por qué no me callo

Tanto tentando el fango…

El año que se acaba decidió la palabra. Es el año del fango. Lo era ya como metáfora política en un paisaje de bulos cuando el presidente escribió una carta de reflexión y mencionó el estigma: el fango. Ahora que el fango se ha materializado en Valencia, ha golpeado a los reyes, a Sánchez y al anfitrión, Carlos Mazón, la dimisión sobrevuela, como hizo en aquella carta, pero esta vez sobre las cabezas del PP.


El ministro canario, Ángel Víctor Torres, que se hizo archipielágico con los incendios y mostró fiabilidad en los demás dramas que le tocó gestionar, es ahora la voz del Gobierno en el comité de crisis por la gota fría que ha congelado al PP.


En esta feria de las palabras, la dimisión se vuelve en contra de quienes más la utilizaron contra Sánchez, que cumple el sábado un año de la investidura y este mes celebra el Congreso Federal del PSOE: “Sánchez dimisión”, era la cantaleta de la bancada popular. Sin embargo, el PP se resiste ahora a aplicarse el cuento. Torres, al que también exigían dimitir por las mascarillas de la pandemia, se contiene. “La prioridad es la emergencia”, dijo el domingo en la Moncloa.


Ayer, el Consejo de Ministros redondeó la ayuda en 14.300 millones. El Estado no está “fallido”, esas serían las ganas de la ultraderecha, que clama solo el pueblo salva al pueblo, en lugar de halagar la ola de voluntarios per se. Sánchez recordó al volcán de La Palma y la borrasca Filomena. Y el PP, agradecido, se bate hoy contra Teresa Ribera en Europa, con el patriotismo del lodo, como si fuera Mazón, el único responsable del desastre del desastre.
¿Accederá el PP a apoyar los Presupuestos? ¿Tampoco ahora? ¿Cuándo, entonces, hablar de partidos de Estado? En Canarias tenemos memoria del voto gélido del PP contra el reparto de menores africanos. Nadie olvide que 55 migrantes murieron en la ruta canaria a la par que la DANA.


Ahora, la procesión va por dentro de otro hombre que no es el presidente. ¡Quién le iba a decir a Feijóo que le esperaba una lluvia del demonio, como la del 29 de octubre! Porque ese diluvio que segó centenares de vidas se llevará por delante a los que llegaron tarde o no avisaron y, si se descuida, al que se deje arrastrar por la riada de las acusaciones falsas. Si Feijóo no cesa esa riada y su apoyo a Mazón, lo sacarán con la cara boca abajo, como la del presidente de la Generalitat valenciana en los carteles de la manifestación multitudinaria que pedía su dimisión.


Pocos sucesos lastran más la imagen de los partidos que la mala gestión de una crisis, el baldón de pasar por torpes cuando el pueblo los necesita en una catástrofe, colgados con sábanas para no ahogarse en zona de huerta y marjal. En la pandemia le tocó a Sánchez superar esa prueba.


El PP no tiene buen currículum en esta materia cuando gobernó. Con Aznar, el vertido del Prestige en Galicia (2002), el accidente del Yak-42 en Turquía (2003) y los atentados de los trenes el 11-M en Madrid, a tres días de unas elecciones generales (2004) dejaron un rastro de desinformación.


La DANA de Valencia (más de 220 muertos) se suma ahora a esa mala reputación que le persigue. El fallo ha sido garrafal y la incompetencia amenaza con cubrir de fango a todo el partido, que titubea sobre el cambio climático. Feijóo no ha salido del estado de shock, su connivencia con Mazón le salpica. Si de su boca no sale pedirle que se marche, y traga, correrá su misma suerte. El jueves comparece el valenciano. El gallego sabrá qué hace.


El peligro es hacer una montaña de mentiras. El bulo del parking, esos dogmas de fe. Primero Feijóo acusó al Gobierno de no informar. Pero Mazón alababa a Sánchez en ese preciso instante. La Aemet había acertado de pleno, y la Generalitat pecó de negligente: tardó una eternidad en avisar a la población cuando ya era tarde. Luego, se escuchó una estólida teoría de la inacción del Gobierno en boca del portavoz parlamentario popular, un Tellado nocaut; se señaló al Ejército, el general de la UME respondió y se produjo un insólito incidente entre el PP y las Fuerzas Armadas. Pero para entonces todos habían confesado: la consejera de Interior (que cubría una vacante de Vox), admitiendo no saber que había un sistema de alertas de móvil ES-Alert, y Mazón, que había estado almorzando tres horas con una periodista haciéndole una oferta de trabajo y se puso tarde al frente de la emergencia.
¿Qué dice la ley? Protección Civil es competencia de las comunidades autónomas y la prevención también. Mazón debió alertar a la ciudadanía en sintonía con la Aemet. Era su deber. Aunque la mona se vista de seda…


Todo esto da idea de un partido acostumbrado a no tener que defenderse y que ahora le cuesta agachar la cabeza y pedir perdón.

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