“Los grupos terroristas islámicos tienen más recursos que muchos Gobiernos”

Benoit Boulangé trabajaba en la industria del automóvil en su país natal, Francia

Benoit Boulangé trabajaba en la industria del automóvil en su país natal, Francia. Vinculado como voluntario a una Cáritas local, hace 18 años decidió dar un giro de 180 grados a su vida. Así, se marchó a vivir la experiencia del voluntariado internacional en Mauritania, uno de los países más pobres del norte de África. Dos años después, y a pesar de las dificultades de trabajar en una entidad católica en un país musulmán, decidió quedarse y aceptar el reto de dirigir Cáritas Mauritania.

-¿Cómo llega a la Dirección de Cáritas Mauritania?

“Yo soy originario de Francia; trabajaba en la industria del automóvil y era voluntario en una Cáritas en mi país. En un momento dado quise darle otro cariz a mi labor, y hacer del voluntariado un modo de vida; así, opté por un voluntariado internacional en Mauritania en 1999. Cuando acabé mi periodo de voluntariado a los dos años, decidí quedarme porque me impactó mucho la experiencia de solidaridad, y Cáritas decidió contratarme como director”.

-¿Cuáles son las líneas de trabajo de su entidad?

“Mauritania es un país de tres millones de habitantes, donde la mayor parte de la población es analfabeta. Además, un millón de personas vive en la capital, Nuakchot. En los últimos años ha habido un importante éxodo rural a causa de las constantes sequías, y eso ha provocado que muchas comunidades locales se queden aisladas y sin recursos. Por eso intentamos que todas estas personas puedan subsistir sin necesidad de desplazarse a la capital, preparándolas para que puedan llevar a cabo pequeñas actividades económicas y ser autónomas. Ese trabajo conlleva, en primer lugar, la alfabetización de los adultos y la organización comunitaria, para que aprendan a asociarse. También invertimos los fondos que tenemos y las aportaciones que nos llegan en la construcción de pozos, en actividades básicas de agricultura y ganadería, etc. En la capital, en cambio, tenemos otro tipo de funcionamiento, y trabajamos sobre todo en la formación e inserción laboral de los jóvenes; la integración de chicas jóvenes en situación de exclusión, con los presos y los inmigrantes”.

-¿Qué supone para una Cáritas católica trabajar en un país musulmán?

“Es un poco particular, porque por ejemplo no tenemos voluntarios, porque en Mauritania no existe el concepto de voluntariado. Hay que tener en cuenta que la población católica en Mauritania es una minoría de origen extranjero, y la mayoría proceden de países de África del oeste, algunos europeos y libaneses. No hay mauritanos católicos. Aun así, nosotros tenemos empleados mauritanos, que son los que hacen el trabajo de sensibilización y promoción de nuestras acciones. Son los mejores embajadores de nuestra labor ante la población musulmana y el Gobierno”.

-¿Qué imagen se tiene de Cáritas en Mauritania?

“En general, la imagen que tiene la población es buena, estamos muy bien considerados y no hay problemas. Pero en alguna ocasión ha habido campañas de la prensa radical, que nos acusa de hacer proselitismo cristiano, algo que es completamente falso. Esas campañas acaban pasando, y son nuestros propios empleados los que ayudan a resolver cualquier problema”.

-Recientemente, se ha publicado que el terrorismo islámico y los grupos vinculados a Al Qaeda se han reorganizado en torno a países como Mauritania. En Canarias existe mucha preocupación por la cercanía y por las repercusiones que ello podría conllevar. ¿Es tan grave el problema en estos momentos?

“La población mauritana, en general, sigue un islam muy tolerante y nada radical. El problema del radicalismo viene importado de otros países africanos de mayoría musulmana, aunque el Estado combate activamente a los grupos terroristas. Pero, desgraciadamente, Mauritania es un país pobre y no tiene recursos ni medios para enfrentarse a grupos que en ocasiones son muy fuertes económicamente y tienen más poder que muchos Gobiernos. Si estos grupos se organizan, será difícil controlarlos”.

-¿Cómo surge la colaboración con las Cáritas Diocesanas de Canarias?

“Surgió a raíz de una visita de los obispos de las dos diócesis en 2007, y se trata de una colaboración fraterna, que no está basada en la inversión. Es mucho más perdurable, porque nos ha permitido crear redes con las parroquias y colaborar en distintos proyectos. En 2011 se firmó un convenio marco de cooperación, que se acaba de renovar ahora”.

-En virtud de este acuerdo, ¿cuáles son las prioridades de trabajo para los próximos años?

“Vamos a trabajar en materia de seguridad alimentaria en las zonas rurales, que es un problema grave por culpa de la sequía. También vamos a seguir trabajando en la formación e inserción laboral de los jóvenes, porque hay muy pocas estructuras formativas en el país. Igualmente, seguiremos trabajando con los presos y las mujeres que quedan en situación de exclusión por la rigidez del islam, como chicas que se quedan embarazadas antes de casarse o prostitutas; y con los inmigrantes que pretenden viajar a Europa en cayucos, para evitar que emigren”.

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