puerto de la cruz

El legado de doña Conchita en el Puerto de la Cruz

Gabriela Concepción Rodríguez Garcia fue la primera mujer concejal del Ayuntamiento, la primera jueza de paz del municipio y Hermana Mayor de la Virgen del Carmen; el 18 de marzo cumplió 100 años
Gabriela Concepción Rodríguez García con su familia. Sergio Méndez

Su nombre es Gabriela Concepción Rodríguez García pero todos la conocen por ‘ doña Conchita’, ya que fue de grande cuando empezó a usar su nombre completo y ni siquiera sus hijos saben exactamente el motivo exacto.

Conchita cumplió el 18 de marzo 100 años, un siglo de vida dedicado al compromiso, tanto con su familia como con su municipio, el Puerto de la Cruz, del que fue la primera mujer concejal y la primera jueza de paz, además de presidenta de la Asociación Amas de Casa, Hermana Mayor de la Hernandad de la Virgen del Carmen y fundadora de la primera guardería de carácter benéfico que tuvo el municipio, situada todavía en la misma zona, El Tejar.

Terminó el bachillerato y se preparó para el Examen de Estado, una prueba que hacía poca gente y que le permitió, sin ser maestra, dar clases y cotizar como tal. Siempre estuvo muy vinculada con la enseñanza.

Prueba de ello es que estuvo al frente de ‘El mundo de los niños’, una guardería privada ubicada en la calle Peñón, donde actualmente funciona el conocido restaurante Los Gemelos. Lo regentaba un matrimonio amigo que se lo ofreció cuando al hombre lo destinaron a Mallorca y ella no dudó pese a que estaba trabajando filantrópicamente para que Puerto de la Cruz tuviera una guardería pública.

Sabía que cuando esta se abriera ella iba a cerrar su negocio y así fue porque entendía que las mujeres -muchas de las cuales trabajaban a la par de sus cónyuges y en hoteles, debido a que era el auge del turismo en la ciudad- tenían que tener ayuda para cuidar de sus hijos.

Ella tiene cuatro: María José, Pedro Luis, Manolo y Conchibel Padrón Rodríguez (los tres primeros junto a ella en la foto), 12 nietos y el mismo número de bisnietos. Son ellos quienes recuerdan todos los detalles sobre el trabajo y la vida de su progenitora porque a ella le resulta imposible debido a un proceso degenerativo que le afecta la coordinación en el habla y también le impide caminar. Sin embargo, durante la conversación regala varias sonrisas, como símbolo de complicidad o agradecimiento.

Su implicación social por la ciudad la llevó a convertirse en la primera mujer concejal, un cargo que no buscó sino que se lo pidieron, pese a la época y al momento. Fueron unos amigos quienes tocaron a su puerta para proponerle que fuera candidata, y tras hablarlo con su familia, aceptó. Se incorporó al gobierno presidido por Felipe Machado González de Chávez en el área de Fiestas y Parques y Jardines. En un mundo de hombres, como era la política en los años 70, nunca se sintió incómoda sino todo lo contrario. Recalcaba que “todos eran unos caballeros” y siempre le facilitaron el quehacer diario, apunta María José.

Tampoco cobró por su trabajo en el Ayuntamiento, al que se dedicó hasta el año 1979, “pese a que se levantaba a las cinco de la mañana para ver trabajar a los jardineros”, añade su hijo Pedro Luis.

Fue siempre tajante con los asuntos que consideraba prioritarios para la ciudadanía. En este sentido, su hija pone como ejemplo lo ocurrido cuando tuvo que apoyar la segunda fase del Lago Martiánez, una obra muy importante para el municipio y para la que había que aprobar el presupuesto. “Me dejó claro que iba a poner un requisito: que se firmaban primero las viviendas sociales que ya estaban en marcha, en concreto, las de El Pino y las de La Vera”. Caso contrario, no lo hacía, ya que no concebía que “hubiera tanta gente malviviendo, sin tener casa, por más que el Lago era importante y generaba muchos ingresos para el municipio”.

María José describe a su progenitora como “una mujer comprometida y entusiasta, porque se metía en todos los proyectos y al mismo tiempo, cumplió con todas sus funciones familiares y sociales”, y asegura que siempre le inculcó a sus cuatro hijos el respeto por el turismo y el lugar donde vivían: “Si una persona les pregunta algo lo tienen que atender y si lo tienen que llevar al sitio por el que pregunta, lo hacen, porque ustedes viven en una ciudad que es turística y aquí vive mucha gente de eso y ustedes tienen que colaborar”, les decía.

En su casa nunca se habló de política como se entiende actualmente sino que se concebía más como un servicio social. Pedro Luis es el único que heredó de su madre su compromiso con la política, a la que se dedicó durante dos legislaturas como senador de la Agrupación Herreña Independiente (AHI), y luego volvió a su trabajo de veterinario.

Al dejar el Ayuntamiento, Concepción se incorporó como jueza de paz, la primera del municipio, a propuesta del Pleno de la Corporación. Fue a comienzos de los años 80 pero permaneció varios años dado que durante mucho tiempo se careció de la figura de juez y ella la sustituyó. Sus hijos llegaron a acompañarla a la celebración de juicios y casamientos. Había personas que pedían expresamente que los casara ‘Conchita’ porque no se ajustaba al escaso tiempo de una boda civil sino que se preparaba de manera especial cada ceremonia.

Cristiana proactiva

A los pleitos, litigios y casamientos se sumaba su actividad como Hermana Mayor de la Hermandad de la Virgen del Carmen. Es una cristiana proactiva, siempre fue creyente y practicante. “Decía que no fue monja porque conoció a mi padre”, señala Manolo. María José discrepa. “Quizás lo decía porque su mejor amiga fue misionera en Japón, aunque casi seguro que lo hubiera hecho bien”, reconoce.

Esa capacidad de combinar pasión y trabajo en beneficio de los vecinos y vecinas de Puerto de la Cruz hizo que en 2006 la propusieran como pregonera de las fiestas de julio.

‘Conchita’ fue y sigue siendo una mujer muy querida y respetada en su ciudad. Los tres hermanos rememoran cuando caminaban con su madre por la avenida: “era dar diez pasos y todos se paraban a hablarle. Ir con ella a la playa era absolutamente desesperante, porque llegábamos de noche”, bromea María José.

Una de las dos mujeres “más guapas de España”

Además de ser una mujer elegante, una condición que aún conserva, ‘Conchita’ Rodríguez siempre valoró en las personas su cultura y saber estar. A María José la gente le recuerda que su madre era una mujer muy guapa. “Un amigo siempre decía que en España hay dos mujeres guapas, Conchita Velasco y Conchita Rodríguez”, asegura. Su hermano Pedro Luis lo certifica porque a él también le comentaron en más de una ocasión “que era la mujer más guapa del Puerto de la Cruz”.

Su hija sostiene que si alguna vez se arrepintió o se quejó de algo que hizo fue de callarse algunas cosas, quizás, en su afán de ser siempre una persona conciliadora. Aunque eso, según Manolo, ha sido parte de su éxito y también su mayor legado.

TE PUEDE INTERESAR