Una revelación sorprendente ha surgido de la revisión de los fondos del Museo Canario, destapando una conexión inesperada entre las primeras sociedades que habitaban Canarias y el mundo exterior. Un cráneo humano, perteneciente a un individuo que vivió entre 200 y 300 años antes de la llegada de los europeos, ha revelado una herida de espada que contradice la creencia previa de un aislamiento total de estas poblaciones insulares.
Este descubrimiento ha sido publicado en la revista científica Quaternary Science Reviews y se basa en el estudio de un cráneo que, en su momento, pasó desapercibido en la amplia colección del Museo Canario. El cráneo, parte de una serie de diez recuperados de una cueva funeraria en La Angostura, Santa Brígida, en 1932, había sido interpretado como una víctima de las batallas de la Conquista de Gran Canaria en el siglo XV. Sin embargo, nuevas pruebas de Carbono 14 dataron la muerte del individuo entre los años 1045 y 1166.
Esta fecha es notablemente anterior a la llegada de los primeros navegantes europeos al archipiélago en el siglo XIV. Por lo tanto, la herida en el cráneo sugiere que el propietario del mismo murió en un enfrentamiento con un arma metálica, posiblemente una espada, algo completamente ajeno al mundo aborigen de Canarias.
El cráneo, conocido como «cráneo 952», pertenecía a un hombre de entre 35 y 50 años que murió en un enfrentamiento directo con un individuo que utilizaba un arma que no existía en Canarias en ese momento. Dado que las islas carecían de minerales metálicos para la fabricación de armas de este tipo, se concluye que el arma y el atacante provinieron del exterior.
La percepción previa de un aislamiento completo de las primeras poblaciones en Canarias durante más de mil años se ve desafiada por este descubrimiento. Aunque no hay evidencia arqueológica directa que contradiga el aislamiento, existen indicios de que este no fue absoluto. Cambios culturales en las prácticas funerarias, la arquitectura y la agricultura sugieren la influencia de poblaciones externas a partir del siglo XI.
La posición geográfica de Canarias, cercana al norte de África, es clave para comprender este proceso de influencia externa. La cercanía a África conecta las islas con la historia continental, y los cambios culturales en el mundo aborigen pueden estar relacionados con los eventos que ocurren en el Magreb y el sur de la Península Ibérica.
En el siglo XI, los almorávides se expandieron por la región, lo que podría haber llevado a algunas familias o grupos a emigrar hacia Canarias desde el norte de África. Aunque Europa podría haber olvidado a Canarias durante gran parte de la Edad Media, los textos árabes mencionan el archipiélago desde el siglo IX, lo que demuestra un conocimiento directo y no basado en referencias clásicas de historiadores romanos.
El individuo fallecido por la herida de espada era parte de la sociedad aborigen de Canarias. El hecho de que sus restos fueran enterrados siguiendo prácticas funerarias locales en una cueva funeraria subraya su identidad. A través de este cráneo y su historia, la narrativa del aislamiento absoluto de las poblaciones tempranas en Canarias se ve cuestionada, revelando una conexión más rica y compleja con el mundo exterior de lo que se pensaba.