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Se cumplen 40 años del incendio de La Gomera, en el que murieron 20 personas

Se quemaron unas 900 hectáreas de matorrales y monte bajo, lo sitúan esta tragedia como uno de los episodios más dramáticos de este tipo en España
40 años del incendio de La Gomera. | DA

Hoy, 11 de septiembre, se conmemoran 40 años del devastador incendio en La Gomera, uno de los más trágicos en la historia de la isla. Aunque el incendio del Roque de Agando no ocupa un lugar destacado en cuanto a extensión forestal afectada (se quemaron unas 900 hectáreas de matorrales y monte bajo), las consecuencias fatales, con la pérdida de 20 vidas, lo sitúan como uno de los episodios más dramáticos de este tipo en España.

En la medianoche del 10 de septiembre, pocos imaginaban que el incendio iniciado en la zona de Dehesa del Manco, en el caserío de La Laja, en San Sebastián de La Gomera, se convertiría al día siguiente en una inmensa columna de fuego que acabaría con la vida de veinte personas. Entre los fallecidos se encontraba Paco Afonso, joven gobernador civil de 36 años, quien llevaba apenas 44 días en el cargo y había acudido a la isla para coordinar las labores de extinción, incluso equipándose con botas militares que consiguió para la ocasión.

El destino quiso que su predecesor, Eligio Hernández, hubiese enfrentado un gran incendio en 2017 en Icod, que consumió 20,000 hectáreas y obligó a plantear la evacuación de miles de habitantes. En esta ocasión, el inicio del incendio parecía menos alarmante, apenas un pequeño foco que no inquietó a los vecinos. Sin embargo, en pocas horas, las llamas alcanzaron la cumbre, atravesaron la carretera TF-713 (ahora G-2) cerca del Parque de Las Nieves y avanzaron hacia el sur, afectando al barranco de Benchijigua. De inmediato, se convocó a voluntarios mediante altavoces y campanarios en localidades como San Sebastián, Hermigua y Vallehermoso, y muchos acudieron a colaborar con lo que tenían a mano.

Al amanecer, comenzaron a construirse cortafuegos con la esperanza de evitar que el fuego alcanzara el Parque Nacional de Garajonay, bajo la supervisión de los técnicos de Icona en La Zarcita, Bailadero y El Cedro.

El mediodía trajo la falsa esperanza de que el incendio estaba casi bajo control en la zona de Los Roques, justo cuando el gobernador Paco Afonso llegó junto a su secretario Bartolomé Alonso y su chofer José Brito. En ese momento, un repentino cambio de viento avivó las llamas desde el fondo del barranco, creando una inmensa bola de fuego que, según el testimonio del radioaficionado Sito Simancas, saltó sobre los cortafuegos recién levantados y se propagó con furia hacia Ojila y Agando.

Los técnicos de Icona ordenaron la retirada de todos los presentes hacia zonas ya quemadas, pero un brote inesperado de fuego atrapó a veinte personas en la carretera entre los Roques de Agando y Ojila, provocando una tragedia sin precedentes.

En la tarde del 11 de septiembre se confirmó la muerte del gobernador Paco Afonso, junto a otras dieciséis personas. Días después, tres más sucumbieron a sus heridas, entre ellos el presidente del Cabildo gomero, Antonio Lito Plasencia, quien sobrevivió pero llevó las cicatrices físicas y emocionales del suceso hasta su fallecimiento en 2015.

Sito Simancas, uno de los voluntarios que subió a la cumbre para facilitar las comunicaciones como radioaficionado, relató cómo apenas tuvo tiempo de escapar de la devastadora bola de fuego que subió hacia Agando. El jefe de Icona, Sosa, intentó advertir a todos que retrocedieran, pero no fue suficiente para salvar a las veinte personas que quedaron atrapadas en aquel fatídico lugar.

El incendio, que fue finalmente controlado el 13 de septiembre y extinguido el 19 tras la llegada de las lluvias, dejó 20 muertos y 14 heridos. Entre los fallecidos, trece eran de La Gomera y siete de Tenerife, incluyendo al gobernador Paco Afonso y su equipo, quienes perdieron la vida en una tragedia que marcó la historia de la isla.

El episodio también incluyó una controversia sobre las fotografías tomadas por Pablo Afonso, quien se enfrentó a la presión de no publicar las imágenes de las víctimas, pero las fotos finalmente aparecieron en medios nacionales, generando un intenso debate sobre la ética periodística y el tratamiento de la tragedia.

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