Un viejo portaviones que otrora fue gala de la Armada francesa y hoy devenido a una colosal montaña de material tóxico y radioactivo que supone un riesgo medioambiental considerable denunciado por autoridades de distintos países y no pocas organizaciones no gubernamentales se pasea desde ayer por el corredor de aguas internacionales existente entre las islas de Gran Canaria y Fuerteventura remolcado por otro buque sin que conste finalmente cuál será su destino, por mucho que este pase por algún puerto del Mar Mediterráneo, hacia el cual se dirige.
El portaviones en cuestión dio en su tiempo honor y prestigio a la siempre orgullosa patria gala, por cuanto se trata de uno de los construidos de la clase Clemenceau, en honor al histórico político de aquel país que fue primer ministro de la III República del país transpirenaico, pero hoy no es más que un monumental conglomerado de chatarra nada conveniente para el medio ambiente, por cuanto, tal y como denuncian las aludidas ONG ecologistas, porta material tan tóxico como varias decenas de toneladas de amianto con el que se construyó en aquellos tiempos en que los también llamados asbestos se usaban hasta en los colegios, pero también residuos de su participación en pruebas nucleares llevadas a cabo por Francia en el Océano Pacífico (aunque también en Argelia y cuyos isótopos todavía se detectan entre las minúsculas partículas que la calima trae a Canarias desde el Sahara, felizmente en este caso sin peligro para la población).
Ayer mismo, un remolcador con bandera holandesa contratado por una empresa que se hizo cargo de este portaviones, denominado en primer lugar Foch y, tras ser vendido a Brasil, se llamó Aeródromo Sao Paulo y luego Nao Sao Paulo, navegaba al reducido ritmo que conlleva arrastrar semejante carga entre aguas internacionales como siguen siendo las existentes entre dos de las mayores islas de Canarias, muy cerca de uno de los principales motores económicos del Archipiélago como es el sur de Gran Canaria.
La normativa vigente, derivada de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar identificada por Montego Bay (Jamaica), lugar donde se firmó, limita todo tipo de actuación por parte de las autoridades españolas pese al riesgo existente, tal y como explicaron anoche a DIARIO DE AVISOS autoridades portuarias, quienes no dudaron en apuntar que, conocedoras de las características de tan peculiar transporte, se le ha negado cualquier autorización a recalar en puerto canario alguno, habida cuenta de las lógicas prevenciones que implica esta suerte de ‘bomba’ medioambiental que, lamentablemente, acecha ahora mismo a las Islas.
De la peligrosidad que supone el tránsito de este lamentable vestigio de la otrora ‘grandeur’ gala da cuenta todo tipo de fuentes consultadas por este periódico, que incluyen desde las autoridades brasileñas, quienes consideran que este nefasto convoy nunca debió de zarpar como lo hizo el pasado día 4, hasta las turcas, a priori destino del mismo y que ya ha anunciado que tampoco piensa autorizar su atraque en puerto alguno de su país. Fuentes no oficiales apuntaron igualmente anoche que el viejo portaviones no ha variado su rumbo y sigue camino hacia el Mar Mediterráneo porque ahora espera ser desguazado en una isla griega, extremo de cualquier modo por confirmar.
Pero lo más importante se refleja en la comunicación que ONG’s como la belga NGO Schipbreaking Platform y la estadounidense Basel Action Network remitieron el pasado día 8 al Gobierno de España y que obra en poder de este periódico, cuyo objetivo es que nuestro país impida el paso por el Estrecho de Gibraltar del viejo portaviones galo, habida cuenta que carece de poder suficiente para hacerlo en Canarias.
En concreto, la carte explica que, por una parte, el portaviones inclumple el tratado internacional firmado en Barcelona allá por 1975 para la protección del Mediterráneo por cuanto en el mismo siguen habiendo toneladas de amianto, como denunció en 2006 Greenpeace, pero también, ojo, residuos radioactivos resultantes de las pruebas nucleares llevadas a cabo por Francia en el Océano Pacífico desde mitad de los años sesenta del siglo pasado en adelante, especialmente en no pocas toneladas de cadmio utilizadas como pintura a modo de protección, aproximadamente unas 170. También denuncian los ecologistas que la inmensa nave que nos ocupa lleva casi 650 toneladas de materiales pesados cuyo vertido en el océano resultaría catastrófico, 20 de ellas especialmente o altamente tóxicas, según la,traducción escogida. A nadie se le escapa que, hay que insistir, estamos ante una auténtica bomba de relojería ecológica cuyos residuos siguen resultando una papa caliente de la que ningún país quiere hacerse cargo.
Además está el hecho de que cuando el remolcador holandés zarpó el pasado día 4 de Brasil tirando del viejo portaviones francés lo hizo pese a la negativa dictada para ello por un juez federal de aquel país que actuó en consecuencia y a modo preventivo aunque por no motivos medioambientales sino por mor de una organización que bajo el nombre de Emerson Miura reclamaba la conservación del barco por su valor histórico. A este respecto, cabe reseñar que el Foch fue comprado por Brasil a Francia pese a su evidente ocaso en el año 2000 y que, tras sufrir dos incendios y aunque se pidió que se modernizara el buque -lo que podría haberle permitido prestar servicio hasta finales de la década de 2030-, en su lugar se decidió retirarlo y venderlo. En 2017, la Marina brasileña decidió retirarlo del servicio, y ahora se pasea por Canarias.
SE PIDE QUE LO PAREN EN GIBRALTAR
Una misiva que obra en poder de DIARIO DE AVISOS prueba que la ONG belga NGO Schipbreaking Platform y la estadounidense Basel Action Network se pusieron en contacto con el Ministerio de Transición Ecológica el pasado día 8 para advertir del serio riesgo medioambiental que supone el tránsito del viejo portaaviones francés por aguas españolas. Eso sí, dado que Canarias sigue sin lograr proteger sus aguas, la advertencia se remite al inminente paso de esta ‘bomba’ medioambiental por el Estrecho de Gibraltar.
MONITORIZADO POR LAS AUTORIDADES ISLEÑAS
Detalle del paso a las 17:00 horas de ayer del portaviones por Canarias. /IS
Ahí tienen la captura del servicio internacional de tráfico marítimo que informa sobre la posición de cada buque por sistema de control vía satelital. El remarcado es el remolcador APL Center que tira del viejo portaviones francés en instantánea tomada poco después de las 17:00 horas de ayer. Fuentes portuarias detallaron anoche que existe una monitorización constante del paso de este buque por aguas cercanas al Archipiélago y que, bajo ningún concepto, se autoriza a que el mismo recale en puerto isleño.
LAS AGUAS ISLEÑAS, AL ALBUR DE TODO DE PIRATAS PESE A TODO
Canarias no es un estado y por ende, según las normas del Derecho Internacional Marítimo, no puede exigir al Estado español que controle lo que sucede en las aguas que separan islas como Gran Canaria y Fuerteventura, por donde ayer circulaba a paso de tortuga (marítimamente hablando) un remolcador que tira de un antediluviano portaaviones francés (militarmente hablando) revendido a Brasil y luego repudiado por dichas autoridades y que va cargado de materiales tóxicos y radioactivos de tal peligrosidad que ni en dicho país se autorizó a que zarpase ni en Turquía, inicial punto de destino para su desguace, quieren que llegue. Se confía en que la mejora en las relaciones entre España y Marruecos permitan al fin delimitar la mediana con Canarias, pero la realidad es que, justo al lado de los principales motores económicos del Archipiélago como son las zonas turísticas, quienes imponen su particular ley son mafias como las de trata de seres humanos, que han convertido en un cementerio esta parte del Atlántico. También, visto lo visto, las que ponen en riesgo a Canarias en algo tan sensible como el medio ambiente. Por no hablar del continuo tráfico de drogas desde el continente vecino, incensante pese al loable esfuerzo de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, con su brutal impacto entre la sociedad canaria.