fernando delgado, escritor y periodista

“No soy un patriota, pero Tenerife es un territorio para la emoción”

El escritor y periodista tinerfeño, que asume su compromiso político de izquierdas en la Comunidad Valenciana, se define en una entrevista en el DIARIO como “cristiano sin iglesia y socialista sin partido”
Fernando Delgado, escritor y periodista
Fernando Delgado, escritor y periodista
Fernando Delgado, escritor y periodista

Fernando Delgado (Santa Cruz de Tenerife, 1947) se define a sí mismo como un “cristiano sin iglesia y un socialista sin partido”, un periodista “jubilado” y un escritor “que lleva la literatura muy interiorizada”. Primero fue precisamente eso: escritor. Lo descubre a los 13 años cuando Hoja de Lunes de Santa Cruz de Tenerife le publica su primer poema. Luego se convierte en periodista, primero en medios locales, más tarde consigue una plaza de locutor para Radio Nacional de España, en 1967. Desde entonces comienza a trabajar en el desarrollo de Radio 3, junto a Alfonso Gil, Rosa Salgado, Javier Maqua, Gloria Berrocal, Carlos Faraco y Pedro Piqueras. Ya en 1981 fue nombrado director del programa musical, clave durante la Movida madrileña. Muy poco después, un nuevo cambio político le pone al frente de RNE, cuya dirección ocupó en dos periodos: 1982-1986 y 1990-1991. Bajo su primer mandato realizó una profunda renovación en formatos y contenidos. Fue director de Tele-Expo, llegó a ser presentador de los Telediarios de TVE, también de la Cadena SER con A vivir que son dos días, un espacio sobre arte, cultura, ocio y actualidad. Hasta 2005, cuando aparca definitivamente su carrera como periodista, para dedicarse completamente a la literatura, “el lugar al que siempre vuelve”. Ha publicado Tachero, Háblame de ti, La Mirada del otro (premio Planeta), Donde estuve o El huido que leyó su esquela, la más reciente, que llega para completar su Trilogía del Ahorcado: No estabas en el cielo (1996) e Isla sin mar (2002). Siempre muy vinculado a la política, ahora al PSPV (Partido Socialista del País Valenciano). Delgado ha estado junto a los escritores y periodistas Juan Cruz y Alejandro Krawietz ofreciendo una charla sobre Domingo Pérez Minik. En esta entrevista con DIARIO DE AVISOS regresa también a la Isla en la memoria, hasta recordarse como un escritor infantil.

-En su diálogo con Juan Cruz y Alejandro Krawietz habló sobre la figura de Domingo Pérez Minik. ¿Qué significó este crítico de arte en su carrera?

“Minik fue para mí como un padre. Significó mucho en mi carrera de escritor, pero fue mucho más en mi vida personal. No solo era un magnífico consejero o un amigo generoso, también fue parte de mi familia. El padre que no tuve lo encontré en Domingo Pérez Minik. De él guardo muchas lecciones morales y su estilo de la ética. Si intelectualmente fue muy importante para mí, por el aprendizaje que tuve de él, por sus lecturas, por la gente que él conocía y que me dio a conocer, desde el punto de vista humano, su lección, su conducta, su espíritu e incluso la herencia ideológica que me dejó, fue fundamental. De modo que Minik es mucho más que un maestro, o el sabio que era, era un gran ser humano y el padre que encontré”.

-Muchos grupos canarios, como es el caso de La pista búlgara, recuerdan hoy que gran parte de su éxito nacional llega gracias a su participación en Radio 3. Usted fue director en aquella época, en plena Movida, ¿cómo valora este proyecto a día de hoy?

“Radio 3 es un proyecto que ha estado muy relacionado con su tiempo. Yo fui el primer director de este programa, en 1981. Este era el tercer programa de Radio Nacional, que en los años anteriores mostraba una proyección, en cierto modo, antigua. Así que, se hizo una oferta renovadora. Curiosamente, en ese momento la frecuencia modulada todavía no estaba definida como hoy y se decía que parecía un programa de onda media, pero fuimos modernizando la emisora. Al final, fue un proyecto que tuvo mucho que ver con las conexiones emocionales y creativas de la Movida madrileña y del país moderno que en ese tiempo inaugurábamos”.

-También fue director de Radio Nacional de España durante dos periodos de la mano del Partido Socialista. Hoy con el PP al mando, ¿cómo calificaría la radio pública?

“Ahora no quiero entrar en calificaciones. Todo el mundo sabe la diferencia que hay entre una RTVE en un tiempo y otro. La radio tuvo una buena época durante el mandato de Zapatero, en el que se hizo un buen proyecto para modernizar la programación. Proyecto que después se cargó el Partido Popular, y que ahora parece que van a recuperar. Quiero verlo con algo más de optimismo y pensar que esa recuperación de una radio y televisión democrática es posible”.

-Un debate que no acaba nunca…

“Este debate a mí ya me parece ajeno. Soy un jubilado que vivió muchas experiencias en la dirección de radio y televisión públicas, de las que me puedo sentir satisfecho, y ahora no me apetece entrar a juzgar lo que todo el mundo sabe. En este ámbito, ya no soy un experto”.

-¿Se imagina retomando el trabajo de director de medios de comunicación?

“No, me jubilé hace poco de la redacción. Y creo que ahora hacen falta más redactores nuevos, con otra visión de la profesión. Uno ha aportado lo que ha aportado, y para mí ha sido una carrera muy gratificante. Siempre he combinado la literatura con el periodismo, así que todavía sigo escribiendo artículos en los periódicos y colaboro en lo que puedo, pero ya no tengo edad de ser un periodista batallador, eficiente, que puede ir de un lado a otro. Ahora me basta con leer y escribir”.

-Hacía literatura al tiempo que hacía periodismo. ¿Cómo?

“Yo a los 13 años fui a la Hoja del Lunes de Santa Cruz de Tenerife para que me publicaran un poema. Todavía lo recuerdo. Me presenté con mi pantalón corto pidiendo que me publicaran unos versos. Eran malísimos, pero me los publicaron. Desde entonces tuve conexión con la Hoja del Lunes, La Tarde, El Día, con maestros como Víctor Zurita, de La Tarde, que me apoyó mucho, y por supuesto, con Ernesto Salcedo, que se convirtió en uno de mis grandes amigos y de toda mi generación. Él nos abrió muchas puertas y nos permitió hacer una publicación literaria que dirigía Juan Cruz y que fue uno de los mejores suplementos que hemos tenido nunca en la Isla. Esa frescura en el periodismo la daba la prensa, porque las radios, en la época de Franco, estaban muy controladas. Era un ambiente distinto. Luego saqué una oposición a Radio Nacional, donde he tenido magníficos compañeros y amigos. De allí fui a Madrid y, desde entonces, me convertí en director de algunos programas. No me puedo quejar. También he tenido la oportunidad de hacer televisión y siempre he sido libre haciéndola. Pero, a pesar de todo eso, es en la literatura donde acabo siempre. He escrito varios libros, hace 43 años se publicó mi primera novela, y desde entonces he publicado bastantes historias. Ahora lo que me interesa, repito, es leer y escribir”.

-Recibe el Premio Planeta en 1995. ¿Este reconocimiento cambia mucho la vida de un escritor?

“Fue muy gratificante. Yo tengo una casa estupenda gracias a ese premio. Aunque debo reconocer que tuvo sus pros y sus contras. Un premio así te abre las puertas a nuevos lectores y también te hace sufrir la crítica de muchos escritores. Pero yo soy muy poco sufridor”.

-Ahora con las redes sociales las críticas son una constante. ¿Ha sufrido la ira de las redes?

“Las redes sociales tienen muchas ventajas y son positivas para muchas cosas, pero también tienen su lado negativo. Del mismo modo que desde allí podemos asistir a la publicación de la brillantez expresiva, podemos asistir también a la idiotez más absoluta. Y esto último me parece vergonzoso. Es cierto que la idiotez ha conseguido un mayor altavoz”.

Fernando Delgado, escritor y periodista
Fernando Delgado, escritor y periodista

-Hace poco publicó El huido que leyó su esquela, que es el fin de la trilogía del ahogado. ¿Canarias siempre está presente en su literatura?

“Casi siempre. Y lo digo así porque hay obras, como La mirada del otro, que no se desarrollan en las Islas. Sin embargo, son pocas. La mayor parte de mis novelas tienen alguna esencia de las Islas. Vale aclarar que no soy un patriota de ninguna parte. No obstante, Tenerife, la Isla, es para mí territorio de la emoción. Es una parte de mi interior y me gusta mucho ir a Canarias. En definitiva, lo más importante para mí es la isla que llevo dentro. Soy, en ese sentido, un insular. Cada uno tiene su propio territorio imaginario, también el territorio en el que vive, en el que disfruta, para mí, el territorio emocional es Canarias”.

-En este último libro plantea la necesidad de la huida. ¿De quién huye Fernando Delgado?

“Yo no tengo nada que ver con el protagonista de la novela. Estoy contento a pesar de que, cuando enciendo el televisor y me encuentro con la narración de la vida de ahora, con figuras como la de Trump, con esas imágenes desoladoras o deplorables, reflexiono que no estamos viviendo en el mejor de los momentos. Pero, a lo mejor, esto son manías de viejo que no entiende a este mundo nuevo. Aunque este mundo se me parece mucho a uno que me resulta muy conocido. Ahora escucho voces trasnochadas, como las que se oían en el año 78. Los retratos tendrían que ser otros”.

-¿La literatura también es una vía de escape?

“La literatura puede ser todo lo que quieras, puede ser una vía de escape o de interiorización profunda. En mi caso, depende de lo que sienta en cada momento. No es una vía de escape, en el sentido frívolo, la literatura tiene una razón emocional, de compromiso. En mi caso no es una vía de escape en realidad, porque yo la llevo muy interiorizada”.

-De la literatura pasa a la política, pero no en Canarias, sino en Valencia…

“He sido político siempre. Desde adolescente estuve en las juventudes obreras católicas. Luego me convertí al socialismo y mis amigos comunistas me decían “socialdemócrata de mierda”, y yo no sabía lo que eso de “socialdemócrata” quería decir. Ahora descubro que eso es lo que he sido siempre: un socialdemócrata. Yo nunca me he suscrito a ningún partido político, pero siempre he dicho que soy un cristiano sin iglesia y un socialista sin partido. A lo mejor me sumé al Partido Socialista en un tiempo, porque creo que uno debe hacerlo cuando no aspira a tener ninguna responsabilidad”.

-¿Cómo acaba en la política valenciana?

“Me lo ofreció un amigo de la Generalitat y me parecía que, con el panorama de desastre y corrupción que allí había, podría ayudar y colaborar. Creo que la política puede ser mucho más moderna de lo que está siendo”.

-Varios partidos políticos nuevos defienden esa modernidad, como Podemos o Ciudadanos. ¿Cómo ve estos proyectos políticos?

“La política actual la veo como un teatro malo, con unos actores en papeles protagonistas que no dejan ver a las figuras de reparto que son extraordinarias. Por otro lado, creo que nunca se ha hablado tan mal en el Congreso de los Diputados y las formas no se mantienen nunca. Cada vez la política se da más al espectáculo, de ordinarios, de bastos y bastas, con discursos que cambian de un momento a otro… No creo que estemos en el mejor de los momentos”.

UN POEMA QUE HIZO CARRERA

Se presentó Fernando González Delgado en la redacción de la Hoja del Lunes de Santa Cruz un día de 1960. Tenía tan solo 13 años. Los pantalones cortos y las pintas de un niño que quería ser escritor. Llevaba consigo un poema que fue publicado días después. “Era malísimo”, dice hoy con 70 años. Pero fue el primero, el que le abrió la puerta a todo lo que vino después: periodismo, literatura y política. “Desde entonces tuve conexión con la Hoja del Lunes, La Tarde, El Día, con maestros como Víctor Zurita, de La Tarde, que me apoyó mucho, y por supuesto, con Ernesto Salcedo, que se convirtió en uno de mis grandes amigos y de toda mi generación”, rememora en esta entrevista. Recuerda aquella publicación literaria que dirigía Juan Cruz y que fue “uno de los mejores suplementos que hemos tenido nunca en la Isla”. Luego sacó una oposición a Radio Nacional y viajó a Madrid, donde comenzó la aventura en la dirección de Radio 3, y más tarde, durante dos periodos, de Radio Nacional de España. Hoy considera que no puede quejarse, ha hecho de su pasión una carrera de fondo. Con grandes éxitos y derrotas hasta 2005, cuando se jubila de las redacciones, para volver al lugar en el que siempre quiso estar: la literatura. Una profesión verdaderamente vocacional, que lleva interiorizada desde su juventud. Y en cada uno de sus libros, la esencia de las Islas Canarias, su “territorio imaginario, emocional”, como él mismo define al lugar que le vio crecer.

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