En el fondo va a ser cierto que La Palma es «un laboratorio» para entender el mundo. Lo hemos visto casi todo, pero en pequeño. Pongamos por caso las recientes elecciones estadounidenses y el ruido mediático y social que han provocado. No faltan en la isla quienes lo han vivido con alma americana. Todos contra Trump, pero Trump resulta ganador. ¿No les resulta familiar?
¿Cuántas campañas mediáticas (o bueno, dejémoslo en dimes y diretes) no suceden en la política isleña para que al final, los más defenestrados por la mayoría que más ruido hacen resulten finalmente ganadores? Las redes sociales son un hervidero de opiniones, pero éstas, al igual que las encuestas, no son la realidad. Ya ni siquiera son fiables, si es que alguna vez lo fueron. No dejan de ser la visión de unos cuantos, aunque habitualmente puedan contarse por cientos, miles o millones.
Pasados unos días tampoco faltan especulaciones y conspiraciones unidas a la incertidumbre del qué pasará, pero para bien o para mal, una vez más el mundo tiene lo que se merece, y no lo que unos cuantos aún se empeñan en defender fuera de las urnas.
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