Fue Aristóteles uno de los primeros que afirmó que las plantas, como todo ser vivo, poseían alma aunque no sensibilidad. Siglos después, y lejos de la dendrolatría, hay muchas personas que defienden que son seres vivos y por lo tanto su preservación es fundamental para la vida.
Eso es lo que sienten, apoyan y difunden Federica Zizzari y Edoardo Taori, quienes iniciaron en Nepal y el norte de la India la primera parte de su proyecto Viajando con el canto de los árboles, consistente en grabar el sonido de diez árboles sagrados. Federica es ilustradora y Edoardo es músico y musicólogo y por lo tanto, la iniciativa, financiada con éxito gracias a una campaña de crowfunding, derivó en un libro, unas cartas de meditaciones, con diferentes mensajes, y un CD con la música extraída de cada uno de ellos. Y de Asia aterrizaron en Tenerife atraídos por la música del Drago Milenario, en Icod.
Estos dos jóvenes italianos llegaron la semana pasada a la ciudad invitados por el centro Las Suertes Permacultura y Arte, y permanecerán hasta el jueves. Durante tres días, acompañados y asesorados por personal del parque y autorizados por el Ayuntamiento, captaron las variaciones de resistencia eléctrica que tiene este arbusto para transformarlas en música gracias a un galvanómetro, una herramienta que se utiliza para detectar y medir la corriente eléctrica en pequeños circuitos cerrados. En el caso del que ellos emplean, el modelo data de 1815.
El procedimiento es muy sencillo. El aparato cuenta con dos electrodos que se pegan al árbol -similares a los sensores que se aplican en la piel- para captar la variación de resistencia eléctrica que luego el galvanómetro transforma en notas musicales que a su vez graba un ordenador. La corriente eléctrica que se introduce en la planta es mínima y por lo tanto, no causa ningún daño, aclaran ambos.
Con cada ejemplar están aproximadamente una media hora y graban el tronco, la raíz y en algunos casos las hojas, algo imposible en el Drago Milenario debido a que se encuentran a mucha altura.
Partiendo de la base que una planta es un ser vivo, hay estímulos que las afectan, como la proximidad de los seres humanos y sus pensamientos y emociones, y la temperatura, y la humedad, por eso “lo ideal”, aunque no siempre resulta posible, es hacerlo en silencio. También es importante el contacto, porque cuando el árbol se toca la música cambia, indica el joven.
La pareja vive en una casa de campo en el sur de Italia, donde cultiva los productos que consume a diario. Además de su trabajo, su amor por los árboles y la naturaleza en general, es su forma de vida y por eso insisten en que conocer su música puede contribuir a aumentar la sensibilidad de las personas por el mundo vegetal ya que la música es un idioma universal que puede llegar a todas las personas, independientemente del lugar en el que vivan y el idioma en el que hablen. “Cuando una persona escucha el sonido de la planta comprueba que está viva”, sostiene Federica.
Otros lugares en Canarias
En Canarias también visitaron la isla de Lanzarote, donde grabaron el sonido del primer cactus que fue plantado en el jardín de cactus diseñado por César Manrique. Días después se trasladaron a Fuerteventura, para captar el sonido de una planta propia del desierto “y de un árbol muy particular considerado como un árbol piedra muy antiguo que no puede crecer porque cada dos milenios las cabras van a comer sus hojas”, cuenta la joven ilustradora.
En Tenerife hicieron algo similar con los sonidos de algunas laurisilvas en Anaga y del Pino Gordo y el de ‘las dos pernadas’, estos últimos localizados en el municipio sureño de Vilaflor, y con una antigüedad que oscila entre los 700 y 1.000 años, encontrándose entre las especies más antiguas de la Isla.
De su viaje por el Archipiélago nacerá, con seguridad, un CD y no descartan hacer un libro ilustrado y un documental. Porque si algo tienen claro Federica y Edoardo es que con la música de las plantas no quieren hacer demostraciones científicas ni experimentos, de los que ya ha habido muchos, sino arte.
“Nos sirve para conocer su estado de salud”
El perito agrícola del Ayuntamiento de Icod de los Vinos, Juan Manuel Luis Zamora, asegura que a través de las ondas que transmite el galvanómetro se sabe que el Drago está activo porque transmite señales. “Eso significa que esa zona está viva y es uno de los elementos más que se nos ofrece para conocer su estado de salud”, explica.
El técnico certifica que es la primera vez que se realiza un proyecto cultural con el arbusto, pese a que años atrás se inició otro cuyo objetivo era comprobar si era capaz de emitir energía suficiente para poner en funcionamiento un pequeño artefacto eléctrico, pero finalmente quedó paralizado.