cultura

‘Manolo cómeme el coño’ – Por Nuria Delaga

Nuria Delgada presentó el año pasado en el Festival Keroxen su espectáculo 'Manolo cómeme el coño' por el que fue víctima de una injusta campaña de prensa que no valoró su calidad como creadora al quedarse solo en las apariencias
Nuria Delgada durante su actuación en el Keroxen 2016. | KEROXEN

Me llamo Nuria Delgada, nací en la isla de Tenerife, soy música y performer. He sido una de las primeras tubistas en tocar en bandas municipales de la isla y en diversas agrupaciones de música clásica, popular y de improvisación. Este verano se ha publicado mi primer disco. La tuba me ha acompañado, y me sigue acompañando en mis espectáculos teatrales y mis performances. Como la mayoría de los grandullones, mi tuba es discreta y tiende a pasar desapercibida, ese es uno de los motivos por lo que nos compenetramos tanto, mi tuba y yo nos sentimos felices cuando el público disfruta de nuestras actuaciones y preferimos que tras las mismas recuerden nuestra música y nuestras performances antes que a nosotras, pues todas las personas tienen derecho a aspirar a la felicidad y ponemos todo nuestro empeño en que nuestra música y nuestras performances, en las que siempre está presente el sentido humor, aporten un poco de felicidad a nuestro público, magro pero inmensamente cariñoso y generoso.

Así fue el público del Festival Keroxen 2016 en el cual estrenamos con enorme ilusión nuestro espectáculo Manolo cómeme el coño, pues consideramos a Keroxen como uno de los hitos de la cultura canaria, un festival emblemático por su independencia y su decidida apuesta por la alternatividad, la diversidad, la imparcialidad y la independencia. Por eso quedamos desconcertadas cuando se desencadenó una virulenta campaña de prensa contra mi (mi tuba ha sido invisibilizada por nuestros enemigos) tras la difusión no autorizada en Youtube de un vídeo que recogía un minuto escaso de la performance (el momento en el que canto) como si fuese un mantra, el tema que da título a la performance. Pocas semanas después la campaña se extinguió como los rescoldos de una fogata de la noche de San Juan, dejando tras de si el recuerdo de un barullo ininteligible y algunas heridas y magulladuras tan leves como absurdas. Y, desde luego, amargas y dolorosas. Pasado un año, mi tuba y yo continuamos nuestra vida cotidiana de actividad docente, concertística y performativa y, llegado agosto, regresamos a nuestra querida isla a gozar de unas vacaciones en compañía de nuestros seres queridos.

El Cabildo de Tenerife, en ejercicio de sus legítimas competencias decidió no incluir en el programa de fiestas estivales 2017 al rapero Maluma, un artista manifiestamente ginofóbico. En medio del debate público sobre esta decisión política del Cabildo, volvió a arreciar la campaña de difamación contra mi, con los mismos argumentos del pasado año (mi tuba y yo hacemos música “podemita” y abrevamos en el pesebre de las subvenciones públicas, yo soy una “fulana” y otras necedades irrelevantes). Con mayor claridad e intensidad que en 2016, se nos ha convertido en piedra arrojadiza contra la cristalera del Cabildo tinerfeño y en chivo expiatorio de los conflictos de intereses económicos y empresariales de algunos columnistas y medios. Esta campaña me parece injusta para nosotras pero, sobre todo, me parece política y socialmente tóxica.

Ese es el único motivo por el cual he decidido renunciar por un momento a mis modos de expresión propios y escribir este artículo y ofrecer a lxs tinerfeñxs mis argumentos y mis perspectivas. Se han dicho de mí (o de lo que hago) tantos disparates que merece la pena reflejarlos en este escrito no sin un toque de humor e ironía. ¿Para qué ponerme seria ahora si mi trabajo en sí además de ser reivindicativo contiene humor? Pues me voy a reír de lo que cuentan de mí con el sentido común propio que la naturaleza me ha otorgado.

Se dice de mí que soy una “fulana” por trabajar desnuda. Por utilizar (en mis performances) un coño que no sigue la lógica de la industria del porno, es decir, un coño rasurado, y con una cierta habilidad en mis poses que no están hechas para seducir o para ser una Lolita. Sólo por esto merezco que me llamen “fulana”.Se ha extendido el bulo de que mi música es “podemita”. Cómo si necesitara a un regimiento militante para hacer frente a mis propias performances. Aquí apelo al sentido común desde la naturaleza e invoco a las señoras tanto del PP como de Podemos, PSOE o Ciudadanos con una pregunta en común, ¿acaso no hay Manolos en todas las casas y en todos los partidos políticos de nuestra querida sociedad?

¿Qué importa mi manera de pensar, de sentir y de crear si al final algunos periodistas del género “contaminante” de las islas me utilizan como un arma arrojadiza hacia el cristal de la política? Soy tan sólo eso, una piedra lanzada en pos de las “buenas costumbres” y el presunto “sentir común” de una isla que se aleja cada vez más del viejo continente y del mundo

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