El ser humano recurre al humor para enfrentar el caos, un mecanismo que funciona como válvula de escape y que ayuda a sobrellevar la frustración. “Se sale antes de las drogas que de Las Chafiras”, dice un meme que circula en redes. Esto refleja la impotencia de quienes sufren las consecuencias del colapso generado por las obras de este enlace, esencial en la movilidad de la comarca sureña. Sin embargo, más allá de la sátira, el problema es real y afecta gravemente a los trabajadores, clientes y empresarios del Polígono de Las Chafiras 1 y 2, Llano del Camello, Las Andoriñas y zonas aledañas.
Los retrasos en la ejecución, la falta de medidas paliativas y la organización han puesto en jaque a cientos de negocios. Las cifras hablan por sí solas: descensos en ventas de hasta un 50%, despidos masivos e incluso, cierres definitivos.
DIARIO DE AVISOS conversa con algunos de los empresarios más perjudicados, quienes expresan su tristeza ante la gestión de la situación. Fátima Peña, encargada del restaurante Mándate un Pollo, describe el impacto con crudeza: “Las ventas nos han bajado a la mitad. Los clientes no pueden acceder, las colas son interminables y muchos cancelan los pedidos”. Define la situación con una palabra: “catastrófico”.
PÉRDIDAS DE HASTA 20.000 EUROS
Eduardo Herrera Rancel, propietario de El Kilo, señala que su negocio pierde mensualmente alrededor de 10.000 euros: “A la obra se le suma la falta de aparcamientos y los constantes cambios en los accesos. Los pocos clientes que llegan, cuenta Rancel, “nos dicen: ‘Tuve que dejar el coche en doble fila porque era imposible entrar”.
Uno de los casos más graves es el de José Luis Maseda, dueño del hotel veterinario Don Perro. Su facturación ha caído un 60%, y la plantilla se ha reducido a la mitad. “Todo lo que necesito para que mi negocio funcione — cita los accesos rápidos y facilidad para aparcar— según él, se ha vuelto imposible. Concluye con un mensaje crítico: “No sé cuánto tiempo más podremos aguantar.”
En el sector farmacéutico, María de los Ángeles Gómez Delgado, dueña de una farmacia desde 2003, destaca cómo las obras han complicado la rutina de sus clientes: “Los que vienen de Llano del Camello tienen que dar mil vueltas para llegar. Lo que antes eran 800 metros ahora son dos kilómetros. Solo desde diciembre, hemos perdido 20.000 euros”
La gestión de las obras ha sido otro punto de discordia. Por su parte, Eduardo Herrera explica que “un día la carretera está abierta en un sentido y al siguiente cambia”, añadiendo que “no hay un patrón claro”, a la vez que cita: “parece que estuvieran probando soluciones al azar.”
El proyecto, aprobado en 2017 con un presupuesto de 32 millones de euros, prometía resolver los problemas de tráfico de una de las zonas más transitadas de Tenerife. Con un plazo inicial de 30 meses, la obra acumula a día de hoy unas 83 semanas de retraso.
Entre las causas de estas demoras se encuentra, por ejemplo, la paralización temporal del proyecto debido a la protección de la pimelia tinerfeña costera, un escarabajo hallado en la zona y que se encuentra incluido en el catálogo de especies amenazadas. Además, las complicaciones aplicadas a realizar una obra de esta envergadura, donde nunca se ha cortado el tráfico y según las cifras expuestas por el Cabildo, transitan más de 70.000 vehículos al día.
“habría sido catastrófico”
Francisco Javier González, viceconsejero de Obras Públicas, ha mantenido reuniones con representantes empresariales de la comarca y, en especial, del polígono, para buscar soluciones. Por su parte, el alcalde de San Miguel de Abona, Arturo González, afirma que evitar la paralización total del tráfico tras las fiestas navideñas fue clave para reducir el impacto económico: “habría sido catastrófico”.
Aunque el Cabildo asegura que las obras estarán terminadas en mayo, muchos empresarios temen que las demoras continúen y los daños sean irreparables. Los afectados coinciden en que las obras eran necesarias, pero critican la falta de planificación para minimizar los efectos negativos