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El teatro canario despide al histórico director Eloy Díaz de la Barreda

Referente de la escena en las islas, falleció el domingo a los 90 años dejando a sus espaldas más de 60 obras que dirigió
Eloy Díaz de la Barreda. | FRAN PALLERO

Eloy Díaz de la Barreda (1927), uno de los grandes directores y actores de teatro canario, falleció este domingo dejando a sus espaldas más de 60 obras estrenadas sobre las tablas. “Tengo cerca de 90 años. Comprendo perfectamente que este es otro tiempo. Para mí, el teatro fue una pasión y hasta una enfermedad mental que me ha durado bastante, pero como El Quijote, yo ya estoy jubilado. Aún así, agradezco que se acuerden de mí”, le comentaba el pasado junio de 2017 a la redactora de DIARIO DE AVISOS Karen Estévez, durante una extensa entrevista. Fundador de la Escuela de Arte Dramático del Ateneo de La Laguna, que supuso el renacer del teatro aficionado de Tenerife, y también dirigió el Teatro de Cámara de Canarias y el Teatro Español Universitario de La Laguna, y fue Premio Réplica de Honor en 2013, pero muchos tinerfeños le recordarán por ser el carismático Tío Pepote en sus espacios dramáticos de Radio Club Tenerife.

Su vocación por las tablas, libretos y telones surgió como surge el amor: no se elige, simplemente ocurre. “¿Por qué le gusta a uno Juana y no su hermana que es gemela? ¿Por qué uno se enamora de una persona en concreto dentro de un grupo de personas inmenso? Igual es el teatro”, señaló.

Ya desde muy joven, desde esos juegos de niños revoltosos en la calle inventando escenas de soldados, procesiones o comedias después de ver alguna película en los cines de pueblo, se vio atraído por “el juego” del teatro. “Hacíamos un teatrito casero y cobrábamos a los amigos unos céntimos para ver una función”, relató.

El comienzo de todo

Su primera obra, La tienda de antigüedades, de Charles Dickens, la montó a los 20 años con Alfonso García Ramos, Gilberto Alemán, Adrián Alemán, Teresita Corbella… “Esto fue en 1947, fue un éxito y tuvo una gran repercusión”, recordó con nostalgia. “Aquella era una época en la que la dedicación a la cultura estaba muy marginada. Recuerdo que fui yo el que inauguró el Paraninfo de La Laguna, o que representé una obra prohibida en un consejo de ministros, o que la primera exposición de Pedro González fue el decorado que ilustraba las lecturas dramatizadas que dirigía”.

Partida y regreso

En 1949 partió a Madrid (“el isleño siempre ha tendido a la fuga, porque el mar y el horizonte nos crean esa necesidad de salir fuera”), donde montó dos obras con el discípulo de Federico García Lorca pero, en aquellos años de dictadura, el teatro profesional le desilusionó y en un salto a las Islas durante unas vacaciones conoció a quien sería el otro amor de su vida: su mujer.

Y en estos giros del destino, en aquella época se funda el Teatro Español Universitario y le nombran director. “Total, que me quedé por aquí, idealizando el teatro, quizá más que cuando me fui a Madrid buscando ese Broadway español”, puntualizó. Pero a pesar de que amaba esta vida considerada “de locos”, vivir del arte era, y continúa siendo, muy complicado, por lo que comenzó su etapa como jefe de protocolo del Cabildo.

“Aquí en Tenerife, Domingo Pérez Minik era contable de una petrolera,Eduardo Westerdahl trabajaba en un banco… Los que nos dedicábamos al arte teníamos que depender de otra cosa. José Antonio Sabina, por ejemplo, director de la Orquesta Sinfónica en aquella época, también trabajaba en el Cabildo”, apunta, para después maravillarse con los nuevos tiempos, donde actores canarios pueden dedicarse a esta profesión en cuerpo, alma y a tiempo completo.

Eloy Díaz de la Barreda. | FRAN PALLERO

Son tantas las anécdotas que Eloy Díaz de Barreda guardaba en su memoria que, como él mismo dijo, podría estar una año entero relatándolas. Como cuando cuenta que en una ocasión entró un grillo al Guimerá en medio de una obra (con lo valioso que es el silencio de las butacas) para explicar por qué se extinguió el Teatro de Cámara de Canarias. “Llegó a su fin cuando comprendí que me podía dar un infarto. El teatro es la cosa más estresante que se pueda imaginar. Una obra que va muy bien puede ser un fracaso en los últimos cinco minutos por cualquier fallo”, pero a pesar de ello, aquella época la vivió con mucha satisfacción, montando algunas obras de autores isleños como Ángel Camacho, de quien realizó cinco, o Gilberto Alemán.

El teatro, como decíamos, era su gran pasión pero solo desde dentro. Resulta que a Díaz de Barreda no le entusiasmaba ser espectador, incluso declinando invitaciones. “A mí el teatro me gustaba al revés, desde el escenario. La magia de una cortina, del telón que se descuelga. Qué gran misterio, qué sería lo que te podrías encontrar detrás de él. Ese mundo de la escena es el que me cautiva. Me daba igual si había diez espectadores o si el teatro estaba lleno, porque yo disfrutaba con esa magia del escenario, de los focos, de los decorados”, evoca el director.

Otro hito de su carrera y por el cual se le recuerda, está ligado a la radio, cuando este medio de comunicación unía a familias enteras alrededor de un simple transistor para escuchar Radio Club Tenerife, la única emisora de la época. Fue gracias a su Tío Pepote, que seguro algún lector recordará con cariño. Era 1951 cuando interpretó a esta especie de Míster Scrooge del Cuento de Navidad, como el muy bien explica, pero con la voz de un viejito bondadoso. “En los pueblos, se ponía la radio en las ventanas de las casas y los vecinos se ponían en las calles a escucharlo. Yo contaba unos cuentos interpretados y, al finalizar, mandaba caramelos a los niños”. Una época que recuerda con cariño, al igual que dramaturgos y directores de teatro de Canarias recuerdan a Eloy Díaz de Barreda.

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