El cometa Lemmon (C/2025 A6) está aumentando rápidamente su luminosidad a medida que se acerca al Sol, un fenómeno que ha despertado la atención de astrónomos y aficionados en todo el mundo. Descubierto el pasado 3 de enero por el Mount Lemmon Survey, en Arizona, este cometa ya es visible con instrumentos modestos y podría convertirse en uno de los grandes protagonistas del cielo nocturno de 2025.
Según los expertos, el cometa Lemmon alcanzará su punto más cercano al Sol, conocido como perihelio, el 8 de noviembre, cuando se situará a unos 79 millones de kilómetros de nuestra estrella. Su trayectoria también lo acercará considerablemente a la Tierra, lo que permitirá observarlo con mayor claridad durante las últimas semanas de octubre.
El gélido viajero cósmico, formado por hielo, polvo y roca, se ha convertido en el cometa más brillante que ha surcado el cielo desde el paso del C/2024 G3 (ATLAS) a comienzos de año. Las proyecciones más optimistas apuntan a que podría alcanzar una magnitud de brillo cercana a +3, lo que lo haría visible a simple vista desde lugares con cielos oscuros, una oportunidad que solo ocurre una o dos veces por década.
Una oportunidad única para observar el cometa Lemmon
Durante los próximos días, el astro Lemmon será visible antes del amanecer en el horizonte oriental, desplazándose lentamente entre las constelaciones de Leo y Virgo. Los observadores del cielo que dispongan de binoculares o telescopios pequeños ya pueden localizarlo como una mancha difusa con una leve cola verdosa, característica de los gases que se subliman cuando el hielo del núcleo se calienta por la radiación solar.
El astrónomo Joe Rao, colaborador de Sky & Telescope, señaló que “estas próximas semanas ofrecerán las mejores condiciones para contemplar el cometa Lemmon antes de que se acerque demasiado al Sol y se pierda temporalmente en su resplandor”.
La apariencia del cometa Lemmon difiere de la de las estrellas, cuya luz es puntual y definida. Los cometas, en cambio, presentan una estructura nebulosa y cambiante, con un núcleo brillante envuelto en una coma difusa y una cola que puede extenderse millones de kilómetros. En palabras del periodista Kenneth Weaver, quien en 1974 describió un cometa similar desde el Observatorio de Kitt Peak, “parece como si un pincel gigante, mojado en cal, hubiera recorrido la pared negra del cielo dejando una franja fantasmal que brilla suavemente”.

Sin embargo, la contaminación lumínica representa un obstáculo para disfrutar del fenómeno. Hoy, más del 80 % de la población mundial vive bajo cielos afectados por luces artificiales, lo que dificulta observar cuerpos celestes como el cometa Lemmon. Los expertos recomiendan desplazarse a zonas rurales o montañosas donde la Vía Láctea sea visible, señal inequívoca de un cielo lo suficientemente oscuro.
Si las previsiones se cumplen, el astro Lemmon podría ofrecer un espectáculo comparable al de algunos de los cometas más recordados de las últimas décadas, como el NEOWISE en 2020 o el Hale-Bopp en 1997, aunque con un brillo más discreto. Su paso será breve: una vez complete su trayectoria, se alejará de nuevo hacia las profundidades del sistema solar, donde permanecerá invisible durante siglos.
Los astrónomos estiman que el núcleo del cometa Lemmon mide unos pocos kilómetros de diámetro, pero su cola podría extenderse cientos de miles de kilómetros. A medida que se acerque al perihelio, la radiación solar provocará una mayor sublimación del hielo, intensificando su luminosidad y ofreciendo imágenes espectaculares a quienes logren observarlo en condiciones óptimas.
Ver un cometa Lemmon visible a simple vista no solo es un evento astronómico poco común, sino también un recordatorio de la naturaleza dinámica y cambiante de nuestro sistema solar. Como señalan los científicos, cada cometa que cruza el cielo trae consigo fragmentos de la historia primordial del cosmos, testigos helados de los orígenes del Sol y los planetas.
Así, mientras el astroLemmon continúa su viaje hacia el Sol, los observadores del mundo entero se preparan para levantar la vista al amanecer y contemplar, una vez más, el misterioso resplandor de un visitante ancestral.