Una fiesta única que merece ser Patrimonio de la Unesco

Investigadores, historiadores y defensores del Carnaval de Santa Cruz animan al Ayuntamiento a retomar la declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, algo que el alcalde avanza que hará
Santa Cruz defiende que su Carnaval tiene suficiente entidad para merecer el título de la Unesco en solitario. Fran Pallero

La ruptura del pacto entre CC y PP en 2009 lo dejó en un cajón. Siete años después, la declaración de las Fallas de Valencia como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco, lo ha devuelto a la actualidad. El expediente para que el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife reciba ese mismo galardón es una aspiración que los defensores y amantes de la fiesta reclaman que se impulse. El alcalde, José Manuel Bermúdez, está dispuesto a intentarlo y avanza que se estudiará el inicio de un nuevo documento para que el Ministerio de Cultura, que es el que ha de proponerlo, admita que el Carnaval de Santa Cruz es único y que no se puede comparar con ningún otro del territorio español.

“Estamos dispuestos a iniciar un expediente nuevo pero no a sumarnos al que ha iniciado el Ministerio de Cultura porque entendemos que nuestro Carnaval, por sí solo, dado su tradición, historia, brillantez, economía e inversión, lo hace merecedor de la declaración de la Unesco”. Aunque el alcalde también advierte: “En todo caso, nosotros iniciaríamos un expediente nuestro, que hay que analizar bien, porque tenemos que poner sobre la mesa los pros y los contras que una declaración de ese tipo pueda tener”. Y es que Bermúdez muestra su cautela ante las implicaciones que un título como este trae consigo. “Tenemos que garantizar el respeto a la historia y la tradición pero sin obstaculizar una posible evolución de la fiesta como por ejemplo ha sido el Carnaval de Día”. “Sí es así, no habrá ningún problema de sacar adelante el expediente”, concluye.

La seguridad del alcalde se apoya en los datos que hacen del Carnaval de Santa Cruz en una manifestación cultural única a lo largo de los siglos. Sus orígenes se remontan al XVIII, al menos los que están documentados, porque su nacimiento se sitúa mucho más atrás en el tiempo, hasta la Conquista, cuando los castellanos trajeron hasta las Islas las costumbres europeas. Sin embargo, el Carnaval tal y como lo conocemos hoy en día, comenzó a ser una expresión popular en el siglo XIX, cuando Santa Cruz ganó peso como ciudad y concretamente como capital gracias al puerto de la ciudad. La fiesta se celebraba cada febrero en las casas de la burguesía; elegantes bailes organizados en la intimidad. Mientras, en la calle, en las tabernas y plazas, las clases con menos recursos celebraban la fiesta a su manera, más ruidosa, con más cánticos y con los primeros disfraces. Tal y como recoge la publicación Chicharrero de corazón, Santa Cruz en Carnaval, editada por la Asociación Cultural Murga Ni Pico Ni Corto en 2011 y coordinada por José Manuel Betancort, Ángel Marino Herrera, Juan María Luna y Juan Francisco Trujillo, poco a poco, las manifestaciones de la fiesta en la calle fueron ganando peso y se fue imponiendo una tradición que siempre tuvo su motor en la sociedad chicharrera. A mediados del siglo XIX nacieron las primeras sociedades del Carnaval, auténticas impulsoras de la fiesta. A pesar de lo que pueda parecer hoy en día, no fue hasta 1965 cuando el Ayuntamiento asumió la organización de actos con la primera Gala de Elección del Reina en el Teatro Guimerá.

Desde sus inicios hasta la fecha, el Carnaval de Santa Cruz ha ido tejiendo a su alrededor un gran entramado de cultura, de tradición, de artesanía, pero también de economías de escalas y de atracción turística, una evolución que lo ha convertido en la única fiesta de Canarias que ostenta el título de Fiesta de Interés Turístico Internacional. Los distintos regímenes políticos no consiguieron reducirlo, como lo intentó el franquismo, que se sorteó con las ya conocidas como Fiestas de Invierno, tampoco la crisis, ni otros avatares.

Valores inmateriales

El profesor de Historia de la Universidad de La Laguna e impulsor del título de Patrimonio Histórico de la Humanidad de La Laguna, Oswaldo Brito, fue el encargado en 2008 de iniciar aquel primer expediente para obtener el galardón de la Unesco. Como recuerda Brito, el entonces primer teniente de alcalde, Ángel Llanos, y la concejal de Fiestas, Maribel Oñate, ambos del PP, le encargaron el proyecto del que se llegó a elaborar una memoria justificativa inicial, acompañada de un presupuesto y un plan de actuación. Algunos meses después, el proyecto se estancó en sus trámites en la corporación y se colapsó por los problemas políticos en el seno del grupo de gobierno. Brito argumentó entonces y defiende ahora, que el Carnaval de Santa Cruz cumple escrupulosamente con lo que la Unesco exige para obtener el título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. “Se diferencia de los carnavales propios de las élites y presenta un arraigo continuado en los sectores populares, a eso hay que sumar la presión social para mantener los carnavales, aún con formatos de Fiestas de Invierno durante etapas de dura represión como el franquismo”. Además, “existe una implicación activa y un potente impulso de asociaciones y agrupaciones eminentemente populares, todo ello en un marco en el que se ha ido produciendo una transformación de sus formatos originales- sin perder su esencia- en multiplicidad de expresiones (murgas, comparsas, carrozas, disfraces…)”. Por último, el experto alude a “su carácter esencial de fiesta ampliamente asumida por la población y con niveles de transgresión escasamente violentos o agresivos”.

Los trajes de Reina del Carnaval son la máxima expresión de la artesanía en la que se sustenta la fiesta. / A. G.

Brito llama la atención sobre un hecho además diferenciador con el resto de carnavales a los que la Unesco le ha concedido el título de Patrimonio Inmaterial (cinco) y es que, mientras esas otras fiestas han recibido el galardón por estar en riesgo de desaparecer, “el Carnaval santacrucero tiene sus particulares señas de identidad, con soporte en el dinamismo popular protagonista a lo largo del tiempo y hasta la actualidad”. “Su originalidad, la necesidad de fijar parámetros para su continuidad en el tiempo, su complejidad de expresiones que, en ocasiones, combina aspectos inmateriales con expresiones de la creación y recreación popular, entre otros valores, permiten coincidir con los criterios exigidos por UNESCO”, añade el también responsable de Turismo del Centro Internacional de Conservación del Patrimonio (Cicop).

Los motivos, por tanto, para que una futura declaración de la Unesco llegara, son muchos, aunque Brito advierte que hay que tener paciencia. “La constancia y las buenas prescripciones son claves en estos procesos. Un trámite de esta complejidad supone entre 7-10 años, si se trabaja con meticulosidad, sin presiones interesadas y buscando apoyos expertos e influyentes a nivel internacional. Es lo que se hizo en la fase previa de La Laguna y se propició desde el Cicop”, concluye Brito, no antes sin recordar que, “si se hubiera materializado el proyecto inicial hoy estaríamos muy próximos a lograrlo. Ahora hay que trabajar sin agobios y con mucha paciencia”.

Entretelas de la fiesta

Sí hay alguien que ha convertido la defensa del Carnaval en un motor profesional y vital es Pedro Mengíbar, presidente del Aula de Cultura del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, desde donde reclama un impulso definitivo para conseguir un galardón que, afirma, no hay otra celebración en España que lo merezca más. “Pocas fiestas hay que reúnan todos los condicionantes que tiene el Carnaval para poder otorgar ese galardón, donde estamos hablando de una fiesta de muchísimo arraigo popular, cuyos orígenes conocidos datan de siglo XVIII. Una celebración que ha caminado a lo largo del tiempo y ha pasado por muchas generaciones de familias que van trasmitiendo sus valores de una generación a otra”.

“Sin desmerecer el título otorgado a Las Fallas, viendo que han tenido ese reconocimiento, creo que demasiado está tardando el Gobierno de España en apoyar iniciativas en favor del Carnaval de Santa cruz de Tenerife, que no es el de Canarias, ni el de España, porque esos son otros carnavales”, detalla Mengíbar. Para este defensor del Carnaval, “el de Tenerife tiene un aspecto mucho más diferenciador, más similar en cuanto a arraigo y tradiciones populares con el de Cádiz pero muy diferente a otros que se celebran hoy en día. Hay razones de sobra para ese galardón”, sentencia Mengíbar. El presidente del Aula de Cultura del Carnaval apoya que el Ayuntamiento inicie ya ese expediente. “No solo lo apoyamos, sino que lo solicitamos y lo reclamamos”, afirma Mengíbar, quien añade que, “no solo lo pedimos al Ayuntamiento de Santa Cruz. El Carnaval es algo de lo que deben presumir el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias”.

Apoyo institucional

Para el que fuera gerente del Organismo Autónomo de Fiestas de Santa Cruz, resulta “inconcebible” que una fiesta como la chicharrera no cuente con ningún tipo de ayuda o apoyo del Gobierno de Canarias. “El apoyo a la fiesta mas importante que se celebra en Canarias es absolutamente cero. No hay ayuda económica ni institucional de ningún tipo y eso es algo que a los que amamos el Carnaval de Santa Cruz nos llena de tristeza”. Mengíbar no quiere olvidarse de los grandes defensores del Carnaval. “El título serviría para dar el espaldarazo definitivo a la promoción de la fiesta y para que gente como Enrique González, Luis Cuenca, Miss Peggy, Manolo Monzón…, donde quiera que estén, puedan estar tranquilos y presumir de que su Carnaval es uno de los más importantes del mundo”.

Prestigio mundial que atraería visitas y dinamizaría la economía

Prestigio y un rango mundial que se puede y debe traducir en visitas y flujos de turismo cultural y festivo. Estos son los beneficios que Oswaldo Brito entiende recibiría el Carnaval si obtiene el título de la Unesco. Añade que, “no se conceden ayudas pero, sin duda, disponer de un galardón de tanta importancia favorece sinergias, genera mecenazgos y dinamiza la economía urbana”n

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