Veranos del Taoro, el festival a cielo abierto que tiene su sede en Puerto de la Cruz, despidió este sábado su tercera edición. Un día antes, los actores Abel Folk y Silvia Marsó interpretaron el espectáculo Claveles, una pieza teatral creada por Emma Riverola que aborda el reencuentro de dos amigos, con la Revolución portuguesa de 1974 muy presente en el relato.
La obra plantea el viaje a Lisboa de tres estudiantes españoles, Violeta, Javier y Ramón, para vivir el nacimiento de la democracia en Portugal con la Revolución de 1974. Tras 40 años, Violeta y Javier, interpretados por Silvia Marsó y Abel Folk, se reencuentran y el ayer y el hoy se entremezclan.
LA SORTIJA
Marsó y Folk dejaron en la mañana del sábado su huella verde en el Parque de La Sortija de la ciudad turística, plantando una palmera, junto a los árboles que, hasta ese momento, habían ya apadrinado y amadrinado Rubén de Eguía e Isabella Rossellini, quienes representaron en Veranos del Taoro En mitad de tanto fuego y Darwin’s smile, respectivamente.
Esta es una de las acciones que ha promovido el festival en favor de la sostenibilidad y la riqueza natural de su entorno. Creado y producido por Encaro Factory, Veranos del Taoro ha contado con el patrocinio del Ayuntamiento de Puerto de la Cruz, el Cabildo (Tenerife! Despierta Emociones), el Gobierno autonómico (Turismo de Islas Canarias; Islas Canarias, Latitud de Vida), Heineken, Aqualia, Loro Parque y Fundación Loro Parque, así como la colaboración de diversas entidades públicas y privadas.
CINCO DÍAS CON QUINCE ESPECTÁCULOS
El festival confeccionó una agenda compuesta por 15 espectáculos durante cinco días, desde el pasado martes, en tres espacios, Laurel de Indias, Arboleda e Iglesia. Ayer, en su jornada de clausura, se presentaba El bar nuestro de cada día, de Chipi La Canalla; la propuesta de danza Más o menos inquietos, del bailarín y coreógrafo tinerfeño Daniel Abreu, y la pieza de circo contemporáneo Sopla!
Para el cierre, el festival programó Belleza y Perdón, de Mastodonte, el proyecto de Asier Etxeandia y Enrico Barbaro, que es definido como “un viaje confesional de templos sagrados y alabanzas a la vida, de revolución y preguntas, de canciones como monólogos y de música como terapia; mensajes místicos y paganos acompañados de ritmos y armonías sagradas”.