tribuna

Las dudas existenciales de ‘barraquito’

Por Marcial Morera.| La voz barraquito (originariamente, cortado de leche natural y leche condesada con licor 43 y canela y limón) es una de las adquisiciones más recientes del vocabulario canario. Al parecer, se trata de un neologismo surgido en Santa Cruz de Tenerife hacia los primeros años de la segunda mitad del siglo XX y generalizado con el tiempo al resto del Archipiélago. En concreto, nos encontraríamos ante uno de esos casos de creación idiomática que la pedantería lingüística suele denominar lexicalización de nombre propio; del nombre propio Barraco (¿de verraco?), apelativo de la persona que supuestamente motivó el referente. De denominar a un individuo determinado, pasaría a denominar, por desplazamiento metonímico, a la especie de cóctel de café, leche, licor y especias que aquel solía consumir. Golosina nada original, dicho sea de paso, pues combinaciones de café con leche (o café solo) y licor existen muchas desparramadas por el ancho mundo, como, por ejemplo, el típico carajillo del español general (combinación de café caliente con alguna bebida alcohólica), el café irlandés (combinación de café con nata y güisqui), el café quemado (mezcla de café con brandy, limón y azúcar moreno), el café trifásico catalán (mezcla de café, leche y licor), el piscafé andino (combinación de café y pisco), y, sobre todo, el café asiático o asiático a secas, icónico de Murcia (Cartagena, en particular), que consiste en una combinación de café con leche condensada, licor 43, coñac, limón y canela, muy semejante, por tanto, al barraquito de los canarios. Tan destacada es la heterogenidad de los ingredientes del barraquito, que en el norte de Tenerife se le suele designar con el nombre de zaperoco, venezolanismo que significa en origen ‘revoltijo o conjunto de cosas sin orden’. Como toda voz popular de semántica compleja, con el paso de los años nuestro barraquito se ha visto forzado a desprenderse de musculatura semántica, para adaptarse a las exigencias de la mente humana, que conoce por contrastes simples o binarios. De sobra sabido es que las lenguas naturales, tanto en el ámbito de las unidades paradigmáticas como en el ámbito de las sintagmáticas (morfología y sintaxis), son sistemas combinatorios de base dos o de constituyentes inmediatos. Por eso empezó nuestra voz por despojarse de los accesorios referenciales de limón, canela’y licor 43’que la caracterizaban en sus orígenes y pasó a entenderse en el sentido más simple de ‘cortado de leche y leche largo’, en oposición al cortado de leche y leche común, popularmente conocido como cortado de leche y leche. En esta nueva situación semántica, el referente original (cortado de leche y leche largo con canela, limón y licor 43) ha pasado a recibir nombres distintos, dependiendo del conocimiento que los hablantes tienen de su historia. Los hablantes más conservadores, que saben que el nuevo significado (‘cortado de leche y leche largo’) es simplificación del antiguo, lo suelen denominar con la expresión compleja barraquito completo o barraquito con todo. Por el contrario, los hablantes más innovadores, que ignoran el valor primigenio de la voz y perciben su significado en términos absolutos, lo denominan con la expresión compleja barraquito especial. Barraquito especial sería, pues, un tipo de barraquito, el barraquito con canela, limón y licor 43, en oposición al barraquito común, que sería aquel que está desprovisto de dichos ingredientes o barraquito virgen, como dice algún imaginativo. Digamos que la semántica de nuestro término se ha dado la vuelta: lo que era particular (cortado de leche y leche con licor 43 y canela y limón) se ha convertido en general (cortado de leche y leche largo), en tanto que lo que es general se hace particular en la expresión barraquito especial. Y, más recientemente, ha terminado nuestra voz por desprenderse del matiz cuantitativo de ‘largo’ que adquirió en su primera evolución y ha pasado a entenderse en el sentido más simple de cortado de leche y leche sin más (valor no generalizado del todo aún), que es su estado semántico idóneo, porque se adapta perfectamente a la binariedad conceptual mencionada. En esta nueva situación, barraquito se opone a cortado por el contraste semántico cortado de leche natural y leche condensada/ cortado de leche natural. Lo que ha hecho, pues, el veleidoso barraquito con el paso de los años no ha sido otra cosa que soltar lastre para adaptarse a las condiciones ideales de la mente humana, como suelen hacer todas las palabras de su estirpe.

*Catedrático de Lengua española de la ULL

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