“Tenerife es la isla en la que siempre he sido feliz; tengo muchas obras en calles y plazas”

Martín Chirino se considera un nómada, un herrero ilustre y un escultor, sobre todas las cosas y a sus 92 años, lo sigue siendo
Martín Chirino, escultor y artista. Fran Pallero
Martín Chirino, escultor y artista. Fran Pallero
Martín Chirino, escultor y artista. Fran Pallero

Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925) se considera un nómada, un herrero ilustre y un escultor, sobre todas las cosas. Hoy, a sus 92 años, lo sigue sintiendo así. Su relación con el hierro es de amor todavía. Por él, sigue sintiendo la misma pasión juvenil de cuando tenía 25 años y descubre el material que le acompañará siempre en una herrería en Valladolid. Sus obras y su impronta han viajado ya por todo el mundo, convirtiendo a Chirino en un referente en el mundo de la escultura, en un canario universal. No para de inaugurar exposiciones, de crear nuevos trabajos. Y de viajar. De un lado para otro, como un auténtico trotamundo.

-¿En qué estado se encuentra actualmente su relación de amor con el hierro?

“La nuestra es una relación de pasión, de auténtico amor. El hierro ha sido el vehículo que ha hecho posible que yo sea un escultor. Por eso, a mí me gusta llamarme, con mucha naturalidad, herrero. Un herrero ilustre, pero al fin y al cabo, un herrero. Mi padre dirigía un astillero y era más bien un hombre de la ingeniería. Por eso, no descubro el hierro hasta mi juventud, cuando lo encuentro por otro camino. Sucedió cuando trabajaba en Valladolid, después de un periplo por Madrid y Castilla buscando trabajo. Allí entré a formar parte de una herrería, y entonces, descubrí el material, y me enamoré de él. En ese momento, hacía rejas para las iglesias. Tendría entre 25 y 26 años”.

-¿Nunca se ha querido separar del hierro?

“Lo he utilizado siempre. Aunque, cuando era joven llegué a utilizar la madera y la piedra. Yo quería aprender a trabajar con todo tipo de materiales y amarlos. Si uno no ama las cosas en el arte, tampoco se hacen tuyas”.

-En este sentido, usted demuestra siempre su amor por el hierro, pero también su amor por las espirales. ¿Cómo surge esta idílica y duradera relación?

“La espiral del viento, que es como se denomina, es un símbolo mágico. Lo aprendí gracias al legado de nuestros antepasados, nuestros aborígenes canarios. La espiral la puedes encontrar siempre, pintada en la roca, allí donde vivieron los guanches. Cuando vi aquellos dibujos me di cuenta de que tenían magia y poder. Más tarde, aprendí muchas cosas sobre los aborígenes nuestros que me entusiasmaron. Por ejemplo, que en el solsticio de verano, subían a los montes, cuando Canarias tenía el cielo aún más claro y transparente, y se reunían para adorar a las constelaciones y lo consideraban como un momento de culto”.

-No es el único que se ha fascinado por el mundo guanche, también lo han hecho otros artistas canarios como Óscar Domínguez o Manuel Millares. De hecho, hace poco se inauguró una exposición en su fundación sobre las visiones de los tres respecto al mundo aborigen…

“El mundo aborigen lo descubrimos artísticamente todos juntos. Está, por ejemplo, Óscar Domínguez, que era mayor que nosotros, y que desde Tenerife nos hablaba y nos retrataba la Cueva del Guanche y su visión surrealista. Millares y yo descubríamos el mundo aborigen gracias al Museo Antropológico de Canarias. Ahí aprendimos cómo fue el principio de los pobladores del Archipiélago, qué fue lo que hicieron. Hay muchos estudios, y eso, a nosotros, nos admiraba muchísimo. En aquella época no teníamos grandes museos ni espacios para disfrutar del mundo del arte, pero sí disfrutábamos de ese mundo que nos proporcionaba el Museo Antropológico, disfrutábamos de la ciencia, y a la vez aquello nos inspiraba. Esta exposición se inauguró el martes 13, [¡qué día más magnífico!] La inauguración tuvo un éxito increíble. La Fundación estuvo inundada por toda la ciudad de Las Palmas que vino a verla. En la Fundación no podemos estar más contentos de tener un centro que esté funcionando con tanto empuje. Y es más, queremos que se convierta en un referente cultural para Canarias y el mundo”.

-Usted, está muy relacionado con el mundo del arte en Canarias. ¿Cuál es su diagnóstico sobre el sector cultural en la actualidad?

“En Canarias sucede lo mismo que ocurre en todas partes del mundo: Hoy en día la comunicación es tan rápida, que lo que sucede en Nueva York, está sucediendo también en Las Palmas. Hoy en día no hay fronteras, con tu móvil puedes viajar por todo el mundo. Por eso, el arte en Canarias tiene las mismas virtudes y los mismos defectos que se pueden descubrir en otras partes del mundo. El otro día, en mi discurso de inauguración, acabé diciendo que ahora Canarias es también el centro del mundo”.

-¿Siempre consideró a Canarias como el centro de su mundo?

“Siempre no, pero hoy en día tenemos una presencia fuerte en el mundo, gracias a la comunicación rápida. Lo que hacía que Canarias estuviera lejos del mundo antes era, precisamente, la dificultad en la comunicación. A medida que ha ido evolucionando la tecnología, nuestro posicionamiento en el mundo comienza a ser extraordinario”.

-¿Sigue trabajando?

“Sigo trabajando y creando. Por eso, tengo que marcharme ya mismo a Madrid, porque voy a tener que trabajar duramente todo el verano con mis ayudantes de Rumanía, donde tengo un estudio. Trabajamos porque tenemos que presentar una gran exposición el próximo año en Madrid con motivo de mi cumpleaños, el 1 de marzo; si llego, claro. Haré una gran exposición que luego viajará a Estados Unidos”.

-Estados Unidos, precisamente, marcó un hito en su carrera. Y el que contribuyó a eso fue David Rockefeller. ¿Cómo nace esta relación y se construye la anécdota?

“Fue muy sencillo. Rockefeller vino a Madrid y visitó mi casa. Allí tenía mi estudio, y él pudo conocer mi obra y comprar una pieza. Fue muy amable. Cuando se fue me dijo que cuando viajara a Nueva York lo llamara. Y así hice. Rockefeller me presentó entonces a los directores y trabajadores del MOMA. Así conseguí, inmediatamente, un espacio en la galería para mi obra y nuevas amistades en la ciudad”.

-¿Fue solo a exponer?

“Me quedé a vivir en Nueva York durante un tiempo. Pero luego volví a Madrid. Y así. Toda mi vida ha sido un ir y venir, de los Estados Unidos a Madrid, y de allá para acá. Comencé a hacer la vida de un nómada, de un trotamundos, que va de un lado a otro. Y también, un herrero ilustre. Siempre voy al lugar donde mi obra tiene un sentido”.

-¿La vida del nómada es la vida del escultor del hierro?

“Es como todo. El artista tiene que ir a trabajar a la plaza donde su obra tiene una mayor presencia o una mayor posibilidad de vender. Así fue, es y será”.

-Entre las anécdotas de su biografía también llama la atención la escultura que hace para el rey Juan Carlos…

“Este fue un encargo Real, pero literalmente, con mayúscula [ríe]. El rey quería tener una escultura mía. Fue el director de Patrimonio el que se puso en contacto conmigo, y me llevó a la Palacio Real para trabajar. Allí conocí al rey, y charlamos, me pidió una espiral muy grande para colocarla delante de su despacho, para verla siempre. Esta es una de las piezas más grandes que yo he realizado en toda mi carrera. No sé si este rey nuevo la sigue manteniendo”.

-Comentó que sigue trabajando en la creación de nuevas piezas, ¿cómo son estas nuevas esculturas que expondrá el día de su cumpleaños?

“Es difícil de explicar, hay que verlas. Son piezas que hacen referencia a todo mi trabajo, es un repaso por toda mi carrera como escultor”.

-De todas sus piezas, ¿por cuál le gustaría que le recordaran?

“Me gustaría que me recordaran por todas, pero seguramente, me recordarán por las espirales. Las espirales tienen una forma tan misteriosa y tan atractiva que la gente se asombra”.

-¿Qué influencia tuvo en su obra el arte africano?

“Mucha influencia. Las figuras africanas, las costas africanas que visité en un momento de mi vida, son clave para entender mi obra. Encontrarme con el arte en aquel continente, donde tienen esa concepción de las obras como parte de un ritual, me inspira, me alienta y me ilusiona”.

-Y hablando de futuro, ¿cuáles son los próximos proyectos para su fundación?

“La fundación es un proyecto muy interesante que ha entrado a la actualidad de la isla y ofrece actividades que le gustan a la gente, por eso siempre se llenan. Ahora es como un lugar de moda, pero creo que se mantendrá así y se convertirá en un centro que puede interesar a todos los canarios, un lugar donde conversar sobre arte y cultura”.

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