cultura

Caligrafías: cine y literatura desde una mirada ‘queer’

El Círculo de Bellas Artes de Tenerife fue escenario de “la tercera ola queer” en la Isla, donde ponentes de prestigio internacional realizaron un análisis desde la óptica cultural para contemplar el panorama contemporáneo con "otras perspectivas de género y sexo"
De izquierda a derecha: Francisco-J. Hernández Adrián, Izaskun Legarza, José Antonio Ramos Arteaga, Roberto Toledo y Rafael-José Díaz. SERGIO MÉNDEZ

El Círculo de Bellas Artes de Tenerife celebró esta semana el ciclo de conferencias Caligrafías Queer, centrado en el cine y la literatura de temática queer para contemplar el “panorama actual desde otras perspectivas de género y sexo, que suelen estar colapsadas por la mirada heterosexual”, apunta Francisco J. Hernández Adrián, profesor tinerfeño de la Universidad de Durham, Reino Unido, y una de las voces más respetadas de este fenómeno que llegó hace tiempo y que ahora vive un momento de eclosión, no solo en el mundo de la cultura, también en el sociopolítico.

“El ciclo surgió porque era una temática poco tratada, al menos en Tenerife, y orientada al ámbito literario y cinematográfico podía ser sugerente no solo para estudiantes o escritores, sino para un público general”, explica Rafael-José Díaz, coordinador de las jornadas junto a Roberto Toledo.

Alicia Llarena, catedrática de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, José Antonio Ramos Arteaga, profesor de Literatura Española de la Universidad de La Laguna e Izaskun Legarza, propietaria de la Librería de Mujeres de la capital tinerfeña fueron, junto a Hernández Adrián, los ponentes de esta tercera ola queer en Tenerife.

“Caligrafías Queer es el tercer gran momento queer en Tenerife. El primero fue en 2005 cuando se celebró uno de los primeros cursos de verano sobre teoría queer en España, que se celebró precisamente en la Universidad de Verano de Adeje, y adonde vino gente tan maravillosa como Beatriz Preciado, Javier Sáez o el ya fallecido Paco Vidarte. Desde el 2005 hasta aquí lo que habido es mucha práctica. Tenemos, afortunadamente, muchas personas que se dedican al mundo del arte, performance, etc., que están haciendo activismo y trabajos queer tanto en el campo de lo museístico como en el artístico, y ahora Caligrafías viene a cubrir el espectro del acercamiento de la literatura y el cine a la mirada queer”, relata José Antonio Ramos. Tres momentos que acercaron la temática queer desde diferentes puntos: las ciencias sociales y la filosofía, desde la práctica artística y ahora faltaba la mirada literaria y cinematográfica, posiblemente, la que tiene más facilidad de acceso para personas que había leído o escuchado de lejos hablar sobre la teoría queer, aunque el activismo lleva mucho tiempo instalado en ciertos sectores culturales y sociales.

“El activismo queer no solamente se plantea conseguir un lugar en el mundo, porque ese lugar ya lo tenemos. Existimos y transitamos, pero nos negamos a ser una nota a pie de página. Una cosa es que nos quieran ningunear o invisibilizar, y otra es que formamos parte del tejido de la sociedad humana, que es una realidad y que aportamos. No como una parte diferencial sino como una parte que se integra y participa continuamente en la sociedad. Se trata de que se visibilice ese lugar que absolutamente todos nos merecemos por justicia. Todos tenemos derecho a que nuestra identidad sea reconocida”, expone con pasión Roberto Toledo. “Las diferencias nos unen, no nos separan”.

el feminismo

Escuchando esta exposición de Toledo, Adrián recuerda el eje central de la ponencia de Izaskun y es que las prácticas estéticas, las teorías, las políticas y experiencias vitales de lo queer son impensables sin el feminismo. “El feminismo históricamente ha posibilitado ese desplazamiento del énfasis en la heterosexualidad, en el patriarcado desde el punto de vista gay y lésbico, hacia algo que es más general, por decirlo así, y que es el feminismo. Es impensable ocupar un punto de vista o un lugar de enunciación queer que no sea de antemano feminista”.

La librera apunta, además, que dentro del propio feminismo hay diferentes olas. “Todo lo queer tiene mucho que ver con cuando el feminismo deja de estar centrado en Europa y en el feminismo burgués, y entran en acción feminismos que existían pero que nos se les había dado voz, como los negros, los lésbicos, etc., que han sido los que luego han empujado a que apareciera dentro del feminismo lo que se ha denominado el feminismo queer. Una teoría más amplia y capaz de reconocer todo tipo de identidades”.

Lo importante es crear una red de alianzas que no están jerarquizadas pero se dirigen a hacer presión política en todos los sentidos. Se trata de “atravesar” el mapa existente y empezar a mirarlo con otra complejidad.

Reinterpretar

Centrándonos en el mundo literario, afirma José Antonio que actualmente es muy importante la labor de los teóricos que estudian los textos literarios desde la mirada queer porque “nos ayudan a descubrir qué hay detrás de ese escritor o escritora”. Hay un problema básico, afirma, y es pensar que lo queer solo se puede estudiar desde los últimos 20 años hasta el presente, pero de hecho la literatura se puede dirigir hacia el pasado, ayudando a reconocer esas frustraciones que narraba y describía el escritor. “Esa experiencia frustrante del amor que describen muchos académicos ha resultado ser una forma de supervivencia íntima en una época hostil. Para nosotros es fundamental legitimar que se trata de una herramienta muy útil diacrónicamente para desvelar un momento del pasado, releerlo y resituarlo en los mapas canónicos. Lo importante”, prosigue, “es que si tú quieres dialogar con el pasado tiene que ser un diálogo donde confluyan los intereses del presente y del pasado”. Y en el siglo XXI, todos los tipos de homofobias continúan siendo un elemento actual. “Cuando tú dialogas con alguien que tuvo que crearse un armario, estás mostrando primero cómo hemos evolucionado pero también cómo la situación sigue siendo muy similar”.

El cine y latinoamérica

El 4 de marzo de 2018 ocurrió algo casi impensable en el mundo del cine, sobre todo desde el contexto tan conservador y encorsetado como es el de los Oscar. La película chilena Una mujer fantástica ganó la estatuilla como Mejor Película de habla no inglesa. Una película protagonizada por una mujer transexual. “Creo que a nivel transnacional, a nivel global, hay una eclosión ahora mismo de una enorme diversidad de posturas que toman muy en serio lo queer, es decir, los efectos y las realidades de las diferencias sexuales. Pero al mismo tiempo las desplazan hacia cuestiones de clase social, étnicas, de marginalidad, incluso marginalidad geográfica y lingüística”, explica Adrián, cuya charla versó precisamente en este tema. “El cine queer latinoamericano reflexiona sobre las diferencias entre género y sexo, sobre identidades alternativas o al margen, y entradas y salidas de esas identidades. En el cine latinoamericano aparecen configuradas en contextos domésticos y familiares, no hay subculturas identitarias tan bien recortadas como en el cine europeo y estadounidense. Eso para empezar. Es un momento absolutamente fascinante y donde ya la cuestión de género, de la homosexualidad, transexualidad, lo queer, es absolutamente inescapable”.

Cuestionados sobre si todavía se necesita etiquetar este tipo de cine, la contestación de todos es afirmativa por cuestiones de visibilidad. “Mientras los transexuales continúen siendo perseguidos, mientras se les niegue ser quienes quieran ser, mientras haya jerarquías de normalidad biológica y mientras haya persecución, que la hay y en todos los niveles, es importante reclamar el cine LGTB como cine de diferencia. No es lo mismo que una historia de amor heterosexual normalizado”, dice Adrián. Izaskun le toma la palabra. “Es una forma de reivindicar. Una cosa es el análisis, donde tú sitúes esa película, y otra es la realidad. Pero cuando se realiza una obra ya sea literaria o cinematográfica, la reacción de cuestionar el por qué le tengo que poner la bandera LGTB suele ser una reacción reaccionara. Lo que intenta no es normalizarlo, sino ocultarlo otra vez. Lo cierto es que ahora mismo hay que seguir nombrándolo mientras se siga persiguiendo a gente”.

Tienen claro que se tardará en llegar a esa utopía en el que llegue un momento en el que no fuera necesario. En realidad, nunca se llegará a ver, pues por ejemplo todavía sigue existiendo el machismo y las mujeres aún seguimos siendo ciudadanos de segunda a pesar de no ser así ante la ley. “¿Por qué tengo la necesidad de tener una librería dedicada a las mujeres?”, se pregunta. Y recuerda la sentencia de La Manada, publicada el día anterior a la entrevista. “Lo que pasó ayer en el Estado Español y a nivel europeo clama al cielo desde un punto de vista queer”, reacciona Adrián. “No hemos comprendido nada. Si permitimos que los jueces cometan semejante barbaridad y no damos un giro reaccionario a nuestra constitución y a nuestras libertades y derechos, y no tomamos las calles y tomamos una actitud de desobediencia civil… Esa es la clave de lo queer. Estamos permitiendo que se erosionen libertades que tanto nos ha costado conseguir”.

Paul B. Preciado, Javier Sáez y Paco Vidarte, los referentes

Nuestros expertos señalan que ha habido todo un trabajo de reinterpretación, de traducción, de reinscripción cultural y política de lo queer en España y en Latinoamérica, “en el mundo hispano en general”, y si hay que señalar algún referente de la cultura queer aquí, hay tres bastante claros: Paul B. Preciado, Javier Sáez y Paco Vidarte. “Son las figuras centrales de lo queer en España desde hace 25 años”, afirma Hernández Adrián. “A la hora de nosotros explicar qué vemos como lo queer me parece imposible hacerlo en castellano sin mencionar a estos dos referentes”, continúa. “Me parece que una la labor de este ciclo es invitar a la reflexión más allá de las jornadas. Es importante la divulgación, pero también que la gente vaya y lea por su cuenta. Señalan dos libros en concreto que para que quien esté interesado se acerque al tema. El primero es Teoría Queer (egales, 2005) de Paco Vidarte, David Córdoba y Javier Sáez. El segundo es Manifiesto Contrasexual (Anagrama, 2011) de Preciado.

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