tribuna

La solución no vendrá del norte, viene del este

Nos criaron, nos convencieron -y lo siguen haciendo-, con el dogma de que las soluciones a casi todos nuestros problemas vienen del norte. Los problemas propiamente dichos no, eso son solo nuestros nos dicen, fruto de nuestra incapacidad, nuestra gandulería o la condena divina de ser riscos aislados en medio del Atlántico. El extractivismo, el subdesarrollo secular y la pobreza como herramienta de control social no tienen nada que ver, ¿cómo osan pensar eso? ¡no sean demagogas! La culpa es del pueblo canario que le gusta poco trabajar. Del norte vienen las transferencias, la masa turística y el talento inigualable de los nómadas digitales, y por supuesto, también vendrá la solución a la crisis migratoria estructural que vivimos a diario.

La Unión Europea provoca esta crisis migratoria con la externalización de sus fronteras, la ausencia total y absoluta de vías legales y seguras que provocan la pérdida de miles de vidas, las políticas de apartheid, el expolio de recursos naturales y el intervencionismo en los asuntos internos de los países africanos. Pero ingenuamente anhelamos, con incrédula esperanza, que tendrán que ser ellos, los mandamases del norte, quienes solucionen la papeleta. Y como contra el optimismo no hay vacuna, también esperamos, sin ninguna evidencia que sostenga dicha espera, a que los diferentes gobiernos autonómicos del resto de comunidades autónomas del Estado se dignen a un reparto humanitario de los niños y niñas retenidos en Canarias, en condiciones muchas veces alejadas de los Derechos Humanos más básicos. El Gobierno de Canarias y los partidos estatales se tiran la pelota de unos a otros, pero solo nos queda claro que ni tienen ni quieren aportar una solución a corto plazo, y que si la hay, obviamente vendrá del norte. Estamos empezando 2025 y parece buen momento para dejar de creer en pajaritos preñados, quitarnos la venda y mirar hacia el este. A muchos menos kilómetros de aquí y de lo que nos han hecho pensar, de hecho más cerca que Barcelona o Bruselas, por ejemplo, en nuestro continente están teniendo lugar transformaciones políticas y sociales de gran calado, una ola de cambios basados en la soberanía nacional, la superación del colonialismo europeo y el panafricanismo moderno. Burkina Faso, Malí y Níger crearon la AES, una confederación de estados del Sahel, y están nacionalizando minas, generando sus propias reservas de oro, construyendo escuelas y hospitales, combatiendo eficazmente al terrorismo integrista y desarrollando la industria local. Por su parte, Senegal acaba de culminar un cambio por la vía electoral liderado por el tándem Faye-Sonko que cuenta con gran apoyo popular, y entre las primeras medidas anunciadas encontramos la apertura del puerto de Dakar a las exportaciones de sus países vecinos sin salida al mar. Dakar es el puerto más grande de la costa noroeste africana y el tercero en tráfico, tras Abiyán y Lagos, si sumamos también al golfo de Guinea a la ecuación. Estados como Chad viven también, con mayor o menor intensidad, procesos de integración regional y de soberanía nacional. La lista en nuestro continente es afortunadamente más larga, pero estamos poniendo el foco solo en nuestro entorno geográfico cercano. Todos estos cambios, con sus luces y sombras como cualquier proceso histórico, pueden ser la mejor garantía para evitar que miles de personas, principalmente jóvenes, mueran ahogadas en nuestro mar o sean retenidas en condiciones indeseables en nuestras islas. La juventud africana no quiere emigrar, quiere tener un futuro en su tierra y esta es la vía para conseguirlo, tomando las riendas de sus propios destinos. A las potencias coloniales europeas les toca abandonar el intervencionismo, les guste o no. La salida militar de Francia que han escogido muchos de nuestros estados vecinos y la intención de sustitución del Franco CFA, así lo demuestran.

Y por supuesto, que desde Canarias permanezcamos totalmente de espaldas a todos estos cambios que se producen en nuestro entorno, enmarcados en una geopolítica global cada vez más multipolar, demuestra la falta de proyecto estratégico, de soberanía, de valentía y de empoderamiento de quienes gobiernan y han gobernado el archipiélago. No hacer nada supondrá la pérdida de una oportunidad histórica en el plano económico, comercial, energético, cultural, etc., que a buen seguro pagaremos cara. Como decía la canción de Feliú, de la nueva trova cubana: ¿será que olvidan la geografía, que nos condena juntos a ser vecinos?

*Concejal de Drago Verdes Canarias
en La Laguna

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