Buscando explicación al envoltorio de los pepinos, en los pasillos refrigerados de cualquier supermercado, entre tomates, zanahorias y pimientos, hay un producto que destaca no solo por su forma alargada y tono verde brillante, sino también por su inconfundible envoltorio de plástico: los pepinos ingleses y holandeses. Mientras que otras variedades como los pepinos americanos o los mini pepinos se agrupan en bolsas o se exhiben al natural, esta versión europea siempre aparece individualmente envuelta. La razón va más allá de lo estético y tiene que ver con la biología del propio alimento.
A pesar de que muchos consideran los pepinos como una verdura, técnicamente se trata de una fruta, y como tal, su integridad durante el almacenamiento y transporte es crucial para mantener su calidad. En el caso particular de los pepinos ingleses, también conocidos como pepinos de invernadero o pepinos europeos, su piel fina y comestible los hace especialmente vulnerables a las magulladuras. Esa delgada capa exterior no posee la dureza de la piel cerosa que tienen los pepinos tradicionales, lo que significa que son mucho más delicados a la hora de manipularlos.
Por eso, el plástico retráctil que los recubre no es una elección de marketing, sino una necesidad para preservar su frescura y protegerlos del deterioro físico.
Además de más dulces, largos y delgados que sus homólogos americanos, se caracterizan por tener menos semillas, una textura más suave y un sabor menos amargo. Estas cualidades han hecho que ganen popularidad en hogares y cocinas profesionales, especialmente en recetas que requieren un corte preciso y una presentación más refinada. En platos como ensaladas, sopas frías o incluso cócteles, su versatilidad brilla. Y gracias a su piel suave, este vegetal no necesita ser pelado, ahorrando tiempo de preparación y conservando fibra y nutrientes esenciales.
Una manera de conservar los pepinos de manera óptima
La cuestión de cuándo retirar el envoltorio plástico ha sido debatida por expertos en conservación de alimentos. A diferencia de otras frutas o verduras que se sacan inmediatamente de su bolsa para evitar acumulación de humedad o aceleración del proceso de maduración, en el caso de este vegetal, el plástico actúa como una barrera protectora que ayuda a reducir la pérdida de agua. Si se retira antes de tiempo, el pepino puede deshidratarse y volverse blando en apenas un par de días. Por eso, lo más recomendable es mantener el envoltorio hasta justo antes de su consumo.
Esta estrategia de conservación ha llevado a preguntarse si todos los productos frescos deberían envolverse de manera similar. La respuesta es un rotundo no. Mientras que los pepinos ingleses se benefician del film retráctil, muchas otras frutas y verduras cuentan con una piel gruesa o una capa cerosa natural que les proporciona protección suficiente. Envolverse innecesariamente en plástico no solo aumenta los residuos, sino que puede comprometer la ventilación del alimento y acelerar su descomposición.
En ese sentido, son una excepción dentro de la familia de los pepinos. Aunque los mini pepinos, que también gozan de popularidad en ensaladas o como snack saludable, pueden encontrarse en bolsas selladas, su piel más gruesa les permite sobrevivir sin el cuidado extremo que requieren los pepinos ingleses. Lo mismo sucede con los pepinos tradicionales, cuya resistencia los hace ideales para la conservación a granel.
La tendencia hacia el consumo ha aumentado en los últimos años, especialmente entre consumidores que buscan opciones bajas en calorías, con alto contenido en agua y ricas en fibra como el plátano de Canarias. Con apenas unas pocas calorías por porción y un sabor refrescante, los pepinos se han convertido en un símbolo de alimentación saludable y ligera. En este contexto, entender cómo almacenarlos correctamente y por qué vienen envueltos en plástico permite reducir desperdicios, prolongar la frescura y aprovechar al máximo sus beneficios.
No es casualidad que, a pesar de la creciente preocupación por los plásticos de un solo uso, los pepinos ingleses continúen vendiéndose envueltos. Los expertos han demostrado que ese pequeño recubrimiento puede extender su vida útil hasta siete días, lo cual resulta clave para reducir el desperdicio alimentario en los hogares. En un contexto donde más del 30% de los alimentos se desechan, decisiones como esta pueden marcar una diferencia.