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Aarón Gómez: “Las redes sociales me permiten ser libre”

Aarón Gómez no cierra por vacaciones. Agosto está siendo un mes lleno de trabajo para el cómico y actor tinerfeño, que lleva varias semanas moviéndose entre las Islas y Sevilla, donde rueda Mambo, una serie para Televisión Española
Aarón Gómez | CEDIDA
Aarón Gómez | CEDIDA
Aarón Gómez | CEDIDA

Aarón Gómez no cierra por vacaciones. Agosto está siendo un mes lleno de trabajo para el cómico y actor tinerfeño, que lleva varias semanas moviéndose entre las Islas y Sevilla, donde rueda Mambo, una serie para Televisión Española dirigida por el también canario David Sainz (Malviviendo). Además, recorre la geografía canaria junto a Kike Pérez, subiéndose a los escenarios de las fiestas populares. Por si no fuera bastante, sigue aportando su sentido del humor y sus reflexiones en las redes sociales. La última, en Twitter, titulada El castellano correcto, donde ofrece argumentos -y cordura ante las últimas polémicas- para defender la riqueza que aporta la variedad de acentos del español que se hablan y se escuchan. “El castellano es un idioma maravilloso gracias a todos ellos”, señaló al diario El País, donde abogó por desterrar esos complejos que suelen asaltar a los hablantes de determinadas zonas geográficas: “Todos debemos estar orgullosos de nuestra forma de hablar”. En medio del rodaje sevillano, unas veces a través de la conversación telefónica y otras por mensajes de audio en WhatsApp, mantuvo esta charla con DIARIO DE AVISOS.

-Lleva varias semanas rodando en Sevilla una serie. Teniendo en cuenta la discreción con la que se abordan estos proyectos, ¿qué puede contarnos de Mambo?
“Por ahora no me dejan contar mucho. Es un trabajo dirigido y escrito por David Sainz, a través de su productora, Diffferent Entertainment. Es un proyecto muy bonito en clave de comedia. Estaré yendo y viniendo hasta finales de mes, y esperamos que se pueda ver en Televisión Española a partir de octubre”.

-¿Cuáles son las diferencias entre ser dirigido y esa especie de yo me lo guiso, yo me lo como que suele ser su forma de trabajar?
“Que te dirijan es más cómodo. Sobre todo si es por una persona a la que respeto y admiro, como David. Además, él me deja participar en el proceso creativo. Escribe los guiones, pero hay una parte de texto y canciones que hemos abordado entre los dos. David Sainz siempre está abierto a la colaboración, quizás porque sabe que toda mi vida también me lo he guisado y me lo he comido. Así que sí: es muy cómodo no tener que estar pensando todo el rato, porque hay detrás un genio que lo hace por ti”.

-Teatro y monólogos, cine, radio, televisión, vídeos en redes sociales… ¿Cualquier medio es bueno para plasmar sus ideas o lo que vale para el teatro, por ejemplo, no tiene por qué funcionar en la televisión?
“Cada uno es una disciplina artística casi completamente diferente, y justo por eso es divertido adaptar tus ideas a las posibilidades que te dan. La radio es interesantísima: has de olvidarte de todo lo físico y gestual e intentar llevar a quien te escucha por un mundo de imaginación. El teatro, en cambio, te permite ser más excesivo, y la televisión es más contenida. El humor de teatro no suele funcionar en televisión, algo parecido pasa en el cine… Por eso es interesante ir probando cosas y ver hasta dónde puedes llegar”.

-Usted es muy activo en las redes sociales con sus vídeos de humor, y también con cuestiones que quizás no nos hacen sonreír, pero sí reflexionar. ¿Qué posibilidades encuentra en Internet?
“Las redes sociales son maravillosas porque nos dan un contacto directo, a veces demasiado directo, con el público, y te permiten ser completamente libre. No tienes que pasar por ningún aro ni por ningún tipo de censura: tus errores son tuyos y tus aciertos también. Y eso es genial: tienes el feedback automático de la gente, si le gusta o si no, si está de acuerdo o no… Son muy interesantes en ese sentido”.

-¿Y cómo sobrelleva uno esa exposición pública? ¿Cómo convive con los trolls y los haters, un fenómeno que no escasea en Internet?
“Tengo pocos, pero ahí están. Han sido unos grandes maestros para mí. El mundo del odio en las redes sociales existe, y de él he aprendido que no tengo que intentar agradar a todo el mundo, que fue uno de los principales errores que cometí al principio. Con el tiempo me he dado cuenta de que eso es imposible, aunque la pulsión de uno, claro, sea hacer reír a todo el mundo. Hay gente a la que, obviamente, no le vas a gustar, e incluso te va a detestar. Esa ha sido una gran enseñanza, porque gracias a los trolls y a los haters he aprendido a tomarme las cosas con más calma, a relativizar y a entender que cada persona y cada opinión es un mundo, que cada uno viene con su mochila a cuestas y que, aunque tus intenciones sean sanas, puedes chocar contra muros de realidades ajenas”.

-¿Cuál suele ser el proceso que va desde que surge una idea hasta que la vemos plasmada en una actuación en vivo o en un vídeo que cuelga en la red?
“Cada caso es diferente. Las ideas de Internet suelen ser más inmediatas. Lo frecuente es que en un par de horas todo el proceso esté acabado, desde esa primera idea a la conclusión. Pero también se me ocurren cosas que son más complejas y las planifico más. Hablo con los compañeros; les digo, por ejemplo: mira, se me ocurrió esto, quiero grabarlo, pero hace falta un dinosaurio… y nos ponemos a trabajar. Si hablamos de teatro, todo es más programado. El objetivo es intentar estrenar siempre un espectáculo al año, de manera que hay un mayor margen y la cosa es más progresiva, más lenta. Si trabajo con mi compañero Kike Pérez, entre los dos vamos apuntando ideas, hablamos sobre lo que se nos va ocurriendo, acerca de cuál puede ser la temática… Aunque es cierto que no tardamos mucho en crear los espectáculos, porque también recurrimos a lo que va surgiendo sobre el escenario. Ponemos un paisaje y comenzamos a jugar en ese entorno y con ese lenguaje, que cada año es diferente. Siempre dejando un espacio para la improvisación”.

-¿Es muy obsesivo, pule mucho cada sketch antes de escenificarlo o es una especie de ensayo y error y en el momento en que ve que algo no funciona ante el público lo desecha?
“Sí que soy obsesivo y perfeccionista, pero no en ese sentido. Lo soy con las ideas, con intentar cambiar de lugar siempre, con no quedarme quieto: soy muy incómodo conmigo mismo. Pero no soy de ensayar excesivamente, sino que dejo cogido con pinzas lo que vamos a hacer: me basta con saber de dónde venimos, qué es lo que pasa y a dónde vamos. A partir de ahí confío en una cosa que me ha funcionado siempre en mi carrera: la magia del directo. Es decir, saber que ahí voy a tener el flow suficiente como para llevar a buen término, que es la risa de la gente, lo que he planteado. No soy de muchos ensayos. Te preparas los sketches, pero el ensayo general es con el público”.

-Un aspecto frecuente en su carrera es alternar su trabajo en solitario con las colaboraciones con otros artistas. Más allá de la amistad, ¿de qué manera estas experiencias le enriquecen profesionalmente?
“Colaborar, mezclarse con cualquier otro artista, siempre es una suma. Cada uno y cada una te ofrece algún tipo de enseñanza que te hace crecer de una manera distinta. Con Kike, que es mi compañero habitual en estos últimos años, no dejo de aprender. Yo venía de un estilo en el que mandaba en el escenario, tenía la voz cantante. Pero Kike, que es un animal escénico increíble, me ha enseñado a dar un paso atrás, a compensar su explosión cómica. Con él he aprendido a saber estar en un segundo plano, a acompañar su energía… Cada compañero te da algo diferente”.

-¿Qué humor le interesa a Aarón Gómez y cuál no le hace ninguna gracia?
“Me interesa cualquier humor que me haga reír. Suena a respuesta estúpida, pero es así. El humor debe ser libre, cada uno ha de buscar la manera que le haga más feliz, y con la que haga felices a los demás, utilizando las herramientas que necesite. Si algo no me gusta, no suele ser humor para mí, sino burla o una especie de bullying o lo que sea. No lo considero humor. Si el último de la clase le tira el lápiz al de delante, siempre habrá quien se ría con eso, pero a mí no me hace gracia. El humor no debe tener límites. Saber reírse de uno mismo y de las cosas que pasan no solo es bueno, sino que también nos sirve de apoyo para ir superando las miles de desgracias que ocurren en el mundo. En otros países son pioneros en esto. En Estados Unidos se han dado grandes catástrofes a las que los cómicos han sabido sacarle punta. No para hacer burla ni faltarle el respeto a nadie, sino para tratar de verlas desde otro prisma, porque hay que continuar y seguirán pasando cosas horribles. Los humoristas hacen ese trabajo: nos ponen ante un cristal para que miremos la realidad desde una perspectiva que no es la más habitual”.

-El verano es una época en la que los monologuistas no cogen vacaciones, y este para usted está resultando bastante movido.
“Sí, suelen ser intensos y el de este año lo es mucho más. Entre el rodaje y las actuaciones, no paro. En muchas fiestas de los pueblos nos invitan a participar en su gala, a echarnos unas risas con la gente. Pero aparte de eso, hay una fecha que todavía está un poco lejana y espero con mucha ilusión: el 13 de octubre estaré en el Teatro Leal estrenando show. Es un espectáculo en solitario, que se llama Todo de nuevo, donde intento salirme de la línea habitual y tocar otros palos”.

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