La historia de una migración, de cualquier migración, reúne muchas historias. Por ejemplo, las de cada uno de los canarios y las canarias que abandonaron el Archipiélago entre los años 40 y 50 del siglo pasado rumbo a Venezuela. Una de ellas es la del bisabuelo del escritor canario Diego Gutiérrez Quintana (Santa Cruz de Tenerife, 2000), quien por aquellos años tomó la decisión de emigrar de forma clandestina -el método más habitual, en el pasado y en el presente, que tienen de viajar quienes buscan una salida a la dramática y compleja situación vital que atraviesan- para poder pagar las medicinas y la atención sanitaria que precisaba su esposa, enferma de tuberculosis.
LA FICCIÓN Y LA REALIDAD
Ese relato familiar sobre el bisabuelo que vivió en América alrededor de siete años, y que hasta donde alcanza su memoria había escuchado siempre, ha dado pie al joven escritor tinerfeño, ingeniero mecánico de profesión que cursa un máster en Ingeniería Industrial, a crear otro literario, que guarda cierta relación con el primero pero, como la ficción que es, no deja tampoco de resultar muy diferente: El precio de los recuerdos.
“Lo primero que se me ocurrió -explica Diego Gutiérrez acerca de su primera novela en una charla con este periódico- no fue la idea en sí, el punto de partida que luego daría lugar a la trama, sino el título”. “Hacía muy poco que había salido de una situación personal difícil y me paré a reflexionar sobre eso de que si no aprendemos a dejar atrás el pasado, será muy complicado que podamos mejorar nuestra vida en el presente. Entonces, recuerdo que iba conduciendo, pensé que los recuerdos tienen un precio”.
LA CRÓNICA
La obra transcurre en dos tiempos diferentes. En 1992, cuando Miguel, un joven de 25 años, halla los diarios de su abuelo, Juan de la Torre, quien emigró cuatro décadas antes a Venezuela, y en el del propio relato escrito por este. Una crónica en la que resulta determinante una circunstancia que no era extraña a muchos de esos viajeros por obligación: establecer nuevos vínculos afectivos en el lugar de acogida.
“Me parecía demasiado ambicioso para mi primera novela jugar de forma constante con las idas y venidas en el tiempo”, argumenta Gutiérrez, “así que opté por comenzar el relato a principios de los años 90 y, de manera casi automática, adentrarme a relatar la historia de Juan, desde la travesía que emprende hasta su llegada al estado de Aragua. Finalmente, en el desenlace, regreso a 1992 para mostrar al lector las consecuencias de esa vida vivida por Juan en Venezuela”.
“Se trata de una ficción histórica -señala el escritor tinerfeño-, pero a partir de ahí me cuesta afirmar si es romántica, de intriga o de aventuras, pues creo que hay un poco de todo”. “Es la historia de un hombre corriente que se sacrifica por alguien a quien quiere, le ocurren cosas que escapan de su control y es víctima de las consecuencias de sus actos”, añade.
Cuando se le pregunta acerca de sus influencias literarias, hay tres autores, y otras tantas novelas, que constituyen los principales referentes de Diego Gutiérrez Quintana como lector y ahora como escritor: Ernest Hemingway y Por quién doblan las campanas, Gabriel García Márquez y El amor en los tiempos del cólera y Carlos Ruiz Zafón y La sombra del viento.
“Son los que me han guiado en la literatura y quienes más han influido en mi escritura”, apostilla.
Aunque iba a ser una sola novela, El precio de los recuerdos se convertirá en bilogía: “A medida que escribía”, señala, “la historia se iba haciendo más compleja y daba para más, de manera que ahora me encuentro escribiendo su continuación y estoy aproximadamente a la mitad de su desenlace”.