Teresa Alfonso, la voz de la dama de la radio

La popular locutora, que fue un referente ante el micrófono en los años 80 y 90, repasa para el DIARIO su trayectoria profesional: desde sus inicios en La Palma hasta su contacto con las estrellas del medio
TERESA ALFONSO
TERESA ALFONSO
Foto: Sergio Méndez

Con 15 años se sentó por primera vez delante de un micrófono. Días antes, coincidiendo con las vacaciones de Navidad, había comenzado a trabajar como operadora de Telefónica en La Palma. La voz cálida de aquella joven cautivó a Luis Cobiella Cuevas, cuyo terminal de teléfono le correspondía atender mediante un sistema de clavijas. El que llegaría a ser primer diputado del Común en Canarias y entonces jefe de programas de La Voz de La Palma le propuso una prueba: la lectura de un editorial del diario Pueblo. No hizo falta más. La Radio le abría las puertas de par en par a Teresa Alfonso, que se quedaría a vivir en ella. Allí estuvo casi dos años, hasta que su padre, guardia civil, fue destinado a La Orotava. Una vez en Tenerife, se personó en Radio Juventud, donde conoció a José Antonio Pardellas y a César Fernández Trujillo, que le propusieron grabar cuñas publicitarias, ya que la emisora no disponía en ese momento de plazas vacantes. A esa tarea se dedicó hasta que, con 23 años, se casó. Pero el gran flechazo le llegaría en 1979, el año que le cambió la vida.

“Un día que iba con mis hijos al Puerto de la Cruz leí en el periódico: Francisco Padrón, nuevo director de Radio Club Tenerife. Y dije, esta es la mía. Cogí el coche y me dirigí a la calle Suárez Guerra. Dejé a mis hijos dentro, me presenté delante de Paco Padrón y le dije: Yo quiero trabajar aquí, porque es lo único que sé hacer y lo que más me gusta en la vida”. El joven director, que tenía en mente un proyecto para revolucionar el medio y poner la Isla patas arriba, como así hizo en los años posteriores, ya conocía aquella voz, que asoció de inmediato a los anuncios electorales de la primera candidatura de Manuel Hermoso a la alcaldía de Santa Cruz. Paco no dudó y Tere volvió a pisar un estudio de radio, cuyo piloto rojo permanecería encendido para ella durante casi 30 años, hasta su jubilación.

PRIMEROS PROGRAMAS

“Empecé a hacer el programa de mediodía con Carmelo Rivero, Martín Rivero, Miguel González y, en el control, Daniel Delgado. Luego, cuando nos fuimos a la avenida de Anaga recuerdo con especial cariño en aquellos primeros años series como 80 años de fútbol, 100 años de Capitanía, Efemérides isleñas y Tenerife 31. También Rincones de La Laguna, con guion de Adrián Alemán, o la grabación de unos fragmentos de Don Juan Tenorio, junto a Miguel Rodríguez y José Antonio García. Tampoco puedo olvidar los especiales que hicimos dedicados a la canonización del Hermano Pedro y a la beatificación de José de Anchieta”.

La versatilidad de su voz, con una vocalización y cadencia únicas, quedó de manifiesto en distintos formatos de programas. Su escala de registros se amoldaba con una facilidad pasmosa a cada producto que salía desde la fábrica de emociones que era el número 35 de la avenida de Anaga. Desde el flash informativo, que helaba el corazón a la audiencia con una última hora que interrumpía abruptamente la programación, hasta cualquiera de las célebres inocentadas que emitía la emisora cada 28 de diciembre. “Los informativos y las entrevistas me han encantado siempre y los exteriores en la calle me volvían loca, pero donde verdaderamente me lo pasaba en grande era en un programa que se llamaba ¿Dónde vamos?, que se emitía los sábados por la mañana y consistía en contarle a los oyentes dónde había fiestas, teatro, exposiciones, etc. Recuerdo que llevaba los discos desde mi casa”. En más de tres decenios de actividad profesional reconoce que solo tiene una espinita clavada. “Siempre quise hacer un gran programa para niños, donde se les motivara a leer, escribir, pintar…”

Cuando se le pregunta por la peor noticia que tuvo que dar, no lo duda: “El incendio de Agando (La Gomera), en 1984. Aquello fue horroroso. Recuerdo que una amiga me llamó a ver si sabía algo, porque su sobrino estaba en la isla con cinco amigos. Yo tenía la lista de las personas fallecidas y en ella estaban esos chicos, pero fui incapaz de dársela. Le dije que llamara más tarde”. En aquel siniestro, que conmocionó al país, murieron 20 personas, entre ellas el gobernador civil y exalcalde del Puerto de la Cruz, Francisco Afonso Carrillo.

Pero la radio también le reportó momentos muy gratificantes. Los premios Teide de Oro, que presentó en 24 ediciones, le permitieron conocer, en 1994, a su gran ídolo: Alfredo Kraus. “Lo admiraba desde que era estudiante y tengo en mi casa una foto con él el día que recibió el Teide de Oro en el Cabildo. Cuando cambié de casa lo primero que me llevé fue esa fotografía”.

Hubo otros muchos nombres propios que, reconoce, le dejaron huella. Son los casos del vicepresidente del Gobierno Gutiérrez Mellado, el mimo y actor Marcel Marceau, la actriz y escritora Enma Cohen y el cantante Miguel Bosé, “del que tenía una imagen de niño insustancial y frívolo, y descubrí, en una entrevista que le hice, a alguien con una humanidad extraordinaria”. La nómina de profesionales del medio que le marcaron incluye a Tomás Martín Blanco, Iñaki Gabilondo, Pepe Domingo Castaño y Joaquín Prat, a quien acompañaba de compras cada vez que venía a Tenerife. “Paco (Padrón) me daba libre esa mañana para ir de tiendas y ayudarlo a comprar las cosas que le encargaba su mujer. Era un lujo pasear por Santa Cruz con él”.

Su memoria también guarda un lugar especial para la inolvidable locutora Genoveva del Castillo (“nadie representó tan genuinamente a nuestra mujer del campo como ella”) y para una de las grandes voces masculinas de la época, Miguel Rodríguez, “que se asomaba por la ventana y luego te pedía un papel para escribir un poema sobre algo que había visto”.

TERESA ALFONSO
Foto: Sergio Méndez

DESDE MUY NIÑA

Teresa Alfonso no puede imaginar qué rumbo hubiera tomado su vida si la radio no sale a su encuentro siendo una adolescente en aquel estudio de Santa Cruz de La Palma, aunque aquella historia de amor nació años antes: “Mi padre siempre decía que de pequeñita mis amigas venían a buscarme para jugar y yo prefería quedarme escuchando la radio. Recuerdo que el aparato que teníamos en casa tenía un arco y yo siempre me preguntaba cómo cabía tanta gente dentro”.

Desde su experiencia, hoy echa en falta en el medio una “mayor profundización” en los temas y “entrevistas más preparadas”. “Me saca de quicio que no se le exprima todo el jugo a un invitado”, afirma. Subraya, eso sí, que ahora se disponen de todos los medios para desarrollar la principal capacidad de la radio: la inmediatez. “No como antes, que te encontrabas un accidente y tenías que buscar un teléfono donde fuera para llamar a la emisora y contarlo”.

SUS OTRAS PASIONES: TEATRO, LIBROS, GALAS DE CARNAVAL Y VIAJAR

“La radio ha sido mi gran amor, ese que al principio te ilusiona, después te enamora y lo mantienes hasta el final de tu vida”, confiesa Teresa Alfonso. Pero en su trayectoria profesional ha tenido otros dos amantes: el teatro y las galas del Carnaval. “Participé en muchas obras, entre otras en Ninette y un señor de Murcia antes de que se estrenara la película de Garci. Adoro el teatro”, asegura. También es una gran lectora, ha escrito un libro de poemas y dos cuentos.

En su currículum sobresale la presentación de siete galas de reina adulta del Carnaval, “la última del Guimerá, las tres primeras en la plaza de Toros y otras tres en la Plaza de España, incluida aquella del impresionante decorado de Egipto”. Excepto la del Guimerá, en la que estuvo acompañada por Juan Hernández, formó tándem en las siguientes con otro de esos nombres que merecen ser pronunciados en pie: César Fernández Trujillo. “Era un amor. Si la gente califica su trabajo de extraordinario, te puedo decir que como persona lo era aún más. No tenía ningún afán de protagonismo y te ayudaba siempre”.

“¿Anécdotas? Miles. Si tuviera que elegir una me quedaría con aquella gala en la Plaza de Toros en la que hacíamos voz en off y en el momento de anunciar la coronación de la reina nos pidieron que entretuviéramos al público porque el cetro se había olvidado en el Ayuntamiento. Así que tocaba enrollarnos. Y allí estuvimos diciendo qué guapas eran todas las candidatas, qué esfuerzo tan grande hacían las costureras, qué bonito aspecto lucían las gradas… mientras el público gritaba que nos calláramos y que proclamáramos la reina”. Viajera incansable por todo el mundo, Teresa Alfonso renunció, en cambio, al que probablemente pudo ser el viaje de su vida, cuando Tomás Martín Blanco, uno de los grandes de la radio española, la animó a dar el salto a Madrid. “Piénsatelo y si decides venir, avísame”, le dijo. Pero ahí le pudo su instinto materno. “Me hubiera marchado, pero tenía dos niños pequeños (Paco y Patricia), que son el regalo más grande que me ha dado la vida. No quiero a nadie en el mundo como los quiero a ellos”.

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