lo que los ojos no ven en la laguna

Calle Rodríguez Moure (Antigua El Remojo)

Antigua calle El Remojo; al fondo, las palmeras del Camino Largo. | Foto: Mari Cruz del Castillo Remiro

Hoy finalizamos el recorrido imaginario por las calles, plazas y rincones del Centro Histórico de San Cristóbal de La Laguna, y lo hemos querido hacer visitando una de las calles singulares de la Ciudad, la conocida como El Remojo y hoy rotulada con el nombre del sacerdote lagunero, historiador, escritor y Cronista Oficial de la Ciudad, don José Rodríguez Moure.

Lo que los ojos no ven, en las calles y plazas de La Laguna, forma parte de la trilogía que tendrá su continuidad, a través de las páginas de Diario de Avisos, con las visitas imaginarias que realizaremos a los edificios singulares de Aguere, describiendo sus características arquitectónicas, historias de sus moradores, e incluso leyendas que han llegado hasta nuestros días.

La Calle El Remojo limita con el entonces Convento de San Agustín, hoy Instituto Canarias Cabrera Pinto, y hasta que se construyó el agua llegaba hasta ese lugar. En las actas del Cabildo aparece con ese nombre desde 1750, lo que demuestra que la laguna ya había sido desecada en esa zona. Esta calle que comienza en su encuentro con la de San Agustín, termina en la bifurcación de Silverio Alonso, Cabrera Pinto y Camino Largo. A lo largo de su recorrido conserva bastantes edificaciones del siglo XVIII, tanto de una como de dos plantas, algunas de ellas muy señoriales.

Al comienzo de la calle, por el lado derecho, está la Plaza del Instituto, llamada así desde 1855 y posteriormente rotulada con el nombre de Guillermo Rancés, en referencia al abogado, político y periodista que fue nombrado subsecretario de la Presidencia del Consejo de Ministros, y en 1893, subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, siendo ministro interino en dos ocasiones. Guillermo Rancés fue un gran defensor para la refundación de la Universidad de La Laguna. Hasta la Calle Anchieta, por ese lado, todas las edificaciones forman parte del Instituto. Por el lado izquierdo de la calle se conservan varias edificaciones interesantes. Recientemente se ha peatonalizado el primer tramo de esta vía, entre San Agustín y Anchieta.

ORIGEN DE LA CRUZ DE RODRÍGUEZ MOURE

En la esquina situada en la pared de la confluencia de las antiguas calles de El Laurel (hoy Anchieta) y El Remojo (hoy Rodríguez Moure), estuvo la Cruz de Yedra hasta que se construyó la capilla en honor a la Santa Cruz, por el agricultor Diego Hernández de Villavicencio, hoy conocida como la Cruz de Rodríguez Moure en la cercana Calle Anchieta.

Por el lado izquierdo del segundo tramo de la calle, en la segunda planta de un edificio ya desaparecido lamentablemente, donde hoy se encuentra una construcción moderna rotulada con el número 21, vivió el pintor Alfredo Torres Edwars y su familia. En la parte baja de esa vivienda, vivió y tenía su negocio la conocida señorita Del Castillo, que fabricaba y vendía, en su día, las famosas cremas “Martinita”, para el tratamiento facial de las señoras, con una fórmula traída desde Cuba, y también elaboraba agua de rosas para refrescar el cutis y un bisnú tónico. En la prensa de Tenerife de la época se anunciaba de la siguiente manera: “Señoras y señoritas, ¿desean ustedes extirpar los defectos del cutis y evitar la vejez prematura?, pueden hacerlo con los productos “Martinita”. Los que ambicionan hasta en el Extranjero, que varios de sus clientes ausentes piden dicha maravillosa crema “Martinita” por no existir otra que la pueda sustituir. Entrevístese con la señorita del Castillo y dicha señorita os dará instrucciones gratis”.

Por el lado derecho de la calle en la vivienda número 8, donde actualmente está la taberna El Remojo, vivió con su madre y su tía, Miguel el que fue durante muchos años conserje del Instituto, persona querida y respetada por generaciones de alumnos y profesores. En un edificio singular de esta calle del siglo XVIII, nació doña Adelaida Sebastiana de la Concepción del Hoyo, que se casó en la Catedral de La Laguna en 1891, con don Eugenio Machado y Benítez de Lugo, marqués del Hoyo. Actualmente esta propiedad está dividida en dos viviendas, una perteneciente a don Esteban Afonso Rodríguez, el que fuera durante muchos años presidente del Orfeón la Paz de La Laguna, y otra es propiedad de la galerista de arte lagunera doña Enma Afonso Rodríguez.

2.700 METROS CUADRADOS DE APARCAMIENTOS PÚBLICOS

En el número 26 se encuentra el aparcamiento en superficie El Remojo, de uso público,  situado al aire libre en un solar de 2.700 metros cuadrados, que fue propiedad de la familia Tabares, que lo tenía destinado a una plantación de nísperos y caquis, hasta que fue adquirido por el Ayuntamiento lagunero. Actualmente el número de plazas ofrecidas es de 99 para coches, 8 para motocicletas y 3 para vehículos de diversidad funcional. Finalizando la calle, en la esquina con Cabrera Pinto, estuvo el taller del ebanista Ramón Rojas, un profesional premiado incluso en la península.

¿QUIÉN FUE RODRÍGUEZ MOURE?

Don José Rodríguez Moure (La Laguna, 1855-1936) fue un sacerdote. Beneficiado de la Catedral y licenciado en Derecho. Escritor, historiador y Cronista Oficial de La Laguna. Socio honorario de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, a la que le donó el fondo documental Rodríguez Moure, el más significativo del archivo de esta Sociedad, compuesto por miles de documentos de diversa índole compilados por el considerado como uno de los historiadores, junto a Núñez de la Peña, más importantes de la historia de esta Ciudad. Fue presidente de Honor del Instituto de Estudios Canarios.

Autor de varios libros como: La Guía Histórica de La Laguna, Juicio Crítico de Viera y Clavijo, Cuadros Históricos de la Admirable Vida y Virtudes de la Sierva de Dios sor María de Jesús de León Delgado, entre otros.

La Laguna le honra con la rotulación de esta calle, con el título de Hijo Predilecto de la Ciudad desde 1921, y con un busto en la Plaza del Doctor Olivera instalado desde el 2018.

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