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“El proyecto del Hospital del Sur se abordará en tres fases de ejecución; falta concretar la duración y el coste”

Roberto Gómez Pescoso, director gerente del Hospital Nuestra Señora de la Candelaria
Hospital del Sur - Roberto Gómez Pescoso, director gerente del Hospital Nuestra Señora de la Candelaria
Roberto Gómez Pescoso, director gerente del Hospital Nuestra Señora de la Candelaria. / Sergio Méndez

Lleva 30 años vinculado al Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria, adonde llegó como MIR. Roberto Gómez Pescoso ha desempeñado casi toda su trayectoria en el servicio de Urgencias, aunque también ha tenido otros cargos de responsabilidad como la coordinación de trasplantes o de recursos materiales, así como la dirección médica entre 2019 y 2021. Desde hace seis meses tiene la máxima responsabilidad con el objetivo de mantener al centro entre los mejores del país y abordar las primeras fases para la culminación del Hospital del Sur.

-El Hospital La Candelaria ha sido reconocido en 2023 como el mejor de Canarias y entre los 50 de España. ¿Satisfecho?
“Este es un centro donde sus profesionales están muy implicados y es una labor que lleva gestándose muchos años y que ha dado sus frutos. En los últimos 12 años siempre hemos estado en puestos muy relevantes en el ranking nacional. La dirección del Hospital ayuda a que el trabajador pueda crecer y pueda progresar, y se implica en facilitar que un proyecto adelante, pero la base de tener un reconocimiento de ese tipo siempre depende de los trabajadores”.

-Deberá abordar importantes retos, por ejemplo en infraestructuras con algunos edificios que hay que acomodar a los nuevos requisitos asistenciales.
“Intentamos mejorar las instalaciones que tenemos para que se adecuen al siglo XXI y sean lo más confortables para lo que es su función, atender al paciente y, por otro lado, para seguir siendo punteros. Es un complejo que está fraccionado, no solo es el Hospital de La Candelaria, también tenemos el Hospital de Ofra o del Torax, el Hospital del Sur, que tiene que seguir creciendo, el CAE Rumeu Hardisson (Tomé Cano), así como consultas de psiquiatría repartidas por el sur de la Isla. Aparte de lo difícil que supone gestionar tantos centros con actividad, el HUNSC es un edificio que tiene más de 50 años y estructuralmente precisa de una inversión importante en mantenimiento, en aire acondicionado, protección contra incendio o arreglar la fachada de la torre de Traumatología que es un proyecto que debe salir este año. Este es un complejo muy grande y cualquier obra de mantenimiento tiene un coste importante y el dinero está limitado y hay que decidir dónde se pone”.

-Está activo el edificio Polivalente. ¿Su objetivo no era albergar enfermedades emergentes?
“Es un edificio que se terminó y, sabiendo la problemática que teníamos de camas y la presión en Urgencias, decidimos que había que ponerlo en funcionamiento lo antes posible. A finales de octubre de 2023 comenzamos a utilizarlo con pacientes agudos con patologías infecciosas epidémicas o estacionales, que pueden ser atendidos en una zona de hospitalización, luminosa, con recursos profesionales y materiales adecuados para tratarlos. El Hospital Polivalente también acogerá enfermedades emergentes que podrán ser atendidas en la Unidad de alto aislamiento, una serie de espacios preparados por si se diera la posibilidad de un paciente con una enfermedad altamente contagiosa e infecciosa como ébola, dengue, zika, chikungunya… También hay consultas externas”.

-La llegada de equipamiento supone un avance en la atención.
“En 2022 y 2023 hubo una inyección económica importantísima en fondos europeos, el Inveat (Plan de Inversión en Equipos de Alta Tecnología) y el React (Ayuda para la Recuperación y Cohesión de los Territorios de la Unión Europea), dos instrumentos que sirvieron para renovar y mejorar equipamiento. Canarias está ahora en un momento dulce, tenemos equipamiento puntero en casi todos los hospitales y hemos podido renovar alta tecnología. Con los fondos React hemos acometido compra de equipamiento como equipos de rayos, ecografías, camillas, camas… Ahora tenemos proyectos futuros, tanto dentro del Hospital en Santa Cruz como fundamentalmente en el Hospital del Sur, donde en estos primeros meses hemos podido poner en funcionamiento un escáner, resonancia magnética, un laboratorio, el TAC y las analíticas 24 horas para disponer de pruebas diagnósticas y no tener que derivar a pacientes a Santa Cruz, y seguir creciendo con las limitaciones económicas y de personal”.

-El crecimiento del Hospital del Sur saldará una deuda con su población.
“Todo lo que se pueda acercar al paciente de la zona sur, para que esté atendido cerca de su casa, es un objetivo tanto nuestro como de la dirección del SCS. A corto plazo, estamos mejorando las pruebas diagnósticas básicas, con un escáner y una resonancia que permiten hacer todo tipo de pruebas y se cambió el equipo de radiología lo que ha facilitado evitar algunos traslados. Además, los cuatro quirófanos están funcionando haciendo cirugía mayor ambulatoria y se optimizan para trabajar todo el tiempo posible. El HUNSC se debe quedar como centro de tercer nivel y hay unidades que no puedo ni debo duplicar porque el número de pacientes que se atienden es pequeño y es mejor tener un grupo de profesionales muy experto y entrenado”.

-¿Cuando estará operativo en su conjunto el Plan Funcional?
“Tras finalizar las negociaciones con el Cabildo, la estructura que teníamos anexa al actual hospital se adquiere y se pone a disposición del Complejo de La Candelaria. Eso conlleva en primer lugar realizar un Plan Funcional Conjunto de todo el centro. La superficie nueva no solo hay que dotarla sino ser coherente a la hora de equiparla, y conseguir que el circuito dentro del hospital sea eficiente para que no tenga duplicadas zonas de hospitalización en áreas totalmente distintas o quirófamos en un extremo como en la actualidad. Nos acaban de entregar este Plan Funcional que unifica la fase antigua y la nueva y ahora hay que redactar el proyecto”.

-¿Cómo abordar obras y cambios sin afectar a la actividad?
“Con esta planificación en tres fases, ahora falta saber si las podemos hacer y cuánto tiempo llevará cada una, y es lo que toca este 2024, sacar el proyecto para consolidarlo. Ahora tenemos un bloque antiguo longitudinal, donde en un extremo está hospitalización, en medio consultas y en otro extremo quirófano, cuando lo normal es que la hospitalización estuviera al lado de quirófanos y no tener que atravesar las consultas. En el edificio nuevo habrá que habilitar una zona para alojar las consultas y/o la hospitalización, trasladar el cambio asistencial a esa área nueva y, posteriormente, volver a utilizar ese espacio vacio en la zona antigua. Esto requiere tiempo, pero lo primero que había que decidir era la homogeneización de toda la estructura y, una vez que decidimos qué distribución tiene que haber, hay que abordar cómo ejecutarla, de tal manera que no se pare la asistencia actual”.

-Hay un interés social por la unidad de cuidados paliativos. ¿Para cuándo estaría operativa?
“En el proyecto está la unidad de cuidados paliativos en una de las fases, y en el papel me gustó cuando nos lo enfocaron en la planta baja, en una zona de acceso al exterior, para que los pacientes que tengan que ingresar y sus familiares dispongan de una zona luminosa, en la que puedan pasar una estancia tan dificil como la que estamos hablando, y que además el paciente pueda salir de la zona hospitalaria pura. Cuando se redacte el proyecto de cada fase y nos lo entreguen nos dirán si irá en la primera o en la segunda fase de ejecución, su coste y su previsión. Pero finalmente habrá una unidad de cuidados paliativos como se merece el Sur”.

-¿Estamos fallado en los cuidados geriátricos?
“Tenemos que mejorar. La natalidad ha disminuido y la pirámide se está invirtiendo; por tanto, hay que planificar para dar asistencia sanitaria a una población mayor. Aparte, por suerte, la esperanza de vida ha crecido, los tratamientos oncológicos están mejorando cada vez más y con ello la supervivencia, con lo cual hay que dar asistencia a un paciente que, como otros crónicos, son muy sensibles y necesitan unos cuidados diferentes y personales. Desde la Administración estamos en ello, hay que abordar si requieren una atención sanitaria, social, o ambas y poner recursos”.

-¿Qué falla en las urgencias en general y las hospitalarias en particular? ¿Los problemas en Primaria causan la saturación?
“Son vasos comunicantes, pero no solo de Atención Primaria a Hospitalaria, sino también dentro del hospital. Siempre he dicho que las urgencias que no precisan ingresos conllevan retrasos, pero no un problema de sobrecarga en el hospital. Si no necesita ingreso, tardaré más o menos tiempo en atender al paciente, pero al final se irá con el alta. Si el hospital no puede darle una cama al paciente que requiere ingreso porque están todas ocupadas, se empieza a colapsar Urgencias, así como si no logro dar salida al paciente que tiene su alta y la familia no puede atenderlo, porque en su domicilio no tiene las condiciones para hacerlo. Si Primaria tiene medios podrá trabajar mejor, pero no tiene la culpa de que se bloqueen las Urgencias en un Hospital, es mucho más complejo, y si fuera un problema sencillo se resolvería de manera más rápida. Requiere mucho trabajo y tomar decisiones que a veces no son fáciles. Hay algunos picos asistenciales que podemos prever, como la gripe en invierno, y otros que no, como un episodio de calima intenso, que llevan a que necesitemos dar una respuesta rápida y que supone tomar decisiones que, a veces, no son tan fáciles porque no tenemos medios humanos y materiales para adoptarlas. Por ejemplo, la situación que se está dando con la migración, sobre todo en El Hierro, que algunos llegan con problemas asistenciales que requieren un ingreso”.

-Se cumplen cuatro años de los primeros casos positivos de COVID en Canarias y la avalancha que colapsó los centros. ¿Cómo se ha reinventado La Candelaria para volver a la normalidad?
“Todos hemos aprendido que tenemos que estar preparados ante una situación de pandemia que puede llegar, arrasar y tienes que saber adaptarte. Lamentablemente, hubo que aprender sobre la marcha pero los protocolos están ahí para volver a utilizarlos en cualquier momento que sea preciso. Nosotros tuvimos que ampliar la UVI, entrar en la Unidad de recuperación postanestésica (URPA) para pacientes que eran graves, y ese protocolo nos enseñó a trabajar conjuntamente intensivistas, anestesistas, cirujanos que no ejercían de su especialidad sino ayudanto a nivel internista… Han pasado cuatro años y la situación se ha normalizado, aunque no ha desaparecido el COVID, pues siguen entrando pacientes, que algunos precisan ingreso, y se atienden en una planta de tratamiento específica y además tenemos consultas para COVID Persistente. Mantenemos una actividad ordinaria, que se refleja en la lista de espera quirúrgica, que mejoró muchísimo al final del año pasado gracias a un trabajo ingente. Nosotros iniciamos la lista sobre 160 pacientes y llegamos a 145, aunque ha subido un poco por vacaciones y permisos en Navidad”.

-¿Qué está pasando con la demora en especialidades?
“Tenemos que sabernos adaptar a una medicina actual con mucha tecnología donde en los procedimientos se pueden pedir pruebas de imagen complementarias o analíticas, para llegar a un diagnóstico y eso genera retrasos. También hay que determinar qué puede esperar y qué no. Para dar salida a la lista de espera, tanto de consulta como de pruebas complementarias, necesitamos recursos, equipamiento y también flexibilidad en las agendas. En la Candelaria estamos agendando pruebas complementarias los fines de semana. Eso conlleva no solo un coste económico sino un coste personal, exigiendo a los trabajadores que dediquen parte de su tiempo familiar a la asistencia”.

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