Durante la primera semana de junio, se celebran dos fechas destacadas, el Día Nacional del Donante (4 de junio) y el Día Mundial de los Pacientes Trasplantados (6 de junio), con la finalidad de sensibilizar y fomentar la donación de órganos y tejidos para salvar la vida de otras personas. El Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria es el centro referente para el trasplante de hígado y, en los últimos 26 años, se acerca a los 900 reemplazos de órganos. Además, es centro extractor de todo tipo de órganos y de tejidos (córneas, membranas, tejidos óseos…). Durante 2023, realizó 29 intervenciones y ocho más en 2024.
Purificación Cerro, la coordinadora de trasplantes del centro, reconoce la importancia de este gesto solidario. “Sin donantes, no hay trasplantes; por tanto, sin la generosidad de esas personas y de sus familias, no sería posible”. En el duro trance de un fallecimiento, “decidir donar los órganos o tejidos puede salvar la vida de otras personas que no cuentan con otra opción que la realización de un trasplante”, unos órganos que “podrían ayudar a seguir viviendo a varias personas más”, recalcó.
Desde el punto de vista del receptor, cuestionada por ese “sentimiento o culpa” a que fallezca un donante para recibir ese órgano, Cerro afirmó que “ese enfermo está esperando y la incertidumbre puede llevar a desearlo”. Pero lo importante es “reconfortarle y que no tenga ese remordimiento”. “Nuestro trabajo es evitar que el que está vivo se vaya y cuando no hay opciones terapéuticas, entonces es cuando tenemos que abordar la opción de un trasplante”.
Volví a nacer
Eduardo Argente se sometió a un trasplante de hígado en La Candelaria hace casi 10 meses, una operación que le ha cambiado la vida. “Tengo la suerte de volver a vivir. Desde 2021, comencé a tener una muy mala calidad de vida y, entre 2022 y 2023, continuamente me lo pasaba en Urgencias. Me hicieron 17 paracentesis (extracción de líquido del estómago), y entre marzo a junio de 2023 acudía cada semana para que le vaciaran de 8 a 10 litros.
Su patología se desencadenó a raíz de una hepatitis, que le dejó el higado dañado, “como si fuera un trozo de corcho”, y provocaba que su cuerpo almacenara líquido. Recuerda que, en 2021, comenzó a encontrarse mal, pero últimamente “ya estaba fatal”. Llegaba a Urgencias con “unos barrigones que parecía embarazado de trillizos”. Cada semana le drenaban ese líquido durante cinco horas.
Argente recuerda emocionado el día de su trasplante. “El 17 de agosto, me llamó Puri y me dijo, Eduardo ven corriendo que te espera un cirujano. Ese día volví a nacer”. “Estaba desesperado, y cuando me dijeron que entraba en la lista de trasplante pensé, a lo mejor ya no estoy vivo cuando llegue mi turno”.
Con 60 años, “ahora tengo las ganas de vivir de un joven de 35 o 45. Por tanto, agradece “muchísimo a toda la gente que es donante. Son tan generosos que no dan importancia a entregar parte de su cuerpo para salvar a otro. Gracias a uno de ellos puedo seguir viviendo”.