tribuna

¿Cómo sobrevivir cuándo a esta época en la que importa poco más que los contratos entre amigotes y los acuerdos del gobierno de turno con empresas?

Por Gara García.| Ya no es como antes. Hace solo unas pocas décadas te hacías con un oficio y, si trabajabas bien, tu trabajo en esa empresa estaba prácticamente garantizado de por vida. Hoy, un pequeño bache, una diferencia de opiniones puntual o cualquier mínimo roce en el transcurso normal de una actividad laboral te deja en la calle en cuestión de horas.

Hoy vamos al supermercado sabiendo que las propias marcas a las que se presupone una calidad que ha tenido que pasar una serie de controles, nos envenena con ingredientes de inexistente calidad y nos abruma con colores y palabras rimbombantes en sus paquetes. Nos envenenan día a día con permiso de las leyes y hay que hacer un auténtico máster para alimentarse bien.

Y ahora el incendio de Valencia nos enseña que también existen los ultraprocesados en la arquitectura: prácticas entre amigotes de turno, entre promotoras que descubren la panacea con sus nuevos materiales, jactándose en sus anuncios de publicidad de una innovación que claramente no está a la altura de los mínimos. Y así ha llegado el triste momento en el que nos vemos obligados y obligadas a comprar o alquilar una casa teniendo que hacer un estudio profundo de la lista de materiales. O eso, o tu edificio arde como una tea sin control en cuestión de minutos. Y tu vida, con él.

Bienvenidos a las vidas ultraprocesadas, donde todo es responsabilidad tuya; pero nada está bajo tu control. Y donde los que tienen el control no se preocupan por otra cosa que por llenarse los bolsillos.

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