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Las pérdidas de agua potable en las redes de Tenerife agudizan la crisis hídrica

Los expertos consideran “urgente” acabar con las fugas en las conducciones tras años con este problema; las lluvias han descendido en la última década y los acuíferos se resienten

Acabar de una vez por todas con las pérdidas de agua potable en Tenerife, un problema del que se lleva hablando durante años, es más urgente que nunca. La reciente denuncia de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias (ASAGA), que calificó de “alarmante” el nivel de “despilfarro” a causa del deterioro de las conducciones públicas de abasto, pone de relieve la falta de previsión a la hora de agilizar determinadas obras hidráulicas en la Isla.

Con ayuntamientos que pierden hasta el 60% de las aguas que gestionan (sobre todo, en los caudales), según denunció el pasado martes en este periódico Ángela Delgado, presidenta de ASAGA, se dibuja una realidad “inasumible” para los expertos, que coincide, además, con un momento crítico: en plena emergencia hídrica declarada por el Cabildo, una prolongada sequía y un calentamiento global acelerado.

Precisamente, el elevado volumen de fugas de agua en distintos puntos de Tenerife está obligando a algunos ayuntamientos a incrementar las dotaciones para satisfacer las necesidades de la población.

Como subraya Juan Carlos Santamarta, ingeniero de Montes y profesor universitario, en el portal Iagua: “No están gestionando la demanda, que sería lo deseable, sino que aumentan la oferta de agua, y esta, o bien escasea, por el descenso del nivel de los acuíferos, o bien cuesta mucho producirla de manera artificial por las desalinizadoras, cuando es más económico ahorrar un metro cúbico de agua que captarlo o producirlo artificialmente”.

Ante este panorama, la reparación de las redes de distribución para acabar con las obstrucciones o fugas es más urgente que nunca en un escenario de cambio climático y con acuíferos sobreexplotados que dependen de unas precipitaciones que van claramente a menos, tal como certifican las estadísticas.

LLUEVE MENOS

El ingeniero de Obras Públicas e hidrólogo Juan José Braojos ya advirtió en este periódico de que la sequía que sufre Tenerife empezó hace una década. Una afirmación sostenida sobre un contundente dato: la Isla lleva 10 años perdiendo unos 165 hectómetros cúbicos de agua de lluvia cada ejercicio, “el equivalente a unas 63 presas de Los Campitos enteras” (de tres hectómetros de capacidad).

Un estudio realizado hace dos años por la Universidad de La Laguna ya alertaba sobre la pérdida, a lo largo de la red, de “casi la mitad” del agua obtenida de los recursos hídricos subterráneos o del mar en Canarias. En el caso de Tenerife, los expertos que firmaron el informe calcularon en un 60% la cantidad de agua que se perdía en las redes de distribución, antes, por tanto, de llegar al usuario.

ALTA DEMANDA

Para Noelia Cruz, ingeniera civil y una de las autoras del estudio, es “urgente” la adopción de medidas en una isla y un archipiélago en los que la demanda de agua no para de crecer entre una población de 2,2 millones de personas, a lo que hay que añadir el flujo de turistas. Tras recordar que el acuífero disminuirá en su recarga por el cambio climático, considera “clave” reducir las pérdidas, porque “no tiene sentido extraer agua limpia para que se pierda en el trayecto”.

El Cabildo, que ha convocado para el próximo día 18 la primera Mesa de la Sequía, con representación de distintos sectores de la sociedad, para hacer un seguimiento de la situación, ya ha solicitado los informes a los ayuntamientos que padecen este problema. El gerente del Consejo Insular de Aguas, Javier Davara, ha manifestado que es “fundamental” poner remedio a una situación que, según indicó, no afecta tanto a los grandes municipios, que han “minimizado” el derroche de agua, sino a los pequeños y medianos.

En función de los informes, se diseñará un plan, conjuntamente con las administraciones locales y las empresas privadas de gestión indirecta, para paliar o eliminar las pérdidas.

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