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La Alameda pisa fuerte: cambios en uno de los sitios más paseados de Santa Cruz de Tenerife

El Ayuntamiento capitalino iniciará obras antes de verano
Suelo de albero que cubre actualmente la zona peatonal de la Alameda. | Sergio Méndez

La Alameda del Duque de Santa Elena, anexa a la céntrica plaza de España de la capital tinerfeña, se prepara para pisar fuerte y, sobre todo, para transformarse en un espacio más “accesible”.

El próximo mes de junio, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife procederá a sustituir el actual suelo de albero, tierra de color ocre usada en jardinería, que acompaña desde 2008 a este enclave capitalino, por un nuevo pavimento de hormigón desactivado.

Un proyecto de reforma peatonal de este histórico espacio que se enmarca dentro de las acciones de mejora de once espacios turísticos chicharreros, obras que se llevarán a cabo a lo largo de 2024, con un presupuesto que ronda los dos millones de euros.

La Alameda ha sufrido a lo largo de los siglos múltiples cambios y denominaciones. Su nacimiento se sitúa a finales del siglo XVIII, cuando Santa Cruz, con una población en considerable aumento, no disponía de un espacio adecuado en el que residentes y visitantes, que hacían escala en el muelle, pudieran pasear o conversar a orillas del mar.

En ese entonces, el capitán general de Canarias, Miguel de la Grúa Talamanca, marqués de Branciforte, decidió aprovechar un solar yermo a los pies del muelle y proponer a los vecinos la construcción de un pequeño jardín público que imitara a los de las grandes ciudades. La idea fue bien acogida y la contribución económica de los santacruceros a este nuevo espacio de esparcimiento quedó grabada en una placa que aún hoy sigue colocada en lo alto del arco central de su entrada.

Con el paso de los años, la Alameda también ha recibido varios nombres: Alameda de Branciforte, como homenaje a su impulsor; Alameda del Duque de Santa Elena, en recuerdo de Alberto de Borbón y Castellví, capitán general de Canarias; Alameda 14 de abril, fecha de la proclamación de la Segunda República; de la Marina o del Muelle, por su cercanía al recinto portuario; o Los Paragüitas, denominación más popular debido a los parasoles de colores instalados en el kiosco central.

Imagen de principios del siglo XIX en la que se aprecia el suelo de La Alameda. | DA

Paseos

Este recinto se construyó en 1787 bajo la dirección del ingeniero Andrés Amat de Tortosa, que diseñó una fachada de triple arco que remataba un escudo de piedra con las armas reales de Carlos III. El espacio, de 79 metros de largo y 17 metros de ancho, cercado por verjas de madera, tenía cinco paseos, formados por tres calles que convergían en una plaza central, donde se instaló una fuente de mármol de Carrara, la conocida como de los delfines, cuya base es el único vestigio de esta época que se conserva hoy en día.

El paseo de la Alameda estaba cubierto por un total de 81 árboles, los primeros que dieron sombra en Santa Cruz, y su pavimento combinaba zonas de tierra con otras adoquinadas. Un pequeño lugar, considerado como un mirador privilegiado del acontecer diario de las actividades portuarias, que pronto se convirtió en punto de reunión de comerciantes y navieros y, en lugar de cita y esparcimiento de la sociedad santacrucera, según relata el cronista oficial de la ciudad, José Manuel Ledesma.

Veladas musicales, tómbolas y zonas para recibir las noticias que, en aquellos tiempos llegaban por la mar, contribuyeron a que este espacio recreativo se convirtiera en punto neurálgico de la ciudad. Tanto, que en 1860 hubo que añadirle farolas para iluminar el recinto por las noches ante la gran afluencia de personas.

En 1860, al inaugurarse la plaza del Príncipe, la Alameda quedó obsoleta y casi en desuso, hasta que en el año 1916 su portada de arcos fue destruida y los elementos ornamentales que la acompañaban, eliminados.

Un espacio que tendría que esperar hasta 2008, cuando se llevó a cabo la remodelación de la plaza de España, para que el Ayuntamiento de Santa Cruz decidiera recuperar este enclave histórico y reconstruir su antigua portada en cantería, al igual que dotarla de su ornamentación inicial.

El suelo de La Alameda se cubrió entonces con albero y se instaló un parque infantil y varias terrazas para el ocio, dando otra vez vida a un espacio urbano que ahora se prepara para volver a experimentar una nueva transformación.

Reproducción de la original Alameda. | DA

Reforma

El concejal de Planificación Estratégica del Ayuntamiento capitalino, Carlos Tarife, adelantó a DIARIO DE AVISOS que “la obra de sustitución del suelo de la Alameda comenzará, previsiblemente, el próximo 10 de junio. Trabajos para los que se contará con un presupuesto de 150.000 euros”.

El edil indicó que “se colocará un nuevo pavimento de hormigón desactivado, también de color albero, por lo que prácticamente no se notará la diferencia con el suelo de tierra que cubre actualmente este espacio”.

Asimismo, Tarife detalló que “el objetivo de esta rehabilitación peatonal en La Alameda se centra en dotar a este céntrico espacio de una base más resistente y regular que la que existe ahora, lo que favorecerá la accesibilidad, en especial de las personas con movilidad reducida”.

Una reforma de la pavimentación que no sólo afectará a este enclave de la capital, sino que también se prevé llevar a cabo en los paseos del parque García Sanabria, para lo que el Ayuntamiento destinará una partida de 250.000 euros.

Fotografía antigua de La Alameda, con la céntrica fuente de los delfines. | DA

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