En la vastedad del cosmos, yace un misterio sin resolver. Aquel lugar, mucho más allá de la órbita de Plutón, donde hipotéticamente se encontraría un planeta oculto, sigue siendo elusivo. Cada intento por detectarlo se ve frustrado por su fría y sombría presencia, agravado por nuestra nebulosa percepción de su posible ubicación. Ante un universo infinitamente vasto, nos encontramos buscando una diminuta partícula en un mar de estrellas.
Pero, ¿por qué no hemos logrado encontrar esta supuesta masa? La respuesta podría radicar en múltiples teorías. Quizás simplemente no hemos mirado en el lugar correcto. O peor aún, tal vez este misterioso planeta nunca existió en primer lugar. Podría ser, en cambio, un conglomerado de asteroides o fragmentos celestes, más que un solo ente y que podría cambiar las leyes de la gravedad que la ciencia conoce hasta ahora.
«MOND es realmente bueno para explicar observaciones a escala galáctica», dice Mathur . «No esperaba que tuviera efectos notables en el Sistema Solar exterior».
La materia oscura es una hipotética masa invisible que se cree que es responsable de añadir gravedad a las galaxias y otros cuerpos. Dado que la cantidad de material visible en las galaxias no puede explicar sus formas, distribuciones y movimientos, los astrofísicos sostienen que debe haber una forma de masa aún por descubrir. Esta masa no parece afectar significativamente a la materia normal de ninguna otra manera, como absorbiendo o emitiendo fotones, haciéndola completamente «oscura».
Las teorías de la ciencia con el noveno Planeta
Sin embargo, un reciente estudio llevado a cabo por los físicos Katherine Brown y Harsh Mathur, plantea una hipótesis radicalmente diferente. Afirman que las inconsistencias observadas, que muchos interpretan como pruebas de la existencia de un planeta oculto, podrían ser indicativos de un defecto en nuestra comprensión de la gravedad, tal como se concibe en la teoría de la relatividad general.
Para abordar este enigma, estos expertos proponen una perspectiva alternativa basada en la Dinámica Newtoniana Modificada (MOND). Si bien las leyes newtonianas han sido fundamentales en nuestra comprensión del universo, no están exentas de imperfecciones. Estos errores, previamente rectificados por la teoría de la relatividad de Einstein, podrían ser explicados de otra manera mediante MOND.
Esta teoría alternativa sugiere que, cuando la aceleración gravitacional cae por debajo de cierto punto, surgen otros efectos gravitacionales. Dada la capacidad de MOND para explicar ciertos comportamientos gravitacionales a nivel galáctico que desafían la noción de materia oscura, se convierte en una teoría a considerar. Sin embargo, es inusual pensar que MOND pueda tener repercusiones a una escala más micro, en los confines de nuestro propio sistema solar.
«Independientemente del resultado», dice Brown , «este trabajo resalta el potencial del sistema solar exterior para servir como laboratorio para probar la gravedad y estudiar problemas fundamentales de la física».
La propuesta de un «Planeta Nueve» se basa en observaciones de objetos en el Sistema Solar exterior. Estos objetos, rocas heladas que viajan en órbitas alrededor del sol, parecen mostrar patrones de agrupamiento que algunos atribuyen a la influencia de un gran planeta. Con la teoría MOND en mente, Brown y Mathur llevaron a cabo un análisis, modelando las órbitas de estos objetos en el Cinturón de Kuiper.
Los científicos muestran los resultados
Sus resultados fueron asombrosos. Las rocas modeladas bajo MOND mostraron comportamientos muy similares al agrupamiento observado en realidad. Según MOND, algunos de estos cuerpos podrían alinearse con el campo gravitacional de la Vía Láctea con el tiempo.
Aunque es precipitado afirmar que MOND es la causa subyacente del comportamiento de estos objetos, este estudio ofrece una nueva perspectiva que no debe ser descartada a la ligera. Se necesita más investigación, más datos y simulaciones más detalladas.
La búsqueda del Planeta Nueve, ya sea una entidad solitaria o un enjambre de fragmentos, continúa. Pero, como señala Brown, este proceso nos proporciona una oportunidad invaluable para replantear nuestras teorías fundamentales y explorar las profundidades de la física. En esta incesante búsqueda, no sólo intentamos descubrir nuevos mundos, sino también entender mejor el tejido mismo de nuestro universo.