güímar

“La mayor felicitación que puedo recibir es saber que el joven sigue con vida”

Rubén Henríquez, el policía local de Güímar, cuenta cómo rescató al chico de 17 años, que sufrió una severa descarga eléctrica
Rubén Henríquez señala el torreón de electricidad, de cuatro metros de altura, que el viernes tuvo que escalar para salvar al joven de morir electrocutado. Sergio Méndez
Rubén Henríquez señala el torreón de electricidad, de cuatro metros de altura, que el viernes tuvo que escalar para salvar al joven de morir electrocutado. Sergio Méndez
Rubén Henríquez señala el torreón de electricidad, de cuatro metros de altura, que el viernes tuvo que escalar para salvar al joven de morir electrocutado. Sergio Méndez

Nuestra sociedad está llena de héroes anónimos. Rubén Henríquez se sumó el pasado viernes a esa lista. Aunque muy a su pesar ya ha dejado de ser anónimo, porque su gesto se conoce en todo el municipio y fuera de él, y se ruboriza cuando se le felicita: “Mi mejor felicitación o condecoración es que el chaval esté vivo y que pueda tener otra oportunidad”.

El agente de la Policía Local de Güímar salvó la vida a un joven de 17 años en la tarde del viernes, sobre las 18.00 horas, un día que, teóricamente, tenía de libranza en el parte. Rubén no tuvo reparos en subir los cuatro metros hasta el parapeto o tejado del viejo torreón de luz de media tensión -cuentan que de 3.000 kw-, para manualmente sacar al joven de la primera parada cardiovascular, tras sufrir una descarga eléctrica al pisar un cable y, presumiblemente, tocar otro, que terminó partiéndose y dejó a medio pueblo sin luz.

Ayudado por un guardia civil -“era imposible bajarlo yo solo”, señala-, sacó del parapeto al infortunado, al que, ya en el suelo, hubo que reanimarlo de nuevo, con el boca a boca ante la falta de un Ambú (unidad de ventilación manual). En esos momentos, ya sus compañeros de la sede policial de Güímar, a escasos 200 metros del torreón, habían avisado a los equipos sanitarios, que finalmente se hicieron cargo del joven y lo trasladaron, todavía inconsciente, hasta el Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria (Hunsc), donde todavía sigue ingresado, aunque ya fuera de peligro.

El sábado fue a visitarlo, ya no está sedado y le han quitado la alimentación intravenosa, y solo ha perdido el dedo meñique de un pie. “Se ha salvado porque se trata de un chico joven, atlético, pues una persona mayor no hubiera resistido esa descarga”, señala el agente que hizo el viernes de ángel custodio.

A Rubén Henríquez no le gusta hablar de él, y ni siquiera quiso ayer posar para las fotografías, porque “estamos para eso, no solo para multar y perseguir delincuentes”, comentó quien tiene fama en Güímar de cumplir el reglamento a rajatabla. Tanto, que al final de ese día hizo un servicio para precintar una discoteca en el centro del pueblo, con varias denuncias previas. “Iba a ser mi día libre y mira si tuve trabajo”, relata.

El torreón de media tensión, en la trasera del IES Mencey Acaymo. S. M.
El torreón de media tensión, en la trasera del IES Mencey Acaymo. S. M.

Rubén Henríquez confirmó que el suceso se produjo cuando el joven accidentado escaló los cuatro metros del torreón para posar allí para una fotografía. Estaba acompañado de un nutrido grupos de amigos en el descampado cercano al IES Mencey Acaymo, a escasos metros de la Policía Local y el Centro Médico.

El policía local fue avisado por uno de los muchachos y se trasladó en moto hasta el lugar. Y aunque no era fácil escalar hasta el parapeto, donde yacía el joven al que desde el suelo no se veía, “no podía esperar por los bomberos ni por nadie”, señala. El agente recuerda que sus años en Cruz Roja y como socorrista en piscina y ambulancias le valieron para poder salvarle la vida al joven, porque si bien el cuerpo “estaba caliente”, no tenía en ese momento “constantes vitales”. Llegó a pensar en lo peor cuando, después de superar la primera parada, hubo que reanimarle de nuevo.

Tras las 48 horas pasadas en la UCI, Rubén Henríquez cree que el chico “va a salir para adelante, seguro que va a tener otra oportunidad en la vida”, y así se lo trasladó a su padre, Juan Ramón, cuando le fue a visitar el sábado al Hospital Nuestra Señora de Candelaria. Henríquez, padre de dos niñas pequeñas, natural de La Laguna, lleva 11 años como policía local. Este suceso “ha sido el más grave como policía al que me he tenido que enfrentar”, asevera. “No tiene nada que ver -añade- con los accidentes que he vivido cuando era auxiliar de ambulancias”.

El agente, uno de los 24 que forman la plantilla de la Policía Local de Güímar, se muestra orgulloso de su labor, pero insiste, ante las llamadas que ha tenido de diversos medios de comunicación, en que no quiere protagonismo: “Cualquiera de mis compañeros lo podía haber hecho”. De igual modo, resalta que, lejos de los reconocimientos, lo realmente importante es que “el chico esté vivo”.

Vivo gracias a Rubén, su particular ángel custodio.

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