santa cruz de la palma

La Verdad culmina un viaje que empezó hace 120 años

Santa Cruz de La Palma reivindicó ayer su singular historia marinera, con la entrega de la campana del velero La Verdad, construido en los astilleros de la capital palmera en el siglo XIX

Santa Cruz de La Palma reivindicó ayer su singular historia marinera, con la entrega de la campana del velero La Verdad, construido en los astilleros de la capital palmera en el siglo XIX. Una pieza de la embarcación que regresa a su isla natal 120 años después de que se hundiera en Las Bermudas en 1899, con todos los honores que merece la memoria de una leyenda de la navegación con América.

Conducida por el mismo viento que hacía prácticamente volar sobre el Atlántico a La Reina de Los Mares, como se bautizó al velero en Cuba, que realizaba el trayecto entre La Palma y La Habana en 18 días, la nao Santa María portó la campana hasta el Puerto de Santa Cruz de La Palma, ciudad que recibió oficialmente en la tarde de ayer a este símbolo de una etapa dorada de la navegación y la construcción naval en la Isla alimentada por el próspero comercio con América.

La campana, donada por el abogado norteamericano Thomas Cox al Museo Naval, fue recogida de manos del alcalde de la ciudad, Sergio Matos, en un acto protocolario a bordo de la carabela Santa María. Aunque estaba previsto inicialmente que fuera Cox quien hiciera esta entrega, debido a los retrasos en la llegada de la nao por las inclemencias meteorológicas, fue el capitán del navío, Manuel Murube , quien la realizó.

En la embarcación, descendientes de las familias que estuvieron directamente relacionadas con esta embarcación, agradecieron el trabajo realizado por el Museo Naval y la generosidad de Cox para recuperar esta pieza del pasado insular, al igual que los presidentes del Cabildo y de la Autoridad Portuaria, Anselmo Pestana y Ricardo Melchior.

La familia Arozena, toda una saga de prestigiosos constructores navales, entre los que destaca Sebastián Arozena Lemos, autor del diseño de La Verdad; la familia Yanes, descendientes de la compañía Juan Yanes e Hijos, que fue la empresa que encargó la construcción de la bricbarca, y la familia Sosvilla, descendientes de su último capitán, Simón Sosvilla Cáceres.

Tras la ceremonia en la embarcación, la campana se trasladó, colgada en una canga, hasta el Museo Naval custodiada por Los Doce de Su Majestad hasta el Museo Naval.

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