po qué no me callo

La hipérbole del dragón

La corrupción es aborrecible porque parece eterna. Que nadie la banalice por connivencias ideológicas. Es un cáncer en las democracias y las dictaduras, en los estados liliputienses o las grandes potencias, pero a quien no ha de nublar los sentidos es al cirujano que la extirpe con bisturí y la tire a la basura.

Con la corrupción hay que medir los tiempos, quien sobreactúa, pierde. El fútbol ya demuestra que contenerse es imposible si el fanatismo rige las conductas. Es el dragón del que los psicólogos nos previenen cuando sobrerreaccionamos. La hipérbole del dragón sería la consigna desproporcionada, la pancarta en la grada, el tifo de ¡elecciones, ya!

Ahora, asistimos en España al déjà vu de la corrupción. Ya tocaba, por desgracia. Se cumplen siete años de la censura de Sánchez a Rajoy, y a este último se le abrió en canal la presidencia con el caso Bárcenas desde el segundo año de gobierno (¡el caso Bárcenas!: aquellos papeles con la contabilidad B del tesorero de Aznar y de Rajoy, de la corrupción institucional del partido de ambos, el PP). Pero Rajoy no fue censurado hasta cinco años más tarde, por una sentencia del caso Gürtel. Visto así, se entiende que ahora algunos corren demasiado.

Es inevitable que haya cierto teatro (la hipérbole del dragón). Fingirse aterrorizados por la trama de la banda de los tres puede rozar la hipocresía actoral de partidos con bagaje corrupto. ¡Ya quisiéramos que el bienestar moral aristotélico no fuera una idea preciosa y utópica! En el comunicado de la patronal contra el caso Cerdán, ni media palabra de CEOE y Cepyme sobre empresarios y sobornos, ni medio tirón de oreja. En la representación tras el atril sobre el fin del Gobierno (cual fin del mundo) que hace el PP, ni atisbo de sonrojo en Borja Sémper o el mismo Feijóo sobre la corruptísima gaviota (o el charrán) que sobrevuela sus cabezas.

Según ciertos brigadistas teóricos contra la corrupción, si está arraigada, tarda una generación en desaparecer. España desmiente ese optimismo. Los clásicos eran más realistas. En La República, Platón decía que la corrupción es inherente a la naturaleza humana. Quizá se pasó.

Siendo este un país propenso a meter la mano en la lata del gofio, no faltan precedentes y macrocausas en curso, como este domingo recordaba DIARIO DE AVISOS en relación al otoño que le espera a Feijóo con 28 procesos abiertos y 150 cargos implicados del PP. ¿Qué tipo de amnesia explica que estas cosas no se digan por no quitarle el foco a Sánchez? No son casos históricos, sino pendientes de juzgar estos días, semanas y meses. 2025 y 2026.

No hay corrupción buena y corrupción mala. Todas merecen el mismo fuego eterno (si es cierto lo que dice Platón). Ayer fue expulsado del PSOE Ábalos y renunció al carnet y el acta de diputado Cerdán. El presidente comparecerá en el Congreso y a España hay que seguir gobernándola, salvo censura o una imperdonable siesta, como acusa Abascal a Feijóo por no presentar la susodicha por miedo a hacer un Tamames.

Aún no sabemos cómo seguirá esta historia. Si al salir Ábalos, Koldo y Cerdán, y apagar la luz el último, el cuarto oscuro del PSOE nos reserva nuevas sorpresas. Pero lo que exige la coyuntura -la peligrosa crisis internacional en Oriente Próximo, a todas estas- es hacer política de adultos. Lo de que se adelanten las elecciones suena a pataleta de Melody, que no supo perder.

Estos señores que han sido pillados tendrán su escarmiento en los tribunales, como los 150 que quitan el sueño a Feijóo. Tampoco tiene un pase lo de darnos golpes de pecho a raíz de cada nuevo caso y quedar emplazados para el siguiente escándalo, como en un ritual de minutos de silencio tras cada deceso de calado social.

Que no banalicemos el mal, decíamos, sería la regla perfecta en esta cuestión; hacer distingos, manipular la verdad y pervertir la ética conduce, como dice Hannah Arendt, al cinismo.

¿Podemos quedarnos en paz habiendo cazado a Cerdán con el audio en la masa? Ni hablar. Como tampoco hasta que las macrocausas del PP sean juzgadas y la consabida retahíla: las sospechas sobre los miles de millones de la comunidad de Madrid a cierta empresa de la sanidad privada, o los affaires de la baronesa, o los audios de Cospedal-Villarejo y lo del secretario de Estado de Seguridad con Rajoy detenido y excarcelado estos días. Ni hasta que, en la Dana de Valencia, el Mazongate, paguen los responsables como exigen las familias de los difuntos.

¿Podemos mirar para otra parte sin sentirnos con la moral corrompida?

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