entrevista

“Ahora me pregunto si no fue un error entrar en el euro”

Miguel Sebastián, exministro de Industria durante la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero, habla de su libro 'La falsa bonanza económica' en una entrevista con DIARIO DE AVISOS
Miguel Sebastián. / FOTO: Fran Pallero
Miguel Sebastián. / FOTO: Fran Pallero

En su libro dice que todos, economistas y políticos, deberían hacer autocrítica porque desde 1998 a 2008, cuando se inició la crisis, nadie paró los excesos. Miguel Sebastián, exministro de Industria durante la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero, habla de su libro La falsa bonanza económica en una entrevista con DIARIO DE AVISOS, durante su visita a Tenerife para participar en el V Foro Económico de Assap. En él reconoce que nadie quería parar la música en mitad de la fiesta y, aunque siempre ha estado a favor del euro, ahora se cuestiona si no fue un error, tal y como dijo en su día Miguel Boyer. Asegura que aún quedan por hacer muchas reformas que requieren verdaderos pactos de Estado y reconoció que la clase política actual “o no quiere aprender o vive fuera de la realidad”.

-¿Por qué falsa bonanza económica?
“Pues mire, porque la falsa bonanza es realmente el periodo que culmina con la crisis en 2008, con la caída de Lehman Brothers. Ahí acaba el libro. Y ¿cuándo empieza? Pues hago caso de los datos y estos me dicen que la falsa bonanza, que es un conjunto de desequilibrios brutales, comienza en 1998, justo cuando vamos a entrar en el euro. El mensaje que quiero dar en mi libro es que todos los problemas que tenemos vienen de la falsa bonanza. No es algo que ocurriera durante la crisis, sino que venía de todo ese periodo”.

-Entonces ¿nuestros problemas vienen de la entrada en el euro?
“Bueno, dicho así… Yo estaba a favor, pero ahora me cuestiono si no fue un error, como dijo Miguel Boyer: “Si no entran Reino Unido y Dinamarca, habrá que preguntarse por qué”. Pero es que para los españoles era un motivo de orgullo y no supimos ver lo que se nos venía encima. Nos centramos en los criterios de entrada, pero no en las reformas que aún están pendientes y que hacen, por ejemplo, que la recuperación sea tan endeble”.

-¿Deberíamos hacer como Reino Unido?
“No, para nada. Salir ahora sería un gran error. Lo que tenemos que hacer es abordar las reformas pendientes. Llevamos 20 años esperando; primero, por la falsa bonanza no se hacían reformas; después, por la crisis, y ahora no se sabe por qué. Y el ejemplo más claro es el de las pensiones. Todos los economistas sabíamos que había un problema demográfico, y se puso en la agenda política que fue el llamado Pacto de Toledo en 1996. Pues a pesar de ello, no se ha hecho nada. ¿Y qué ha pasado? Que llegó la falsa bonanza con la burbuja y la entrada de inmigrantes y se empezó a tener superávit en la Seguridad Social. Alguien me dijo una vez: “¡Anda, que los economistas no dais una, porque decíais que iba a haber déficit de la Seguridad Social y hay superávit!”. Claro, hay superávit porque han entrado inmigrantes, pero esto arregla el problema hoy, pero no en el futuro”.

-¿Y cuáles son esas reformas pendientes?
“Muchas: el desempleo, el envejecimiento poblacional, la pérdida de peso de la industria, la dependencia energética, la sobreprotección de las pymes, un sistema fiscal extremadamente complejo, el endeudamiento financiero, el modelo educativo, la baja calidad institucional…”.

-Una larga lista.
“Sí. Mire, el tema del empleo es claro. La reforma laboral no ha funcionado. Seguimos teniendo una tasa de desempleo inaceptable, con una temporalidad altísima. No hemos conseguido acertar con el modelo educativo. Yo soy profesor, y me doy cuenta perfectamente después de volver a la universidad del deterioro del nivel. La formación profesional está ausente. Y todo esto se resume en lo que yo llamo el gráfico de la economía, que es la productividad”.

-Nuestro talón de Aquiles.
“Pues sí. Exactamente. Mire, ¿por qué crecen las economías? Por la productividad. No es una de las variables, es la variable más importante: te explica el crecimiento de los países. Y nosotros tenemos una productividad estancada desde que estamos en el euro, mientras que otros países, como Alemania o EE.UU., tienen un crecimiento elevadísimo de la productividad. Esto se traduce en nuestro modelo productivo, que se basa en mucho empleo barato, de poca innovación y poco valor añadido. Las pensiones no crecen porque no crece la productividad. Los salarios no crecen porque no crece la productividad. Es así. Los trabajadores no se forman porque van a estar meses en la empresa y, al revés, las empresas no forman porque el empleado se va a marchar”.

-El diagnóstico está claro, pero ¿para cuándo las medidas para abordarlo?
“Eso es lo difícil. Pero creo que si empezamos por la economía como se hizo en el año 1977, con los Pactos de la Moncloa, es más fácil, porque entre economistas de diferentes partidos es más sencillo ponerse de acuerdo que entre políticos”.

-Eso seguro. Las reformas que ha citado necesitan un pacto de todas las fuerzas políticas y estará conmigo (usted, que ha estado en política lo sabrá bien) que con los políticos actuales es complicado.
“Sí, es muy complicado. La clase política actual o no quiere aprender o vive fuera de la realidad, y le reconozco que este es un tema que no sé cómo abordar. Por eso digo que una de esas reformas pendientes es la de la calidad institucional. Mire, las reformas no se pueden hacer en época de crisis porque son tremendamente costosas. Y le pongo un ejemplo clarísimo, ¿había que bajar el coste del despido? Pues probablemente sí. Pero bajarlo en plena crisis fue un error, porque provocó que echaran masivamente a la gente. Esta y otras medidas se tenían que haber tomado en época de bonanza y no con la crisis. Por eso creo que ahora es el momento de abordar las reformas pendientes, pero, claro, ahora se nos presenta el problema político de las elecciones, que muchas veces impiden hacer estas reformas. Y este segundo argumento lo digo con rabia, porque esto no ocurrió en la Transición, porque, como sabrá, los Pactos de la Moncloa se hicieron en 1977”.

-Quizás porque se trataba de otros políticos, más pendientes del Estado que de sus intereses.
“Pues probablemente. Dese cuenta de que primero se hicieron los Pactos de la Moncloa y después la Constitución, y luego las elecciones. Todo ocurrió en unos meses. No es verdad que se necesiten años para hacer un pacto de Estado. Yo creo que, en el fondo, si se tienen claros cuáles son los problemas, se puede llegar a pactos de Estado relativamente rápido. El problema es la voluntad política, y en eso le tengo que decir que estoy muy decepcionado no solo con el PP y el PSOE, sino también con Ciudadanos y Podemos, que no han sabido tomar ese impulso reformista y de pacto de Estado que tanto promulgaron. Le insisto, este es un asunto que no se cómo abordar. Nos resistimos al rescate una y otra vez y, teniendo en cuenta cómo se hacen las cosas, no sé si nos hubiera ido mejor delegando en las instituciones europeas”.

-¿Hubieran solucionado el problema de la burbuja inmobiliaria?
“Este es un tema que también abordo en el libro. La burbuja en el fondo es una construcción teórica, y solo se confirma cuando se pincha. No es como un test de colesterol donde te dicen usted tiene 200 y ya está. Es complicado avisar de que hay una burbuja cuando todo está bien, porque nadie lo cree hasta que no se pincha. Lo que hay que hacer es intentar que no se formen y estar muy alertas. Y eso fue lo que no hicimos. Como todo iba muy bien, seguimos construyendo y construyendo”.

-¿Y el Banco de España? Se supone que está para avisar o alertarnos.
“El Banco de España opina de todo menos de lo suyo. De las pensiones, de Cataluña… Le encanta opinar de todo menos de la situación de la banca y de su grado de endeudamiento, que sigue altísimo. De alertar si la situación financiera es sólida o no, de si los bancos están saneados o no, o de si están apareciendo síntomas de una burbuja en el sector inmobiliario, no opina”.

-Usted estuvo en el Gobierno en la etapa de la crisis y durante la época en la que Zapatero la negó una y otra vez. ¿No hubo nadie que les avisara de lo que venía?
“Verbalmente reconozco que sí hubo un error del propio Zapatero al tardar en reconocer la crisis. Pero si vamos a la actuación, cuando el G20 se reúne en 2008 y deciden poner en marcha paquetes contra la crisis, que son los famosos planes E, fuimos de los primeros países en aplicarlos. Pero es verdad que desde el punto de vista de la comunicación fue un error negar la crisis, pero no es verdad que se actuara más tarde. Al revés, fuimos uno de los primeros países en hacerlo. Le digo más, cuando ya Zapatero había reconocido la crisis, el Banco Central Europeo subió los tipos de interés, así que hay algunos que incluso fueron con más retraso”.

-No hemos hablado de turismo, en eso vamos bien, ¿no?
“El modelo turístico que tiene Canarias, que es igual al del resto del país, siendo muy bueno, hay que reforzarlo buscando turismo de más calidad. ¿Y cómo se busca?, pues yendo a países emisores a los que no vamos y que tienen turistas que gastan. Hay que vigilar más el gasto que la cantidad. Tenemos más o menos el mismo número de turistas que EE.UU., pero obtiene cuatro veces más ingresos que España, luego, hay un problema de modelo. Por eso hay que abordar un modelo de diversificación, digitalización y, por supuesto, desestacionalizar. Todo esto hay que compensarlo con otros sectores, como la industria. Cuando estuvimos en el Gobierno hicimos los planes de industrialización para Canarias y se agotaron todos. Por eso creo que no es que no haya interés por la industria en las Islas, sino que lo que tiene que haber es apoyo. Hay muchas cosas que se pueden hacer para diversificar y complementar los ingresos turísticos en Canarias”.

-Habla de la industria. En estos momentos las Islas están apostando fuertemente por las energías renovables y el gas. Sin embargo, hay una fuerte oposición al gas, porque impedirá la entrada de las fuentes limpias.
“El gas es una mejora frente a otros combustibles fósiles. Es mucho más limpio, más barato, menos contaminante. Así que resistirse a la entrada del gas no lo entiendo. Es verdad que tiene que ir de la mano de una política de apoyo a las renovables, pero contraponer el gas a las renovables es un error, porque es muy difícil llegar al 100% de renovables. El gas cumple perfectamente el papel de transición y, además, hay que hacer números, y los números abaratan la factura a los usuarios. Por eso me sorprende esta resistencia, porque eso hace que nos quedemos con lo que hay ahora, que es tremendamente caro y contaminante. Al final, quedarnos con lo que hay es mucho más conservador que apostar por la transición”.

-Ahora que lo puede decir, ¿recibió muchas presiones de las eléctricas durante su estancia en el Ministerio? Al final usted está en la docencia, no se fue a ningún consejo de administración.
“Lo de los consejos de administración es una leyenda urbana. Ocurre más con los ministerios de Economía. De mis colaboradores durante mi etapa en el Ministerio no hay ninguno en ninguna eléctrica. Yo estoy muy bien en la universidad. En cuanto a las presiones, bueno, creo que es parte del sueldo. Lo que sí tienen las eléctricas son muy buenos equipos de abogados y técnicos, porque muchas veces se nutren de los propios abogados del Estado. Hay un cuerpo técnico muy potente proveniente del sector público que ahora nutre a las privadas. Este es un tema interesante y no se aborda: el trasvase del sector público al privado, porque paga mejor. Eso perjudica mucho al sector público, se queda sin recursos”.

-Entonces, no recibió presiones.
“No”.

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