puerto de la cruz

El reto de volver al aula

Los estudiantes del Bachillerato Nocturno del IES Agustín de Bethencourt, en el Puerto de la Cruz, acuden a clase después de trabajar y atender a la familia impulsados por el deseo de aprender, sacarse un título cada vez más necesario y abrirse a nuevas oportunidades laborales
Los alumnos coinciden que la implicación de los profesores es fundamental. Fran Pallero

Son muchas las tardes que Cristina tiene que acudir a clases con su hija Alexia, de diez años, porque no tiene con quien dejarla. Otras, lo hace con un gran esfuerzo, cansada después de una larga jornada laboral, el mismo que realizan la mayor parte de sus compañeros y alumnos del Bachillerato Nocturno que se imparte en el IES Agustín de Bethencourt, en el Puerto de la Cruz, y al que acuden vecinos de todo el Valle de La Orotava y algunos de Acentejo.

Cristina Pacheco Perdigón, Carmen González Martín, José Viera González, Cristian Titos Tena; Luis Antonio López Granadino y Juan Pedro Santos Acosta, son seis ejemplos de los 260 alumnos matriculados este año. A excepción del último, los otros están en segundo año y el 1 de junio se graduarán y obtendrán el título de Bachiller tanto en la rama de Ciencias o la de Humanidades.

Las realidades de cada uno de ellos es diferente pero el motivo por el que decidieron emprender el reto de volver al aula es el mismo: superarse a sí mismos y abrirse nuevas oportunidades laborales en un mundo cada vez más competitivo, en el que ya no resultan suficientes los cursos que imparte el Servicio Estatal de Empleo (SEPE) para conseguir un trabajo.

En el caso de los cuatro hombres viven en La Orotava y Los Realejos y aunque desplazarse desde otro municipio no es un obstáculo, les supone un agotamiento añadido.

Tienen hijos o padres a su cargo a quienes en ningún momento dejan de atender cuando llegan a sus casas, y por eso tienen que aprovechar lo máximo posible la noche para estudiar. Es el caso de Carmen, por ejemplo, que además de sus progenitores tiene hijos que, aunque son mayores, “hijos son hijos y siempre hay que estar ahí”.

A Luis Antonio su mujer a veces lo exime de las tareas domésticas para que pueda dedicarse a estudiar. Todos tienen el apoyo incondicional de sus familias. Caso contario, coinciden, sería imposible poder seguir adelante.

Lo cierto es que son muchos los alumnos que empiezan pero a medida que transcurre el curso dejan los estudios porque sienten que no pueden. Cansancio, un trabajo que surgió de repente y que no pueden permitirse rechazar, o simplemente, saturación, son los motivos por los cuales abandonan.

Todos coinciden en que la implicación de los profesores es fundamental para sentirse motivados. F. Pallero
Todos coinciden en que la implicación de los profesores es fundamental para sentirse motivados. F. Pallero

Tirar la toalla

Se han visto tentados a tirar la toalla porque al llevar tiempo sin estudiar, todo es mucho más difícil. Pero han sido los mismos profesores quienes los animaron y los animan a seguir, motivándolos con mensajes a través del aula virtual para decirles que los esperaban, que tenían que ir.

Por eso destacan que la implicación del profesorado es fundamental. Los docentes se sientan con los alumnos, les dan muchas facilidades y les enseñan otras cosas que no están en el temario de las asignaturas que imparten, como hacer un currículum, que a José, por ejemplo, le permitió encontrar un trabajo.

Son profesores, amigos, confidentes y aunque “nadie te regala nada, si ven que te esfuerzas y que no vienes a perder el tiempo ni a hacérselo perder a los demás, te dan toda la ayuda posible”, asegura Carmen, quien el año pasado “se quedó medio colgada en Matemáticas” y un profesor estuvo con ella toda una tarde para que aprobara.

La edad en sí no es un obstáculo aunque ella, Juan Pedro y Luis Antonio confiesan les supuso una traba al comienzo porque veían a muchos jóvenes. En el caso de Jose, fue todo lo contrario. Pensó que si había gente, él también podía.

La edad es lo de menos para adquirir hábitos y valores que les servirán para toda la vida. Por eso animan a todos los indecisos y a quienes no han podido terminar el bachillerato a dar este paso y sobre todo, a no bajar los brazos porque “sí se quiere se puede”, una lección que han aprendido para siempre.

El número de estudiantes se duplicó durante la crisis

Este curso hay 260 matrículas y ha sido el que menos alumnos ha tenido en últimos años. Durante la crisis económica se llegó a 597 estudiantes en los años 2012/2013. Una cifra que descendió a 584 en 2013/2014; 552 en 2014/2015; 473 en 2015/2016; y 331 en 2016/2017.

El número de aprobados oscila en torno al 30% de los matriculados cada año y la media de edad es de 25 años. El curso pasado aprobaron 90 alumnos. Para alcanzar este objetivo el profesorado cumple un papel fundamental. Cayetano Silva lleva siete siete como docente y cuatro como jefe de estudios. Para él, la experiencia de trabajar con personas adultas es maravillosa. Pero el profesor de nocturno debe ser especial, porque tiene que esforzarse para romper el techo de cristal de ‘yo no puedo con ésto’, que tienen muchos estudiantes. “Si somos capaz de conseguirlo, sabemos que el alumno va a terminar”, sostiene.

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