cultura

Fotonoviembre expone en La Laguna obras de Raquel Bravo y Daniel L. Fleitas

La Sala de Arte del Instituto Canarias Cabrera Pinto inaugura ‘Mato Grosso’ y ‘Endémico’, dos muestras de ‘Artistas en Selección’ que se pueden visitar hasta el 30 de noviembre
Una de las obras que integra 'Endémico'. / Daniel L. Fleitas

La XVIII Bienal Internacional de Fotografía Fotonoviembre, que organiza el Cabildo a través del Centro de Fotografía Isla de Tenerife (TEA Tenerife Espacio de las Artes) inaugura hoy viernes (19.00 horas) en La Laguna, en la Sala de Arte del Instituto Canarias Cabrera Pinto, dos de las exposiciones de Artistas en Selección.

Se trata de Mato Grosso, de Raquel Bravo (Valladolid, 1981), y Endémico, de Daniel L. Fleitas (Las Palmas de Gran Canaria, 1991). Ambas forman parte de esta sección de la bienal comisariada por Dalia de la Rosa, junto a las de Yun Ping Li, Almudena Lobera y Laia Serra.

Las muestras, de entrada libre, estarán abiertas hasta el 30 de noviembre en el espacio expositivo que gestiona el Gobierno de Canarias, en horario, de lunes a viernes, de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00 horas, y los sábados y domingos, de 11.00 a 14.00.

Una de las fotografías que forman parte de la muestra ‘Mato Grosso’. / Raquel Bravo

Mato Grosso, de Raquel Bravo, es un proyecto de postmemoria que parte del hallazgo del archivo fotográfico de su padre, José María Bravo. Al revisarlo, la artista descubre que su estancia en Brasil entre los años 60 y 70 no fue un viaje de investigación, como había imaginado en su infancia, sino una experiencia como sacerdote misionero en un proceso de evangelización aún común en la época. Ese hallazgo fractura la memoria construida a partir de relatos familiares y de los objetos traídos de América, ahora en contradicción con la evidencia de las imágenes.

Endémico, de Daniel L. Fleitas, es una serie fotográfica iniciada en 2020 que acompaña una mirada sobre el paisaje y una reflexión sobre la identidad que una geografía confiere a las personas. El núcleo de este trabajo, el centro de este paisaje, es la palmera. Pero no una rebosante de una belleza amable y subtropical, tampoco una orgullosamente erguida en el entramado urbano, ni aquella cantarina y juguetonamente dispersa por la naturaleza. La planta que atrae los pasos y la mirada del artista es la fatigada, la oprimida, la derribada y la de los márgenes, que el artista define como “bellas ruinas escondidas”.

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