La familia Morgenstern

Cuando llegue de vacaciones habré terminado el texto sobre la familia de Johannes Morgenstern, que estoy escribiendo

Cuando llegue de vacaciones habré terminado el texto sobre la familia de Johannes Morgenstern, que estoy escribiendo. Tengo relación con ella por razones que ya contaré en el libro. Él fue un policía alemán que llegó a Tenerife para curarse de los efectos del gas mostaza, que se probó en Bélgica, un país neutral, en la primera guerra mundial y que le destrozó los riñones. Necesitaba un clima cálido que le ayudara a transpirar, en ausencia de la aún no nacida diálisis. Johannes, que era un excelente fotógrafo, murió en el Puerto de la Cruz en el primer cuarto del siglo pasado y su historia es apasionante. Vive su hija Helga, con 90 años y una mente lúcida, que ha aportado los datos para el relato. Está enterrado en el cementerio de La Chercha, en el Puerto de la Cruz, y su viuda, Marle, casó luego con un terrateniente portuense, Pedro Fernández Perdigón. El libro, que tendrá más fotos que texto, cuenta la llegada a Tenerife de Johannes Morgenstern (significa “Estrella de la Mañana” su apellido) y algunas peripecias vividas por su familia antes y después de su muerte, pero no debo revelar más detalles. Llevo trabajando semanas en este pequeño texto de apenas cincuenta folios, que tengo que pulir todavía, y que albergan una historia familiar movida y muy interesante. Lo hago por encargo de esa familia y, sobre todo, de mi prima, Maite Sotomayor Morgenstern, que se ha empeñado en que el pasado de sus antepasados alemanes no quede en el olvido; y me parece muy bien. Un comienzo de verano muy apresurado me ha impedido terminar a tiempo el trabajo, pero ya las entrevistas están hechas -a Helga Morgenstern- y sólo me queda pulir el relato, elegir las fotos y ambientarlo un poco. Luego nacerá un libro, con una tirada reducida, pero que perpetuará los hechos.

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