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Un experto geólogo se pronuncia sobre la última actividad en el Teide: “Pueden producirse enjambres sísmicos sin que se produzca una erupción”

Recalca la necesidad de educar a la población
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El 23 de enero, los expertos del Comité Científico de Evaluación y Seguimiento de Fenómenos Volcánicos en Canarias del PEVOLCA (Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por riesgo volcánico en la Comunidad Autónoma de Canarias) calificaron de «anómala» la actividad del volcán Teide, situado en la isla de Tenerife, subrayando que los signos “no parecen ser precursores de un proceso eruptivo a corto plazo”.

Aunque desde el primer momento los científicos han descartado la posibilidad de una erupción volcánica inminente, hay cierta preocupación entre la población, entre otras cosas por la forma en que se ha difundido esta información en algunos medios de comunicación. Arrojemos, pues, algo de luz, comenzando por algunas curiosidades sobre el Teide, uno de los volcanes más fascinantes de Europa.

En Meteored.com, su redactor jefe en Italia, Lorenzo Pasquialini, geólogo y con un master en Geología Aplicada a la Ingeniería y a los Riesgos por la Universidad La Sapienza de Roma, ha realizado un extenso artículo en el que analiza la situación actual del Teide.

Las últimas erupciones

En las islas Canarias, las erupciones más recientes se produjeron en las islas más occidentales, en particular en el oeste de la isla de La Palma, en otoño de 2021 y frente a la costa de El Hierro (erupción submarina de 2010-2011).

En 1909 se produjo la erupción del volcán Chinyero, situado en uno de los flancos del Teide. Esta fue la última erupción en la zona. Otras erupciones volcánicas ocurridas en los últimos siglos, de las que tenemos constancia, son las de 1492, 1704, 1706 y 1798.

Los geólogos aún no pueden predecir con exactitud cuándo se producirá una nueva erupción volcánica, pero hay varias pistas que pueden ayudarnos a entender si un volcán entrará en erupción en el futuro.

¿Puede volver a erupcionar el Teide?

El primer indicio proviene de la propia historia: si un volcán ha entrado en erupción varias veces en tiempos históricos, y éste es el caso del Teide, es muy probable que se produzcan nuevas erupciones en el futuro.

La segunda pista nos la da el comportamiento del volcán. Un posible aumento de los terremotos, la deformación del suelo, un aumento de la concentración de gas, son señales que podrían indicar una reactivación del volcán. Estas son las anomalías que señalan los expertos que vigilan el Teide. Se entienden como ‘anomalías’ porque se alejan de lo que ha sido lo normal en las últimas décadas.

Por eso se vigilan de cerca los volcanes, porque cualquier cambio en los parámetros (concentración de gas, deformación del suelo, terremotos) puede ser señal de que se aproxima una nueva erupción. La cuestión es que hay que recalcar que estas señales no siempre preceden a una erupción. Y este es precisamente el caso del Teide.

Según los expertos, desde 2016 se han registrado cambios en la actividad sísmica, pero también cambios geodésicos y geoquímicos. Se ha producido, por tanto, un cambio en algunos parámetros con respecto a la norma, por lo que se habla de anomalía.

Estos cambios pueden haber aumentado algo desde 2022, atribuibles a un incremento de la presión en el sistema hidrotermal bajo la isla de Tenerife, lo que, según explican los expertos, exige una mayor vigilancia del volcán.

Entre los datos más relevantes analizados por los científicos está la evidencia de que desde 2016 se han producido cambios en las emisiones de gases del Teide, que indican un aumento de la presión en el sistema hidrotermal, y que también podrían estar correlacionados con la mayor frecuencia de la actividad sísmica registrada.

En definitiva, se produce un aumento de la presión en estas zonas, que podría deberse a la llegada de nuevo magma o estar relacionado con otras causas.

Terremotos

También se han detectado varios terremotos, agrupados en enjambres sísmicos, desde 2023. Todos ellos son de baja magnitud, pero deben seguirse de cerca porque pueden darnos pistas sobre lo que está ocurriendo en la zona del volcán.

Al fin y al cabo, pueden producirse enjambres sísmicos y cambios en la concentración de gas sin que se produzca una erupción. Por eso los expertos insisten que no hay datos que indiquen una erupción inminente. De hecho, el semáforo de alerta volcánica permanece en verde, el nivel más bajo.

Al mismo tiempo, en una isla volcánica como Tenerife, nadie puede descartar la posibilidad de una erupción a medio o largo plazo, algo que sí que parece más probable. Por ello, siendo Canarias un archipiélago volcánico, hay que continuar con la prevención y la educación para convivir con los volcanes.

La última erupción en Tenerife, la del volcán Chinyero en 1909, duró sólo diez días y no causó daños a la población, pero fue más bien explosiva y esparció cenizas por una vasta zona. En aquella época la zona estaba mucho menos poblada que ahora, y hoy viven más de 200.000 personas en las zonas que se vieron afectadas por la erupción, hay infraestructuras y dos aeropuertos.

Como ocurre siempre en las zonas sujetas a peligros naturales (terremotos, inundaciones, erupciones volcánicas), la presencia de actividades humanas y asentamientos aumenta el riesgo.

El riesgo volcánico, entendido como la suma de la probabilidad de que se produzca una erupción junto con la cantidad de elementos expuestos y la vulnerabilidad, ha aumentado precisamente porque se ha incrementado la población en la zona y la cantidad de edificios e infraestructuras expuestos. Por ello, la prevención y la información a la población son cruciales.

Mientras tanto, los expertos siguen vigilando el volcán, y aseguran que cualquier noticia sobre su comportamiento será comunicada a la población de inmediato.

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