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Anaga, guardián de la laurisilva: un bosque en su mejor momento

Los expertos advierten de que solo el cambio climático, que podría llevar a la disipación del mar de nubes, puede poner en riesgo un ecosistema que es un “tesoro” de la Isla
La laurisilva es un bosque conformado por más de una veintena de especies arbóreas, entre las que se encuentran fayas o viñátigos. DA

Con más de 40 millones de años de antigüedad, muchos más que las propias Islas Canarias, el bosque de laurisilva que en Tenerife se localiza principalmente en Teno y en Anaga, goza de mejor salud que nunca. A pesar de que la sequía atenaza a otros ecosistemas, en el caso del de la laurisilva, en el que se pueden encontrar árboles como la faya, el viñátigo y así hasta una veintena de especies que dan forma a este bosque, la lluvia horizontal, nuestro característico mar de nubes, es la que se encarga de darle vida a esta comunidad forestal. El catedrático de Ecología de la Universidad de La Laguna (ULL), José María Fernández-Palacios, es el coordinador de la última publicación divulgativa sobre la laurisilva, en la que se aborda la situación de este ecosistema no solo en Canarias, sino también en Madeira y Azores.

Para Fernández-Palacios, el bosque de laurisilva “se está recuperando” y, posiblemente, “nunca haya estado mejor, tal vez desde la conquista de los castellanos”. El experto señala que esto ha sido posible en buena medida gracias al cambio en el modelo productivo que se produjo en la Islas en favor del turismo de masas. “La laurisilva se recupera claramente desde que se produjo el cambio en el modelo de desarrollo económico, pasando de un modelo más basado en la agricultura a otro que se apoya en el turismo de masas, de forma que, las medianías se abandonaron, y la laurisilva, que tiene una gran capacidad, se está recuperando”. “En Tenerife, por ejemplo -continúa-, se recupera porque había restos importantes de este bosque, sin embargo, en otros ecosistemas como el bosque; termófilo, ese abandono no le afectó porque la situación ya era muy compleja”.

Ante esta evolución tan positiva de lo que Fernández-Palacios define como “el mayor tesoro de Canarias”, cabe preguntarse cuáles son los riesgos a los que se enfrenta este ecosistema, para el que la falta de lluvia vertical no es un problema. El investigador detalla que, “en la actualidad, lo que más nos preocupa es lo que va a ocurrir con el mar de nubes en el futuro por el impacto de los seres humanos sobre el clima, el famoso cambio climático”.

Así, explica Fernández-Palacios, “algunas teorías dicen que el mar de nubes se va a elevar, es decir, se va más hacia la cumbre, otras que se va a distribuir más hacia la costa y otras hablan de que podría llegar a disiparse”. Para Fernández-Palacios, la primera opción, la de que se eleve el mar de nubes, “no sería muy mala porque por encima se puede expandir sin problema, todos los ecosistemas se reordenarían en altitud”. Que ese mar de nubes se distribuyera más cerca de la costa, sí que tendría consecuencias, “sería una mala noticia”, admite, porque la laurisilva, por debajo, “está ocupada de casas y cultivos, lo que hace más difícil su redistribución”. Pero, con diferencia, la peor sería que el mar de nubes se disipara y desapareciese. “Eso, evidentemente, sería el fin de la laurisilva”.

Más de 40 millones de años son los que acumula este ecosistema que reinó en el terciario en buena parte del mundo. / DA

El catedrático de la ULL sin embargo, aclara, que estamos ante una situación “hipotética” de la que no se tiene garantía de que vaya a ocurrir. “En general, el estado de conservación de la laurisilva es bueno, bastante mejor que el de hace poco, se está recuperando y aumentado su distribución de manera espontánea”, añade.

En la opinión personal del experto, ese fenómeno de disipación del mar de nubes, sobre el que aún no se han registrado datos en ningún lugar del planeta, “no va a ocurrir”. “Las teorías que se manejan se formulan a través de modelos que muestra cómo podría cambiar el clima en función de muchas variables, pero es algo tremendamente complejo”, aclara. Fernández-Palacios enfatiza que es necesario trasmitir a la sociedad en general la importancia de la laurisilva y de todo el conocimiento que investigadores como él y muchos otros tienen sobre este ecosistema. “Hay que dejar claro que no estamos hablando de una planta, ni siquiera es un árbol. Es un bosque que se denomina laurisilva, compuesto por muchas especies, de ellas solamente 20 arboles diferentes forman la bóveda”. Insiste el catedrático en que estamos hablando de una “comunidad forestal” que recibe el nombre genérico de laurisilva porque “está dominada por una serie de especies arbóreas que tienen características comunes como las hojas laurifolias”. Ese conocimiento es, precisamente, el que Fernández-Palacios, junto a otros 11 investigadores a los que ha coordinado, acaba de plasmar en el libro La laurisilva. Canarias, Madeira y Azores.

“Se trata de un libro de alta divulgación porque la laurisilva también está presente en Madeira y en menor medida en Azores. Es un libro para que la gente a la que le gusta la naturaleza, que le gusta caminar, pueda leer y aprender de todo lo que hacemos los científicos, que es mucho, porque la laurisilva la conocemos bastante bien”, explica su autor. Añade que, el principal problema para esta difusión está en que “por lo general publicamos en revistas de impacto, que se editan en inglés y que habitualmente están al margen de la posibilidad de los ciudadanos de a pie”.

Detalla el investigador que, “sí que hay textos orientados a conocer un poco más este tesoro que tenemos aquí”, en relación a la necesidad de divulgación de este bosque. Porque, insiste Fernández-Palacios, “es un tesoro absoluto, es lo más importante, posiblemente, en Canarias, la naturaleza en general y dentro de ella, la laurisilva en particular”.

El macizo de Anaga, Teno, pero también pequeños núcleos como Las Palomas o Agua García, son los guardianes de este tesoro que reinó en el Terciario en el centro y sur de Europa y norte de África y que en Canarias sigue más vivo que nunca.

La opinión del experto

José María Fernández-Palacios es catedrático de Ecología de la Universidad de La Laguna. Es el responsable del grupo de investigación de Ecología y Biogeografía Insular de dicha universidad desde hace 20 años y coordinador de La laurisilva. Canarias, Madeira y Azores.

Explica el catedrático que la falta de lluvia no es un factor determinante en la salud de la laurisilva, que depende más de la lluvia horizontal, del mar de nubes.

La apuesta del Archipiélago, explica el experto, por el turismo de masas ha permitido la recuperación del ecosistema al abandonarse las medianías.

Las dos grandes reservas de laurisilva en Tenerife son el macizo de Anaga y Teno. También en Las Palomas o Agua García se desarrolla esta comunidad forestal.

Más de 200 imágenes y textos para descubrir un ecosistema único

El libro se estructura en capítulos que abordan las islas macaronésicas, la historia de la laurisilva atlántica, la laurisilva en el mundo, la laurisilva de Canarias, Madeira y Azores, el mar de nubes, la flora, la fauna, la regeneración del bosque, la dinámica forestal, el impacto humano y la conservación. Se basa en los conocimientos y la bibliografía más actuales que existen de este tesoro ecológico. Incluye más de 200 fotografías de gran calidad, mapas, gráficas, tablas, fichas de las especies integrantes y una clave para la identificación de ellas.

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