
El tesoro de las Islas Canarias no lo enterró un pirata. Fue la Naturaleza quien lo dejó a la vista de todos. Sin su paisaje y su clima, el Archipiélago volvería a los tiempos de la secular miseria. Basta con recordar las imágenes de, por ejemplo, el piche que anegó la costa gallega cuando el Prestige (ellos lo llaman chapapote, al estilo mexicano), para poner los pelos de punta a un canario y sacarlo de sus casillas. Por eso, cuando contamos que Marruecos había autorizado nuevas prospecciones frente a Fuerteventura, volvimos al capítulo 2 de la Isla del Tesoro, justo cuando el viejo capitán recibe La Mota Negra de Perronegro. Y, pese a los inútiles intentos de las autoridades por calmar los ánimos, todo apunta a que estamos ante una nueva guerra contra el petróleo en Canarias, cuando aún no hemos olvidado la de hace menos de cuatro años contra Repsol.
“Dolor de muelas”
Más de 164 millones y medio de euros invirtió Repsol en los dos meses de prospecciones que llevó a cabo entre octubre de 2014 y enero de 2015 el buque Rowan Rennaissence en el llamado pozo Sandía, situado a poco más de 50 kilómetros de Fuerteventura, tan cerca que los majoreros tenían a la vista el centro de sus peores pesadillas: que el piche arruinase las mejores playas de Canarias. Decía en marzo del mismo año el presidente de la multinacional española, Antonio Brufau, que lo de Canarias le pareció “un dolor de muelas serio”. La petrolera menospreció a los canarios, como le pasó a la OTAN en El Hierro o a ATI con las torres de Vilaflor. No sabían que, en estas islas, la sorprendente resignación con que se aceptan las desigualdades o la falta de oportunidades se desvanece como por encanto a la hora de custodiar el tesoro de estas Islas: la naturaleza. “Tercermundista”, rabiaba Brufau en aquellas declaraciones, donde aprovechaba para presumir del hallazgo de un yacimiento en Alaska. “Allí nos felicitan, en el país donde están todas las grandes petroleras del mundo” se ufanaba al magnate. Claro que Alaska solo recibe 1,5 millones de turistas al año con una superficie total de 1.717.854 kilómetros cuadrados. Tenerife, con apenas 2.034, multiplica por cuatro el número de visitantes.
desde el minuto uno
Desde que el Gobierno de España concedió los permisos a Repsol en 2001, la oposición isleña se hizo notar hasta tal punto que, tres años después, el Tribunal Supremo suspendió tales autorizaciones a instancias del Cabildo de Lanzarote, que junto al PSOE conejero, recurrieron entonces a la Justicia para frenar los planes descritos.
Tras casi dos decenios de letargo, fue en 2012 cuando el entonces ministro de Industria y Energía, el grancanario José Miguel Soria, reactivó las prospecciones y encendió la mecha de una guerra a la que no fue ajena la rivalidad política isleña entre su partido, el PP, y Coalición Canaria (CC). Al fin y al cabo, ambas formaciones llegaban a ese año poco después de la ruptura de su pacto para gobernar Canarias.
la guerra
No fue un conflicto cualquiera. Aquel año, 2014, el petróleo era objeto de conversación tanto en las barras de los bares como en los mentideros de pueblo. Si en Lanzarote y Fuerteventura fue abrumadoramente mayoritario el rechazo de la ciudadanía, el resto de los isleños también dejaron claro cuál era el sentir general: No al petróleo.
Como es propio de estos tiempos, la mayoría de las batallas se libraron en el terreno de la propaganda, pero por muchos que fueron los esfuerzos de la multinacional y del Gobierno estatal, esa guerra la tenían perdida de antemano.
Sin duda, el punto álgido llego con el incidente del 15 de noviembre de 2015 en el que Marisa, una activista italiana de Greenpeace, resultó herida, al ser abordada la zodiac en que protestaban junto al buque de Repsol por un barco de la Armada española, cuyos tripulantes fueron los primeros en auxiliar a la joven desde que cayó al agua.
En tierra, CC integraba, junto al resto de las fuerzas políticas, el frente opositor, mientras el PP sufría en soledad su incómoda apuesta por las prospecciones.
tibieza
Desde que se supo que Marruecos había dado los permisos a la multinacional italiana ENi para perforar en el área de Tarfaya, justo al lado de donde trabajó Repsol, no fueron pocas las voces que recordaron el rechazo de los canarios ante semejante riesgo medioambiental para las Islas. En esta ocasión, las críticas fueron unánimes, y no hubo partido ni asociación que dejara de sumarse a la creciente oleada de rechazo.
Como no podía ser de otra manera, el Gobierno de Canarias entendió que, junto a los cabildos orientales, debía ponerse al frente de las iniciativas políticas para frenar las prospecciones. Entre otras cosas, porque así se lo exigen sus votantes. Sin embargo, este nuevo episodio de la guerra del petróleo ofrece un matiz preocupante, dado que se trata de Marruecos quien permite los sondeos. Así lo recordaron tanto la delegado del Gobierno en las Islas, Mercedes Roldós, como el propio ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis. La reciente reunión de dicho ministro con el presidente regional, Fernando Clavijo, dejó un sabor agridulce, y no son pocos los que apuntan hacia Bruselas para encontrar un salvavidas en forma de protección medioambiental.
efecto sahara
Esa vertiente internacional para oponerse a los planes marroquíes cuenta con un aval relevante: que afecte a las aguas propias del territorio saharaui. La clave radica en que el mandato de Naciones Unidas que otorga a Marruecos la gestión del Sahara Occidental se limita al territorio continental, pero no incluye la explotación de recursos marinos.
Así lo ha dejado claro la Justicia europea cuando suspendió el acuerdo de pesca entre el país vecino y la Unión Europea, todo un quebradero de cabeza para los gobernantes de Rabat y Bruselas. Si se toma como precedente, recurrir a los tribunales internacionales se antoja un camino optimista para frenar las prospecciones, pero las implicaciones que podría acarrear en las relaciones con Marruecos, al fin y al cabo un aliado preferencial para España y la UE, no son del agrado para nuestro país y sus socios.
las apuestas
Según Repsol, abandonaron las prospecciones junto a las Islas porque solo hallaron “trazas de gas irrecuperables para la industria”. Tampoco les fue mejor a competidoras como la portuguesa Galf y la australiana Tangier, que unos meses antes que los españoles (junio-julio de 2014) trabajaron al alimón en la misma zona. Los directivos de estas empresas desecharon el proyecto porque “el petróleo no era recuperable”.
Ahora, los italianos de ENI confían en triunfar a pesar de los antecedentes, por mucho que planean trabajar a unos 1.000 metros de profundidad, lejos de los más de 3.000 en que perforaron tanto Repsol como Galf-Tangiers.
Mientras tanto, los isleños se preparan para defender el tesoro de Canarias.