No son enfermos, ni pacientes, ni mucho menos están ‘locos’. Sí están diagnosticados, aunque ese diagnóstico, y los estigmas que durante años les han acompañado, han provocado que las personas con patologías mentales se vean obligadas continuamente a derribar los muros de la incomprensión. Para ayudarles en esta compleja batalla, existen entidades como Afes, que lleva más de 30 años de trabajo y lucha por la defensa y promoción de los derechos en el sector de la salud mental en Canarias. Creada en 1982, la organización ayuda y atiende cada año a una media de 900 usuarios con estas patologías.
Gestiona tres centros de rehabilitación psicosocial (Icod, Puerto de la Cruz y La Laguna), donde hay un técnico de integración social y un psicólogo del Servicio Canario de Salud (SCS), con quien trabaja en estrecha colaboración. Además, dirige 6 centros ocupacionales prelaborales, tiene 8 viviendas supervisadas, desarrolla programas de Atención Social y Familiar, de Atención Domiciliaria Especializada y cuenta con un Área de Empleo e Inserción Laboral, que incorpora acciones formativas para facilitar la búsqueda de un trabajo.
Uno de los usuarios de los servicios de Afes es Jorge, de 41 años, diagnosticado con lo que se ha etiquetado como un trastorno de las emociones. Licenciado en Historia del Arte, hizo el curso de cualificación pedagógica, pero hasta hace un año estaba en paro. A pesar de que lleva una vida completamente normal, reconoce que personas como él soportan un “estigma muy grande”. Tras ponerse en contacto con Sinpromi, Jorge empezó a hacer un curso de inserción laboral desarrollado por Afes.
“Después de estar un año formándome, lo que me vino muy bien porque pude desarrollar hábitos que había perdido y aprendí un montón de conocimientos y herramientas de trabajo, hice prácticas durante un mes; unos días después recibí una llamada de Afes para trabajar durante seis meses dando clases de Nuevas Tecnologías”, recalca Jorge, que finalmente fue contratado por la entidad y ahora es el responsable de tres centros de formación de Afes en el área metropolitana, que cuentan con 70 usuarios. En su opinión, sus alumnos, “a pesar de tener una etiqueta médica como él, son completamente normales”. “Yo, que empecé aquí como ellos, nunca me he sentido identificado con esas etiquetas, porque creo que derivan de la ignorancia”.
Una opinión que suscribe Patricia Villena, psicóloga y responsable de Comunicación de Afes. “En temas de salud mental, es bastante habitual que los diagnósticos cambien con el tiempo, porque no hay situaciones que permanezcan invariables en una persona. Sin embargo, tal y como están planteados los procedimientos para que una persona pueda acceder a determinados apoyos, ayudas y recursos públicos que pueda necesitar, es necesario contar con un diagnóstico. Por tanto, es imprescindible que las personas estén diagnosticadas; pero en realidad se trata de una etiqueta, porque no siempre ese diagnóstico es acertado y tampoco debería ser necesario”. Por eso, la psicóloga de Afes tiene claro que asociaciones como la suya y sus usuarios deberían tener presencia y participación en el futuro Plan de Salud Mental, que tiene previsto poner en marcha en esta legislatura la Consejería regional de Sanidad.
ESCASOS RECURSOS
Mientras llega ese plan y la presumible reorganización de los servicios y mejora de las prestaciones para el colectivo de usuarios, estos tendrán que seguir conformándose con ser tratados en las distintas unidades locales de Salud Mental, con las que cuentan en torno a un 30% de los centros de salud de las Islas, donde se puede recibir atención psiquiátrica, psicológica y hay una parte de enfermería dedicada a estas patologías. “Hay partidas presupuestarias que están destinadas a estas unidades, pero son insuficientes, especialmente porque sería necesario ampliar las plazas en los recursos que ya existen, porque las listas de espera son muy amplias en algunos municipios”, denota Patricia Villena, quien insiste en que “hay buena voluntad política, pero de ahí a que se materialice en un plan real y en mejoras tangibles, está por ver”. “El objetivo final debe ser la plena inclusión”, asevera la responsable de Comunicación de Afes en la provincia. Porque esa plena inclusión de la que habla la psicóloga tinerfeña es posible, como demuestran ejemplos como el de Juan Carlos, un joven icodense de 27 años. Tras recibir varios diagnósticos en su niñez y adolescencia (hiperactividad y depresión, entre otros), ahora está tratado por esquizofrenia paranoide. Pese a esa etiqueta, lleva una vida normal. No en vano, actualmente está finalizando un ciclo superior de Imagen y Sonido, de Realización de Proyectos Audiovisuales y Espectáculos, del que ahora está haciendo las prácticas. Tras pasar una delicada situación personal y peregrinar por el sistema público, entró en uno de los centros de Rehabilitación Psicosocial (CRPS) de Afes.
“Yo era propenso a estar poco activo, y me metí en el centro, en cierta manera, para despertar y hacer algo. Pero allí, no solo el monitor y el psicólogo me ayudaron bastante, sino que también hice muchos amigos. Estaba estancado y no sabía cómo tirar hacia delante, y entre todos me fueron motivando y mi vida cambió”, relata Juan Carlos. Para él, “cuando te dicen que tienes que acudir a un psicólogo o un psiquiatra empiezan los estigmas sociales, a pesar de que yo creo que los problemas mentales tienen que ver con llevar al extremo tus emociones y sentimientos, y eso es algo que le puede pasar a cualquiera. Mi objetivo es llegar a estar estable, cambiar mi forma de pensar y seguir por este camino, que por ahora me va muy bien”, concluye.
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A pesar de que la situación actual del colectivo de personas con patología mental no es la deseable, hace 20 o 30 años era aún más difícil para ellos, según señalan desde Afes. De hecho, la psicóloga Patricia Villena asegura que “actualmente no hay recursos que traten a personas mayores con este tipo de problemas de salud mental”. “Son usuarios cuyo estado es más crónico, porque su experiencia deriva de otro contexto social y cultural”, recalca. Los perfiles también han cambiado, porque “por ejemplo las personas que ahora sufren una crisis psicótica acuden a los recursos ellos mismos, porque quieren mejorar y tener una vida plena”, subrayan desde Afes. “Vienen con esos planteamientos y con una voluntad de participación muy amplia. Por eso, más que asistirlos, nuestra labor es de acompañamiento y comprensión. Antes eran las familias las que pedían ayuda, y les daban voto y voz a esas personas, incluso a través de tutelas legales”.[/su_note]