En Nueva Zelanda, un eco del pasado resonó cuando el Takahē, un ave prehistórica previamente considerada extinta a finales del siglo XIX, fue redescubierta a mediados del siglo XX. A pesar de su amenaza de desaparición, este impresionante ave no voladora ha demostrado tener un instinto de supervivencia notable, apoyado en gran medida por la pasión de líderes tribales que han enfocado esfuerzos en protegerla.
Recientes informes de The Guardian destacaron la reaparición del Takahē, resaltando su naturaleza singular. Estas aves, de más de 1,5 pies de altura, no sólo impresionan por su tamaño, sino también por sus vibrantes colores. Las patas rojas, un pico del mismo tono, y un plumaje que juega con tonalidades azules, verdes y turquesas son una muestra vívida de la biodiversidad de la región. Para los neozelandeses, la noticia del crecimiento en el número de estas aves, que ahora ronda los 500 ejemplares, ha sido celebrada como un triunfo en materia de conservación.
Nueva Zelanda, y en particular su Isla Sur, es ahora el hogar de estos majestuosos seres. El Parque Nacional Kahurangi es uno de los lugares donde estas aves, amantes de los pastizales nativos, pueden ser avistadas en su entorno natural. Sin embargo, más allá de su relevancia ecológica, el Takahē posee un profundo significado cultural para los pueblos originarios. Tā Tipene O’Regan, un venerable anciano tribal de 87 años, expresó su emoción ante la visión de estas aves regresando a territorios donde no habían sido vistas en más de un siglo.
El descenso en la población de Takahē se atribuye a la introducción de especies depredadoras como gatos y ratas por parte de colonos europeos. Estos animales, junto con otros factores, pusieron en peligro a la especie. A pesar de un crecimiento anual del 8% en su población, la situación del Takahē sigue siendo delicada. El gobierno de Nueva Zelanda clasifica a esta ave como «Amenazado – Nacionalmente Vulnerable».
Para proteger y revitalizar la especie, se han establecido tres sitios en colaboración entre el gobierno y las tribus locales, creando verdaderos refugios para el Takahē. Uno de los enfoques más innovadores para su conservación implica un proceso meticuloso de incubación de huevos y cuidado de los polluelos. Sorprendentemente, esto incluye el uso de títeres de calcetines para alimentar a las crías, una técnica diseñada para protegerlos de posibles depredadores.
El Takahē se caracteriza por su dieta rica en fibra y su ciclo de reproducción anual, donde generalmente producen uno o dos polluelos. Esta tasa de reproducción refleja la fragilidad de su población y la necesidad de esfuerzos constantes para su conservación.
Para los nativos, el resurgimiento del Takahē tiene raíces que van más allá de la simple ecología. Durante años, tribus de Nueva Zelanda sufrieron la confiscación y pérdida de sus tierras, y la disminución de esta especie es una representación tangible de ese dolor. El retorno del ave se ha convertido en un símbolo de resistencia y recuperación cultural.
Las palabras de Tūmai Cassidy, de la tribu Ngāi Tahu, son un testimonio conmovedor del profundo significado que tiene este renacimiento. Al ver a las aves en tierras que pertenecen a su tribu, recuerda las luchas de generaciones pasadas y siente un profundo sentido de conexión con sus ancestros.