Por Benjamín Reyes / Ana Lily Amirpour protagoniza la retrospectiva del 23º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria. La cineasta británica de origen iraní saltó a la palestra internacional con su bizarra ópera prima: Una chica vuelve sola a casa de noche (2014), un estético filme protagonizado por una vampira que se pudo ver en el Festival de Sitges. Luego vinieron Amor carnal (2016) y Mona Lisa y la luna de sangre (2021). Sus tres largometrajes los exhiben los Cines Yelmo Las Arenas junto a tres películas ajenas, seleccionadas por ella misma, que han marcado su forma de ver el cine. Se trata de la primera retrospectiva que se le dedica a su cinematografía en España, que viene acompañada, además, de Corazón salvaje (1990), de David Lynch; El Topo (1970), de Alejandro Jodorowsky, y La muerte os sienta tan bien, de Robert Zemeckis.
“Amo el cine de David Lynch. De él me gusta todo y Corazón salvaje es mi película suya preferida, porque es romántica y ardiente. Ves cómo el mundo va ardiendo alrededor de sus protagonistas, dos personas que están enamoradas. Me robó el corazón cuando la vi y es la primera película en la que pensé para que se viera aquí. Me gusta Jodorowsky por su mente salvaje y porque es una ventana de aire fresco, porque abre las puertas a las personas para que sean raras y se muestren así. El Topo es una búsqueda violenta y suave”, arguye la cineasta.
“Persigo que los espectadores no transiten con indiferencia por las escenas más violentas de mis películas”
Amirpour no solo dirige, sino que firma sus propios guiones. “La ubicación de las historias que cuento -aclara- y conseguir que los espectadores no transiten con indiferencia por las escenas más violentas de mis películas son dos de las claves de mi cine. Lo más importante para mí es la ubicación. Tengo que crear un mundo, diseñar un espacio. Para mí es la mejor parte de todo el proceso. En mi primera película, se trataba de una ciudad perdida que no tenía recursos, la escribí en California. Cuando escribía el guion, el lugar me hablaba y me inspiraba para seguir escribiendo. En Amor carnal, el lugar es un desierto, un lugar raro con gente extraña. Mona Lisa y la luna de sangre transcurre en Nueva Orleans y pasé mucho tiempo allí antes de rodar”, explica la directora.

Sus películas son una ensalada de géneros, que transitan por el fantástico, el terror y el thriller. La violencia es una pieza esencial en su cine. “Tengo claro que uno de mis objetivos es que el espectador no pase con indiferencia por las escenas de violencia. En el cine y en la televisión muere mucha gente de forma violenta. Si cada uno piensa sobre lo que ha visto la última semana, seguramente ha visto muchos muertos, tiros y violencia. Pero llega un punto en el que no sientes nada, no te afecta. Lo que yo busco es que los que vean mis películas no puedan escapar de esos momentos de violencia. Es parte de la historia que cuento. Mezclar violencia con dulzura hace que sientas más la película. Y quiero que cuando la gente vea las cosas que le cuento, las sienta de verdad”, recalca.
RAÍCES IRANÍES
Cuando se le pregunta sobre el cine que se hace en su país de origen declara: “Soy iraní, pero mis padres huyeron del país. Nací en Reino Unido y me he criado en Estados Unidos, por lo que soy una especie de mezcla humana. El cine en Irán es una expresión de lo que vive la gente. Lo aprecio porque, a pesar de la presión del Gobierno, que no les permite decir todo lo que les gustaría contar, los cineastas hacen todo lo que pueden. Yo no estoy limitada por ningún Gobierno. En mi primera película se puede vislumbrar cuánto de iraní soy. El cine iraní es una victoria, a pesar de la presión del Gobierno, y es un privilegio no tener esa presión”, subraya.
La directora, que mantendrá encuentros con el público en unas proyecciones que incluyen sus cortometrajes, interrumpió el rodaje de un episodio de la serie El agente nocturno, para Netflix, una ficción de espionaje de la CIA, para estar en Canarias esta semana.