Mientras Marruecos anuncia con orgullo la construcción de su nuevo astillero, el mayor del norte de África, con apoyo estatal, asistencia técnica de Navantia y más de 210.000 m² de infraestructura estratégica, en Canarias seguimos dejando pasar oportunidades históricas para diversificar nuestra economía. ¿Por qué?
Lo que debería ser motivo de movilización social y debate urgente se silencia, se retrasa y se empantana en burocracia. Aquí las oportunidades no se pierden por falta de recursos, talento o visión empresarial; se pierden por desinterés o, peor aún, por intereses ocultos que poco tienen que ver con el bienestar colectivo.
En Tenerife tenemos un proyecto industrial ya estructurado, financiado con más de 100 millones de euros de capital privado. Este plan tiene potencial para facturar 250 millones anuales, crear más de 3.000 empleos cualificados y posicionar a Canarias como líder en reparación naval del Atlántico medio.
Se trata de una infraestructura capaz de atender 8 buques de hasta 230 x 38 metros y 25.000 toneladas, en una superficie de 260.000 m² en el puerto de Granadilla. Y, sin embargo, sigue bloqueado, ignorado y ninguneado por las instituciones que, en teoría, deberían impulsarlo.
El espejismo marroquí y el letargo canario
Mientras tanto, desde los medios canarios se aplaude el desarrollo industrial marroquí como si no tuviésemos aquí la capacidad de hacer algo mejor. Como si nuestro destino inevitable fuera seguir dependiendo exclusivamente del turismo: un turismo precario, estacional y altamente vulnerable, que no garantiza empleo estable ni de calidad.
Pero esta no es solo una cuestión empresarial. Esto es, sobre todo, una decisión de modelo de futuro para Canarias.
Es decidir si queremos seguir siendo una economía basada en camareros mal pagados, o si apostamos de verdad por ingenieros, técnicos industriales, soldadores, proveedores logísticos, mecánicos, empresas con músculo tecnológico y capacidad exportadora.
Es decidir si queremos seguir de espaldas al mar como potencia industrial, o si aprovechamos nuestra ubicación privilegiada para ser un actor clave en las cadenas globales del Atlántico.
¿Incompetencia… o algo peor?
La pregunta que debemos hacernos como sociedad es clara:
¿Estamos simplemente frente a incompetencia administrativa, lentitud burocrática y descoordinación institucional… o estamos ante un bloqueo consciente, orientado a proteger intereses que no son los del pueblo canario?
Cada oportunidad que dejamos escapar no es solo un fracaso económico. Es una renuncia de país. Es perder talento que emigra. Es perder capacidad para generar ingresos reales que permitan redistribuir. Es condenar a miles de jóvenes a un horizonte de empleos estacionales, inestables y mal remunerados.
Canarias no necesita que le cuenten cuentos
Canarias tiene talento.
Tiene una ubicación estratégica que muchos envidian.
Tiene empresarios dispuestos a invertir, a arriesgar, a construir.
Tiene una ciudadanía cada vez más informada y consciente.
Lo único que falta es voluntad política y transparencia.
¿Quién frena el futuro industrial de Canarias?
Hoy quiero invitar a toda persona que crea en un futuro mejor para nuestras islas a reflexionar, compartir este mensaje y exigir respuestas claras.
No podemos permitir que las oportunidades sigan ahogándose en el silencio, la indiferencia o la protección de intereses particulares.
Canarias puede ser mucho más que turismo. Canarias puede ser industria, innovación, exportación, empleo de calidad y progreso real.
La pregunta es simple:
¿Quién está frenando el futuro industrial de Canarias… y por qué?