“No he oído a un político pedirle a la población que hay que gastar menos agua, cuando a los productores nos la quitan por todas partes”, lamenta Ángela Delgado, presidenta de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias (ASAGA), quien advierte de que, en plena emergencia hídrica en Tenerife y a las puertas de un verano “muy duro”, el agua del grifo “no es infinita y llegará un momento en que no saldrá nada”.
“Tenemos que empezar a decirle a los ciudadanos que en Canarias vivimos 2,2 millones de personas, más los turistas, y que no podemos seguir derrochando este recurso vital como lo hemos hecho hasta ahora”, enfatiza.
Delgado se pregunta cómo es posible que existan ayuntamientos en Tenerife que pierden hasta el 60% de las aguas que gestionan y que “pasen los meses y todo siga igual”. “A muchos se les llena la boca diciendo que el aguacate y el plátano consumen mucha agua, cuando las galerías en Tenerife las hicieron los agricultores para regar y su gestión es muy austera, porque hay conciencia de que es un bien escaso y muy preciado. En el campo se cuida hasta la última gota. Sin embargo, cuando esa agua pasa al contador y, por tanto, al control de las administraciones públicas, a nadie le duele que un camino esté corriendo cuatro o cinco días”.
Las organizaciones profesionales agrarias ya manifestaron la semana pasada su “indignación” por las “alarmantes” pérdidas detectadas en conducciones públicas de abasto de Tenerife y reclamaron “urgentemente” más inspecciones y mejorar el servicio de mantenimiento de la red. Además, ASAGA, COAG Canarias, UPA y PALCA recordaron que el Plan Hidrológico de Tenerife reconoce “la sobriedad, austeridad y eficacia en la gestión privada mediante las comunidades de agua”.
SUELOS ENVENENADOS
Otro asunto que preocupa a los agricultores y ganaderos en Tenerife es la calidad del agua de riego. “Si no mejora, habrá que dejar de regar, es decir, no plantar porque en lugares como Vilaflor, el terreno agrícola más importante de Canarias y una de las mejores zonas de viñedos del Archipiélago, estamos envenenando los suelos”, en referencia a la elevada concentración de sales (entre 1.800 y 2.000 de conductividad), especialmente en el último año. “Es inasumible para los cultivos”, enfatiza.
ASAGA espera que se cumpla el compromiso adquirido por la consejera insular de Medio Natural, Blanca Pérez. “Nos ha prometido que las aguas de altura (en referencia a las galerías) se quedarán en altura y no bajarán a las zonas de costa para regar, incluso, campos de golf”, subraya Ángela Delgado, quien confía que a los ayuntamientos se les obligue a consumir el agua desalada. “Si se está diciendo que es más barata que la de las galerías, ¿por qué no las consumen las administraciones públicas?”, se pregunta.
Respecto al verano, que está a la vuelta de la esquina, reconoce que será “muy duro”. “El 50% de la plantación de Vilaflor probablemente esté en riesgo, porque no hay agua; ya deberían llenarse los estanques, porque se siembra en julio y agosto”, avisa, convencida de que las repercusiones por la falta de agua se notarán, más pronto que tarde, en la agricultura y ganadería.
MUERTE SILENCIOSA
“Lo que pasa es que el modo de morir del campo siempre es en silencio, ya sea abandonando las explotaciones o en forma de jubilaciones sin relevo, pero el día que desaparezca la producción, lo más barato de fuera lo pagaremos a precios de oro, porque aquí no habrá competencia para bajar esos precios”, advierte la presidenta de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias.