El gusano pulmonar de las ratas, un parásito conocido por afectar especialmente a ratas y babosas, se ha convertido en una preocupación creciente para el sudeste de Estados Unidos. Recientes descubrimientos sugieren que su presencia en la región está aumentando, planteando interrogantes sobre el alcance futuro de su invasión.
Un estudio de la prestigiosa fuente de noticias tecnológicas, Ars Technica, propiedad de Condé Nast, presentó alarmantes resultados sobre este parásito en el zoológico de Atlanta. El análisis se centró en la vigilancia de ratas muertas entre 2019 y 2022. De 33 ratas recolectadas durante este período, siete mostraron evidencia de infección por el gusano pulmonar. La dispersión temporal de las infecciones a lo largo de estos años sugiere una transmisión sostenida.
Estas cifras, aunque derivadas de un estudio de pequeña escala, revelan una preocupante verdad: el parásito zoonótico, previamente desconocido en esa región, ahora está presente en el sudeste de Estados Unidos. Esta afirmación fue respaldada por un informe de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Georgia y se difundió en la reconocida revista Emerging Infectious Diseases.
El Angiostrongylus cantonensis, nombre científico del gusano pulmonar de las ratas, tiene un ciclo de vida que en ocasiones puede ser letal si se ve alterado. Los adultos de estos nematodos suelen habitar en las arterias pulmonares de las ratas. Una vez que ponen huevos, las larvas emergen y son eventualmente expulsadas por las ratas, siendo posteriormente consumidas por babosas o caracoles. Estas babosas o caracoles infectados son ideales para ser consumidos nuevamente por ratas, donde las larvas maduran y completan su ciclo.
Los humanos entran en este ciclo como huéspedes no deseados. Esto puede ocurrir al consumir caracoles mal cocidos o al ingerir accidentalmente una babosa infectada. Las consecuencias en seres humanos varían desde síntomas leves hasta graves complicaciones neurológicas. En ciertos casos, la infección puede derivar en parálisis, coma o muerte.
La infección en humanos no es simple. Los fármacos antiparasitarios actuales no han demostrado ser efectivos contra este gusano. El tratamiento más común hasta el momento es de apoyo, con la administración de analgésicos y esteroides.
El gusano pulmonar no es ajeno a Estados Unidos. Si bien ha tenido apariciones esporádicas en el pasado, su presencia no había sido registrada en ratas en el estado de Georgia. Ha habido detecciones en otros estados, y un informe de 2018 documentó seis casos en humanos que no podían ser asociados con viajes internacionales.
La expansión de este gusano no se limita a Estados Unidos. Originario de Guangzhou, China, en 1935, su presencia fue inicialmente confinada a la cuenca del Pacífico y el sudeste asiático. Sin embargo, el cambio climático y la distribución humana de ratas y caracoles han llevado al gusano a aparecer en África, el Caribe y ahora América del Norte. El caso de Hawaii en 2017 fue un claro ejemplo, con un significativo aumento de infecciones vinculadas a una babosa invasora.
Europa tampoco ha estado exenta. A pesar de que no se le consideraba endémico, en 2018 se encontró en erizos en Mallorca. Más tarde, se estableció en Valencia, lo que encendió las alertas de que pudiera extenderse por el continente.
El avance de este parásito es un llamado de atención para el sector médico y las autoridades. Con un cambio climático que facilita su dispersión, es imperativo tener un mejor conocimiento sobre su diagnóstico y tratamiento, y realizar esfuerzos coordinados para su control y prevención.
Los hallazgos en Atlanta subrayan la necesidad de vigilancia y análisis continuos para reducir el riesgo a humanos y otros animales. A medida que el gusano pulmonar avanza, la prevención se convierte en nuestro primer y más crucial recurso defensivo.