Un grupo de científicos y arqueólogos, han descubierto una reliquia antigua capturó la atención de muchos visitantes en el Museo Nacional de Zúrich, en Suiza, una tabla de madera de más de 5.500 años conocida como la puerta Robenhausen. Este objeto, hallado por el arqueólogo Jakob Messikommer en 1868 en los pantanos de Wetzikon, representa una pieza fundamental para entender las sociedades prehistóricas europeas, y continúa siendo objeto de estudio para la ciencia. La puerta, perteneciente a un asentamiento neolítico a orillas del lago Pfäffiker, abrió interrogantes sobre los constructores que alguna vez la utilizaron, una investigación que aún fascina a la ciencia.
Los artefactos antiguos como esta puerta o los restos fósiles desempeñan un papel esencial en el trabajo para la ciencia que buscan comprender el pasado humano. En 2010, redes de pesca comerciales desenterraron en Taiwán una mandíbula fosilizada que los científicos identificaron como perteneciente a un hombre denisovano. Esta mandíbula, conocida como Penghu 1, reveló a través de antiguos fragmentos de proteína que los científicos habían encontrado un importante vínculo en el árbol genealógico humano. Pocos hallazgos de denisovanos han sido posibles, por lo que este descubrimiento fue recibido con entusiasmo por toda la comunidad de científicos.
El análisis de fósiles se ha convertido en un campo que avanza gracias a la dedicación de equipos de científicos especializados en paleontología molecular. Utilizando técnicas avanzadas, estos científicos pudieron reconstruir parte de la dieta y el ambiente de aquellos antiguos humanos, arrojando luz sobre su misteriosa existencia.
Este descubrimiento de los científicos puede cambiar la historia y la ciencia
Mientras tanto, eventos astronómicos también capturan la atención para la ciencia. Este sábado, la luna llena de abril, conocida como la «luna rosa», brillará en el cielo nocturno. Aunque no adquirirá un tono rosado, su esplendor natural será una oportunidad para que científicos y aficionados a la astronomía la estudien como la microluna más pequeña del año, debido a su máxima distancia orbital respecto a la Tierra.
En el ámbito de la exploración espacial, declaraciones recientes del multimillonario Jared Isaacman ante el Senado han despertado debates entre los científicos. Su intención de priorizar una misión tripulada a Marte pone de nuevo el foco en las aspiraciones más ambiciosas de la humanidad, desafiando a los científicos de la NASA y otras agencias espaciales a acelerar desarrollos tecnológicos cruciales.
Mientras los avances tecnológicos sorprenden, para la ciencia han dado un paso histórico con la resurrección genética del lobo terrible, una especie extinta hace 12.500 años. Colossal Biosciences, la empresa detrás de este logro, anunció que utilizando ADN de un diente fosilizado de 13.000 años y un cráneo de 72.000 años, lograron crear cachorros vivos de lobo terrible. El director ejecutivo, Ben Lamm, destacó en un comunicado que este logro representa una revolución para los científicos dedicados a la biotecnología y la paleogenética.
Este avance ha generado controversia para la ciencia, quienes discuten el grado de autenticidad genética de los nuevos ejemplares. Sin embargo, todos coinciden en que observar el comportamiento de estos lobos terribles ofrecerá datos que los científicos nunca antes pudieron estudiar en vida real.

En otro frente, para la ciencia siguen descifrando el impacto del asteroide que extinguió a los dinosaurios hace 66 millones de años. Un reciente estudio, liderado por un equipo internacional de científicos, sostiene que los dinosaurios no estaban en decadencia antes del impacto. Esta hipótesis, respaldada por la comparación de registros fósiles y modelización de datos, desafía narrativas anteriores y obliga para la ciencia a repensar los eventos de aquella extinción masiva.
El paleontólogo Alfio Alessandro Chiarenza explicó que de no ser por aquel asteroide, los dinosaurios todavía podrían compartir el planeta con mamíferos, aves y reptiles, una idea que sigue fascinando a los científicos y al público en general.
En las profundidades del océano, el proyecto de escaneo 3D de Magellan sobre el Titanic ha revelado detalles inéditos del naufragio. Gracias a la tecnología submarina avanzada, los científicos han podido recrear un «gemelo digital» a escala real del famoso transatlántico. Este logro permite a los científicos analizar de manera nunca antes vista las causas y consecuencias del desastre, ofreciendo nuevos elementos para la historia marítima mundial.
El documental de National Geographic basado en este proyecto revela que 35 ingenieros se sacrificaron para mantener la electricidad a bordo, hecho ahora confirmado para la ciencia tras analizar la estructura interna del barco.
Por otro lado, los científicos han hallado en una ciudad maya un altar repleto de restos humanos, no atribuibles a los propios mayas. Este hallazgo altera la comprensión previa de la geopolítica mesoamericana y es objeto de intensos debates entre arqueólogos para la ciencia históricos.
Mientras tanto, en Viena, la construcción de un estadio de fútbol sacó a la luz una fosa común romana de casi 2.000 años. El hallazgo, que asombró a los para la ciencia en Europa, revela detalles sobre los enfrentamientos entre los romanos y tribus germánicas.
En el ámbito marino, los científicos también están acercándose a resolver el misterio del «mar lechoso», un fenómeno observado desde hace siglos donde las aguas parecen brillar en la oscuridad. Las investigaciones actuales indican que bacterias bioluminiscentes podrían estar detrás de este asombroso espectáculo natural, un enigma que continúa capturando el interés de generaciones para la ciencia.
La dedicación de los científicos en todos estos campos es esencial para expandir el conocimiento humano. Cada descubrimiento, desde una simple puerta neolítica hasta las criaturas revividas por la ingeniería genética, demuestra cómo los científicos siguen abriendo nuevas puertas al pasado, al presente y al futuro.