todas las islas, como los andaluces al Rocío o los noveleros a la Graciosa para ver a la sobrina de la Pantoja. La cumbre de Granada, con Sánchez y Von der Layen, ha acabado sin acuerdo en estas cuestiones. Supongo que el hechizo del agua de las fuentes del Generalife ha paliado el temor de estas invasiones desordenadas. Yo me sigo asombrando con la cultura del Islam, y considero que los ocho siglos que estuvieron aquí es una de las más importantes aportaciones a lo que somos. Tampoco los siete de los romanos se quedan atrás. Los pueblos somos una mezcla de la universalidad, y el mundo de lo diverso se hace más diverso cuando las culturas y las modas viajan de un lado para otro, como hacen las mariposas monarca cada año, desde Canadá hasta Méjico. Esto me hace pensar que este planeta no es tan grande como creemos, Por eso Jacky va y viene de Tailandia, que está en el quinto coño, con la naturalidad migratoria con que lo hacía un hippie de los años sesenta, con la guitarra al hombro, a los que tanto admirábamos. Paris también fue invadida por pintores y escritores underground y no pasó nada. Cuando empiecen a abundar los premios Nobel en el África subsahariana veremos las cosas con mayor naturalidad. Puede ser que algún día lleguen a ser los únicos humanos auténticos, sin culos ni tetas de silicona, y usando sus recursos intelectuales sin tener que recurrir a una inteligencia artificial que gobierne sus vidas. Hace poco se sentó un joven senegalés conmigo en una terraza de la Concepción. No hablaba muy bien, pero me convenció de que se trataba de una persona que se esforzaba en comunicarse con inteligencia. No me pidió nada, pero le di cinco euros para un bocadillo. Pensé que tenía tiempo para formarse en algo y sorprenderme con su solidaridad. Esto deben haber pensado también los de la cumbre en la Alhambra. Gentes que fueron capaces de hacer esto no nos pueden hacer daño, diga lo que diga la ultraderecha.

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