Las 10 ideas más descabelladas proyectadas en Tenerife

Construir un aeropuerto en Las Cañadas, un islote artificial frente a Bajamar o instalar un radiofaro en el pico del Teide, son solo algunos de los proyectos disparatados que, por fortuna, nunca llegaron a materializarse en la Isla

¿Se imagina usted un aeropuerto en Las Cañadas, un islote artificial frente a Bajamar o un canal alrededor de la Isla para recoger las escorrentías de los barrancos? Pues estas tres ideas que parecen hoy descabelladas fueron en su día proyectos reales que se intentaron llevar a cabo en la isla de Tenerife. Son solo tres ejemplos de otras muchas y muy variadas actuaciones disparatadas que proliferaron en este territorio, alentadas por el boom del turismo y el desarrollo económico. En este reportaje hacemos un repaso de algunos de esas ideas que, por fortuna para la Isla, en la inmensa mayoría de los casos, nunca se pudieron materializar.

Las Islas Canarias en general y Tenerife en particular han sufrido una gran transformación desde mediados del siglo XX, con el auge de la industria turística y el consiguiente desarrollo urbanístico que esa actividad económica lleva aparejado. Un desarrollo que en muchos casos agigantó pueblos y desfiguró el paisaje insular. Es el peaje que han tenido que pagar las Islas para progresar económica y socialmente. Fue algo inevitable. En los tiempos del gran boom turístico aun no existían los actuales niveles de concienciación medioambiental, ni el control legal y administrativo para la protección del territorio, en pos de garantizar un crecimiento más equilibrado y armónico en una superficie limitada y frágil como es la del Archipiélago canario, amenazado por la creciente superpoblación. Afortunadamente, se puso freno a tiempo a la amenaza de un desarrollismo exacerbado que ya había causado desmanes irrecuperables en otros lugares. Las Islas han podido conservar buena parte de sus encantos naturales y paisajísticos.

Repasando nuestra histora, comprobamos que, por fortuna, y por muy diferentes causas, nunca se llegaron a culminarse una serie de ideas vanguardistas, iniciativas descabelladas y proyectos faraónicos, surgidos en distintas épocas, que hubieran desfigurado irremediablemente la faz insular, con actuaciones que en la mayoría de los casos representarían auténticos atentados urbanísticos, paisajísticos o medioambientales. Muchos de esos delirios de grandeza de promotores ambiciosos han fracasado o pasado al olvido. Algunos cuajaron, con mayor o menor fortuna. Otros permanecen aun aparcados en espera de tiempos mejores, o de mayores condiciones de viabilidad técnica o económica. Un repaso a ese peculiar catálogo de ideas arriesgadas dibujaría una imagen sorprendente y muy diferente de la actual isla de Tenerife. Es la curiosa fotografía de la “isla disparatada” que pudo ser y nunca fue.

Hay que remontarse a muy antiguo para encontrar noticia de los primeros proyectos faraónicos planteados en Tenerife que, inevitablemente, entonces estaban relacionados con el entorno más emblemático de la Isla: el pico Teide y Las Cañadas. El Teide, el Parque Nacional más visitado de España, es hoy en día patrimonio de la humanidad, emblema y orgullo de Tenerife. Sin embargo, si repasamos su historia comprobaremos que Las Cañadas ha conservado hasta hoy de puro milagro sus excepcionales valores paisajísticos y naturales. Sobre todo, a principios del siglo XX se plantearon en este espacio único de la Isla ambiciosos proyectos de gran envergadura e impacto que no prosperaron a pesar del beneplácito de los regidores públicos. Fracasaron solo por la penuria económica, las limitaciones técnicas de la época y lo poco accesible del lugar, situado a más de 2.000 metros de altitud. Se puede constatar esta circunstancia con la ayuda del profesor orotavense Tomás Méndez Pérez, y su libro Antecedentes históricos del Teide y Las Cañadas. Méndez detalla en esta obra que a mediados del siglo XIX el palmero y catedrático de Economía Política de la Universidad de Madrid, Benigno Carballo Wangüemert, propuso establecer colonias agrícolas en el gran circo de Las Cañadas, con el fin de frenar la emigración y aumentar la riqueza del país. El médico Tomás Zerolo, por su parte, solicitó la concesión de una parcela de 10 hectáreas en Las Cañadas para efectuar ensayos sobre el cultivo de cereales. Los pobres resultados le hicieron desistir.

Pero hubo ideas aún peores. Cuenta Tomás Méndez que en 1912 el ingeniero Juan José Santa Cruz redactó un ambicioso proyecto de red ferroviaria alrededor de la isla de Tenerife, que atravesaba las faldas del Teide. El elevado coste económico impidió semejante barbaridad que hubiera mutilado nuestro actual Parque Nacional. Una década más tarde, los diputados a Cortes tinerfeños Félix Benítez de Lugo y Andrés Arroyo González de Chaves consideraron que el mejor lugar para el aeropuerto de la Isla sería Las Cañadas. El alcalde orotavense prestó su conformidad y hasta ofreció gratuitamente los terrenos.

Unos años antes, todavía a principios del siglo XX, los alemanes estudiaron crear en Las Cañadas una base para sus aerostatos. Suma y sigue… Añade Tomás Méndez que sobre 1925 tampoco cuajó la idea de una estación radiofaro en el mismo pico del Teide, y también fracasaron los intentos de abrir hoteles y hasta un casino en el cercano llano de Maja. Por otra lado, solo la falta de una carretera en condiciones hizo inviable un sanatorio policlínico privado en medio de Las Cañadas, donde ya en fechas más recientes se pensó construir desde una pista de esquí, hasta un centro deportivo de alto rendimiento, aprovechando que el Parador Nacional es alojamiento habitual de deportistas de élite que vienen a la Isla a entrenar en altura. La declaración de Parque Nacional, en 1954, frenó estas y otras muchas actuaciones insostenibles en un paraje natural de tanto valor.

Un túnel de Norte a Sur

En realidad, prácticamente ningún rincón de Tenerife ha estado a salvo de proyectos faraónicas. Desde hace décadas se habla de la posibilidad de conectar los valles de La Orotava y de Güímar con un túnel que atraviese la cordillera central y que de esta forma conecte el Norte y el Sur en apenas unos minutos. El prestigioso geólogo portuense Telesforo Bravo no vio del todo descabellada la idea, pero reconoció que para afrontarla se necesitarían mayores medios tecnológicos que los actuales.

Sin duda, una de las ideas más espectaculares que nunca se han presentado en Tenerife fue el proyecto aparecido en 1978 en las páginas de DIARIO DE AVISOS, donde se afirmaba que un grupo de inversores promovió, con proyecto y estudios de viabilidad técnica incluidos, la construcción de un ultramoderno complejo turístico en una isla artificial emplazada enfrente de Bajamar. Muy antiguos también son el proyecto de un aeropuerto en El Socorro, en Güímar, -con nombre nada apropiado, por cierto- o la construcción de un canal por todo el perímetro costero de la Isla para recoger las aguas de lluvia de los barrancos, que luego se bombearían hasta grandes depósitos situados en la zona alta, para utilizar con fines agrícolas y de abastecimiento público. El exdirector de DIARIO DE AVISOS, Leopoldo Fernández, recuerda que este proyecto se llegó incluso a presentar a la prensa por los propios técnicos promotores, durante un acto en el Club Oliver capitalino.

Más rocambolesca fue la ocurrencia del entonces alcalde de El Tanque, Federico Pérez, quien a principios de los 80 tuvo la peregrina idea de crear en una montaña de San José de Los Llanos una línea circular de tren turístico con la intención de atraer visitantes a esas remotas latitudes. Al final, el Gobierno autónomo logró paralizar los trabajos cuando ya estaba hasta instalado el hangar-estación del tren y horadada media montaña. Muy cerca, en Garachico, se estudia instalar un tren de cremallera por la ladera desde el casco hasta San Juan del Reparo.

En el Sur, la Montaña Roja, en El Médano, hoy espacio natural protegido, se salvó de chiripa, in extremis, de caer devorada por una gran urbanización turística. Paradójicamente, la mala fama de su viento tradicional salvó a la todavía idílica playa de La Tejita. La capital tampoco se libra de sus disparates particulares. La presa de los Campitos es la historia de un gran fiasco, como el mamotreto, el edificio de aparcamientos a medio terminar que quedó plantado -y judicializado- en Las Teresitas y que ahora parece que se va a derribar para volver a edificar.

Así, entre ideas ambiciosas y proyectos descabellados, busca la isla de Tenerife el equilibrio que necesita para seguir siendo un lugar atractivo y próspero. Seguro que han sido muchos más los desmanes de los que la Isla ha logrado librarse y, seguro también, que muchos nuevos surgirán en el futuro, por lo que no viene mal recordarlos para evitar cometer errores graves que pongan en riesgo el delicado equilibrio medioambiental de la Isla.

EL ‘TOP TEN’ DE LOS DISPARATES

1 Construir un islote artificial frente a Bajamar

2 Construir un aeropuerto en Las Cañadas

3 Construir alrededor de toda la Isla un canal para recoger el agua de escorrentías de los barrancos.

4 Instalar una estación radiofaro en el pico del Teide

5 Construir un túnel entre La Orotava y Güímar

6 Construir un hotel-casino en el Llano de Maja (Las Cañadas)

7 Crear una finca de cereales en el Llano de Ucanca (Las Cañadas)

8 Construir una pista de esquí en Las Cañadas

9 Instalar un tren turístico alrededor de una montaña en San José de los Llanos, en El Tanque

10 Construir un sanatorio policlínico privado en Las Cañadas

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